El PP Prohíbe las Bombonas de Butano en Madrid

SorayaBombona

Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno, acaba de comunicar que, ante el ataque sufrido por la sede del PP madrileño el pasado viernes, y como medida cautelar, hasta que entre en vigor una reforma legislativa en la que ya están trabajando, queda terminantemente prohibido en el centro de Madrid, cualquier tráfico y transporte de sustancias susceptibles de provocar una explosión, con especial hincapié en las bombonas de butano.

Los repartidores de butano, prosiguió, serán escoltados por miembros de la policía para garantizar el reparto de las bombonas solicitadas en la última semana y se creará una ficha policial de los solicitantes, para asegurar que su uso no será otro más que el indicado, que es para uso doméstico. Pero a partir de la próxima semana se prohibirá cualquier tráfico de bombonas en el centro de la capital.

Según la portavoz del Gobierno, diferentes informes policiales y del Ministerio del Interior, confirman la existencia de posibles células terroristas de Antisistemas que estarían barajando la fabricación de artefactos caseros, para atentar contra las instituciones democráticamente elegidas, y que el suceso acaecido el pasado viernes prueba que la medida es adecuada, proporcional y urgente. Ya que las bombonas de butano, son de fácil acceso y proclives a crear gran destrozo.

Igualmente la vicepresidenta Soraya Sáenz, ha aprovechado la ocasión para criticar y culpar al populismo de Podemos y a la complicidad de los Medios de Comunicación, en el desagradable incidente del coche empotrado contra la sede nacional del PP. Afirmando que: “Han demostrado que quieren incitar a la ciudadanía contra el gobierno, probando así que no son más que comunistas, proetarras y bolivarianos, sin respeto por la Democracia, ya que quieren usar la violencia, como hicieron los nazis, para desocupar del poder a los gobernantes legítimos y elegidos democráticamente por el pueblo español. Pero no lo van a tener fácil, porque nosotros, el PP y todos sus militantes, representamos la verdadera cara de los demócratas y no cejaremos un ápice en forzar el cumplimiento de la ley y en llevar a los instigadores frente a los tribunales.”

Aunque no se ha atrevido a ponerlo en palabras, se ha dejado filtrar a los medios de comunicación que el Gobierno, a pesar de que el perturbado que chocó su coche no parece estar ligado a ninguna organización, está barajando hipótesis que apuntan al nuevo partido emergente, Podemos, como causante último, y que una vez se consigan las pruebas, se va a proceder a su ilegalización, tal y como hicieron con los diferentes grupos políticos que representaban a ETA.

Como era de esperar, la medida ha aumentado la demanda de bombonas de butano en la capital del reino, para esta semana que aún será legal su tráfico. Y ha dejado ver la indignación de muchos madrileños ante una disposición, que muchos califican de absurda y sin fundamento. Ya que en el fondo lo único que hace es criminalizar a toda la población, presuponiendo su posible conversión en terroristas improvisados.

El Pobre País de la Lotería

El Pobre País de la Lotería

(Capítulo 3. Parte 2ª. Novela: El Sueño de Dios)

 

-Yo sé que seré rico. No sé cuándo, pero un día ocurrirá. ¡Lo sé!

Samuel le recuerda a alguien. Durante estas semanas Segis ha intentado desentrañar el hilo de esta familiaridad sin lograrlo, hasta hoy. La respuesta ha caído con la convicción de la frase, la gestualidad y la cháchara alucinada, que unidas lo han trasportado hasta Valenzuela. Pero el descubrimiento, no justifica la antipatía que le ha ido tomando.

Valenzuela, era un espigado compañero de colegio, con fama de salido. Segis lo apreciaba, quizá por la simple naturalidad que ofrecía, con una boca llena de saliva y sin pudor al hablar de lo que sentía y sería. Lo más paradójico para él no es la recuperación de unos ademanes que creía olvidados, sino la igualación con quien convencido afirmaba que de mayor sería arqueólogo y desentrañaría tumbas egipcias y que ahora es policía, con un chico mucho más joven y camello.

La inesperada asociación deja paso, con más brío, al pensamiento culpable que desde hace días le dice que es un desagradecido. La inquina que ha ido alimentando, no es la mejor correspondencia a una acogida desinteresada y salvadora. Pero contra sus malas vibraciones, no puede luchar.

Se dice que no son los celos, aunque Rosa haya sido su ex. El Mundo no puede sentirlos sin amor, y ella sólo es una amiga aunque compartan cama. No es tampoco la exigencia continua de dinero desde que recibió su nueva tarjeta del banco. Ni es, aunque lo crea, la desaseada actitud de convivencia y la descarga de labores domésticas, como pago del invitado. Pero a veces, como ahora, la empatía que sintió al principio vuelve.

-Pues claro que es una tontería sin lógica, Rosa, pero yo creo en eso. Hay que creer en algo, ¿no? Esa es mi creencia, más que eso, mi convicción. Ya, ya sé que es uno de los trucos más retorcidos de esta sociedad para mantener al pueblo relegado en su vida gris. ¡Que no se alboroten que hasta ellos pueden ser ricos si la suerte en forma de lotería les toca un día! Pero es mi sueño, que por cierto una vez tuve. Soñé con un número que me hacía multimillonario y extrañamente días más tarde hice espiritismo con unos amigos y un espíritu muy enrollao lo repitió como último mensaje. Siempre juego a él en Navidad. Por eso sé que un día seré rico. Entonces me dedicaré a recorrer el mundo y conoceré hasta su último confín.

-A mí me parece que estás chiflado, ¿verdad? -Rosa busca la complicidad de Segis.

-Bueno sí un poco. Es lo que más me gusta de ti Samuel.

Reforzado retoma fantasías, desgranando ante Rosa los detalles de sus futuras acciones. Lo que permite a nuestro prota volver a su cabeza. Es esta parte soñadora, piensa, lo que les une. Fue en la primera semana cuando creyó encontrar un cómplice, entonces Samuel hablaba de paraísos lejanos y de una conquista mutua, New York, Marrakech, Delhi, México… Anhelos de viaje que exhibían en la desnudez de la noche y al abrigo de una guitarra arropada de canciones. En la imaginería de Segis tomó forma la simbiosis del virtuosismo instrumental del nuevo amigo y su voz, como camino al destino soñado.

Intentó entonces convencerlo de que el triunfo los esperaba en la música. Le dolió la negativa y la ridiculización de intenciones. Pero lo distanció definitivamente, la ilusión que éste mostró hace dos semanas por la posibilidad de un trabajo fijo, que un familiar le ofreció. Quizá, cree, que sólo quiso tentarlo a retomar sus estudios, ya que perdió el puesto por falta de un título. Pero lo peor, fue su propio reconocimiento ante el Mundo. Soy un mediocre, la sociedad es una mierda y yo no sirvo para nada, esa es la verdad. Confesión con la que pretendía justificar el descarte de los estudios que su familiar le urgía, le había dicho que si se titulaba lo enchufaba.

Para Segis la confesión tuvo el valor de la verdad, al realizarla con la desnudez de la borrachera. Este fue el momento de inflexión, que desde la comprobación diaria de la pasividad de Samuel ante la vida, su complacencia ante la falta de perspectivas, y su exacerbada crítica social sin propuestas ni ambiciones; produjera en él una repugnancia inconsciente por retrotraerlo al yo que abandonó en su pueblo.

Él no tiene la culpa, simplemente yo esperaba otra cosa, se dice, al pensar en la idea de que encontraría gente dedicada y comprometida en la consecución del arte. Pero no ha hallado más que jóvenes que intentan sobrevivir, ni un artista, ni un proyecto de escritor con quien compartir impulsos, ni un trabajo decente. Sólo una ciudad más grande y variada, que parece recrear el círculo que lo ahogaba. Sigo en el pobre país de la lotería.

Mira a Samuel, que ya anda por la China con Rosa de espectadora, y no puede culparlos, son soñadores como él. ¿Acaso su esperanza de hacerse rico de la noche a la mañana es diferente a su idea de que un destino maravilloso le espera? No, recapacita, aunque la salida a la mediocridad no la espero, la busco.

-Voy a ducharme.

Sale de la habitación, rememorando la liberación que en su pueblo significaba ese juego para él y sus amigos. Y una extraña morriña, hace que su mente escenifique el recuerdo con todo lujo de pormenores.

-Yo lo primero que haría, sería irme camino del aeropuerto y coger el primer avión que saliera y no pararía de viajar en un año, hasta que diera la vuelta al mundo. Bueno o por lo menos hasta que me cansara. Eso sí, tranquilos que os mandaría postales de todos los sitios.

-Pues yo lo que haría, sería comprarme una buena casa y un cochazo. Luego le daría unos millones a mis padres y hermanos, y entonces montaría un negocio, quizá un restaurante.

-No, no, que va. Yo lo que haría sería comprar muchos pisos en la capital que es lo más caro, alquilarlos y luego a vivir de las rentas. ¡Hazme caso que eso si que es un negocio redondo!

-Yo haría todo lo anterior y más tarde invertiría mi dinero sobrante en hacer cine que es lo que siempre quise hacer. ¿Y tú Segis?

-Pues yo alquilaría un gran barco, invitaría a todos mis amigos y comenzaría a navegar atracando en los puertos que nos apetecieran. Y cuando nos cansáramos, compraría una casa en la que ofrecería hogar a todos los artistas sin dinero, para que desarrollaran sus obras. Y con los beneficios montaría una fundación para luchar contra las injusticias. Y luego…

Se abre la puerta cuando todavía está bajo la ducha. Es Rosa.

-¿Todavía sigues ahí? Estás muy pensativo, ¿qué te pasa hoy?

-No sé -saliendo y poniéndose el albornoz- de todo un poco meona.

-¿Te vienes?

-¡Claro! -Sostiene forzadamente su mirada, para no delatar sus intenciones.

Pero de alguna forma cree que ella ya lo sabe. No por nada ha sentido su mirada suplicante todo el día. Hace cinco días Segis le planteó sus dudas y precisamente hoy la ve totalmente abatida. Hoy, cuando ya ha tomado una determinación.

-Te espero.

-Sí, no tardo nada.

Recuerda al vestirse, el augurio de Rosa. Mierda me estoy enamorando y sé que me dejarás. Puedes ser dulce como un niño, pero siempre pareces estar huyendo. Huyes del amor, y cuando lo busques él huirá de ti.

Se paraliza con un frío que no sintió entonces. La verdad que ahora se cumple, en la previsión de Rosa, parece sentenciar la posibilidad que el Mundo temió y teme; desconocer el amor verdadero. La noche de aquel comentario se cumplía la primera semana de carantoñas y juegos de cama. Segis siguió el empujón del hachis y la ternura, para descubrirle su alma. Cargó su confesión de cambios e intuiciones, al describir su pasada ruptura con María, urgida por el sueño del arte como ineludible paso hacia su futuro. Y la magia que encandiló a Rosa, la llenó de advertencias que celosa soltó en augurios para atraparlo.

Pero Segis no está enamorado, no siente ese algo intangible y químico. Sigue cabezón y egoísta, y aunque teme la maldición despechada del amor, planea huir de nuevo a la caza de los signos que su destino imaginado le reclama. No quiero hacerle daño, es una tía genial, pero… debo seguir buscando, encontrar el ambiente bohemio por el que suspiro.

-Ya estoy listo. ¿Nos vamos?

Camino del pub llenan los pasos de frases intrascendentes y de miradas escurridizas. Hasta que tras un suspiro de valor, Rosa arremete.

-Te has cansado de buscar trabajo, lo sé. Pero chico tómatelo con calma, sólo llevas seis semanas y encima has tenio suerte -lo agarra por la cintura- has caído en las mejores manos. A ver si te crees que yo ando pasando por gusto.

-No, pero yo aspiro a más, no quiero acabar así.

-Hombre, ¡gracias -soltándolo- señor superior! -Le da la espalda y se arrincona contra una fachada- ¡Vete ya no te necesito!

-Perdona no quería ofenderte, ni enjuiciarte, pero ya sabes que yo…-Le agarra el brazo.

-¡No me toques! -Se retuerce y lo mira fijamente- Ya lo sé, ya lo sé, tu eres un soñador, buscas maravillas y aquí sólo has encontrado realidad. En cierto modo eres un niño. Un niño que no quiere crecer, con esa extraña mezcla de pureza y fantasías, con ese cuento de que la vida te espera. Tranquilo sé que te vas, no hace falta que me lo digas, pero la culpa no es tuya es sólo mía por enamorarme como una imbécil. Y te envidio, porque a mí la vida me tiene agarrada por los cojones que no tengo. ¡Anda vete ya!

-¡Nun… nunca te había visto así Rosa! Lo siento de veras. No seas tonta, si llevas todo el día recordándome que hoy te había prometido acompañarte. ¡Venga vamos…!

-¡No, guárdate tu caridad!

Le da la espalda con los ojos llorosos, y asume la pérdida con el presuroso paso de la huida.

No lo hago por caridad, no lo hago por caridad. No te amo pero te aprecio, se repite, te aprecio mucho, mucho. Las palabras atragantadas hurgan, martilleando su falta de reacción al verla alejarse. Piensa que quizá sea lo mejor. Está alterada y si la siguiera y le hablara, ella no razonaría. La conoce lo bastante para saber que su orgullo no reconocería la cabezonería si estuviera equivocada. Pero el Mundo sabe que tiene casi toda la razón.

Lleva unos días tensa y agobiada, y hoy ha estallado. Da media vuelta y de camino cree encontrar una causa, ha empezado a empaquetar sus cosas para la nueva huida que planeaba mañana y ella se ha debido dar cuenta, tal vez al entrar en su habitación. Busca y encuentra razones para exculparse, pero la conclusión le señala, porque de igual forma sus atenuantes no aligeran el daño que le deja.

Rosa es una mujer fácilmente condenable, como oyó comentar a aquella mujer. Su medio de vida es ilícito y socialmente de los más execrables. Pero además, su familia ha dado blanco a las lenguas con el alcoholismo de su padre, el yonki de su hermano y la desatención de una madre, cautiva por una depresión crónica. Por no sumar a los tres hermanos menores, que se saltan a la torera la asistencia escolar y especialmente a la hembra, que con 13 añitos ya tiene fama de pendón, por ser lo bastante espabilada como para haberse dado cuenta de que le gustan los chicos.

Y encima ella, que era la única aplicá abandona sus estudios y tira un futuro decente para mantener a toda esa jauría de inservibles con la venta de esa cosa que dicen que mata. Pero mira cómo su hermano sigue vivo, seguro que a él no le da droga de la mala, sino de la buena. Así resumió hace una semana en corrillo de amigas, al oído indiscreto del Mundo, el trasfondo vital que Rosa le calla. Misma dama que terminó apuntillando, ¡Para que luego digan que los delincuentes los hace la sociedá, cuando está clarísimo que les viene de casta! Fogonazo de memoria que ahora regresa, para hacer más mísero el ansia egoísta de vida que de ella lo aleja.

Le ha mostrado sin proponérselo la luz del amor, que él no comparte, y con su proyectada marcha, queda a la altura del desgraciado huésped que sólo acierta a responder con robo, a la sincera hospitalidad. Sí, dice, probablemente lo mejor es irse y no verla más, porque aunque la respete y admire no la amo, y no puedo salvarla.

No verla más, le evitará el cruel dolor de sentir cerca lo que no se puede mantener. Pero y si me equivoco y el tesoro de una grata despedida la ayuda a luchar, se plantea al pasar junto al bar. Mira de reojo, Samuel está dentro. Dubitativo entra, aunque sea para driblar tanta cascada de auto recriminaciones.

Samuel está ensimismado con una máquina tragaperras y no lo ve, lo que aprovecha para pedirse una cerveza y ponerse a su vera.

-Siempre estás igual, ¡deja el vicio ya coño!

-¡Hombre…! ¡Viene, viene, bien…, mierda! Sólo una más y estoy contigo.

Por diez minutos lo mira absorto jugar. Imaginando por qué habrá gentes como él obsesionadas con la suerte, esperando que ésta les llegue y les solucione la papeleta; no cree entenderlos. Entiende una espera total, pero ésta tan insignificante y tan mentirosa, no. Lo compara con Rosa. Aparentemente su situación es muy similar, pero ella se ve obligada por el peso de una familia entera que sustentar. Mientras que él procede de una familia acomodada, que hasta le dio casa en propiedad. Puede que sea la llamada del dinero fácil, pero el riesgo que conlleva no planificar un futuro en el que invertir lo ganado, sólo puede ser falta de autoestima, o una desesperada búsqueda de llamar la atención, o una rebeldía suicida; se dice.

-¡Cabrona, hija de puta! -Se acerca a Segis para no prestar oídos a las quejas del dueño por patear su máquina- Está apuntito, apuntito.. Oye ¿y tú qué haces aquí cómo es que has dejado sola a Rosa?

Las explicaciones de uno y otro dejan hundido a Segis. Suelta la cerveza, sale del bar sin pagar y corre. Corre con todas sus fuerzas. ¡Ese cabrón, ese cabrón! ¿Por qué no me lo has dicho, tonta? Se repite, rezando porque no sea demasiado tarde, porque pueda alcanzarla, porque estén en ese pub, porque ella no haya…

¡Mierda de zapatos!, se dice porque le bailan y no le dejan correr bien. Los tenía que haber tirado. Pero los nuevos todavía le hacen daño y ya se había acostumbrado a ellos.

Ya casi está allí. Al alcance de su mirada, el pub donde suele pasar Rosa su material. Era donde hoy iba a acompañarla. No sabía que hoy, ella más que miedo tenía pavor, porque allí la esperaba el Sangres. Entra con el ruido de sus pulmones al límite. El local está repleto, empuja y bate el lugar hasta ver a un conocido.

-¿Dónde está Rosa? ¿Has visto a Rosa?

-¡Hombre, hola por lo menos!

-¡Que si la has visto!, ¿sabes si ha estado aquí?

-No, no sé.

¡Dios mío si ese Sangres…!, se dice al retomar la desesperada inspección, intentando no imaginar la suposición. Rosa es una chica reservada pero le habló de él. En otros tiempos fue un camello importante. Movía la heroína de la ciudad y uno de sus hermanos le debía mucho dinero. Un día juró matarlo si no le pagaba, ella se interpuso y casi la viola. Lo denunció. Hasta ayer, le confirmó Samuel, estaba en la cárcel, no le será difícil encontrarla y seguro que quiere venganza. No la ve. Angustiado se abalanza a la barra.

-¿Sabes si ha venido hoy Rosa?

-Pues… ahí sale con uno.

Sí, es ella abandonando el local con un tipo de malas pintas. Se abre paso con la cara demudada, a empellones, como un animal hasta que logra salir a la calle. Grita al verlos aproximarse a un coche, en el que parecen ir a montarse.

-¡Sangres cabrón!

-¡Mundo! -Alcanza a decir Rosa volviéndose. Su cara parece asustada y su tono deja traslucir un deje de advertencia. A su espalda Segis nota una presencia.

-¿Me buscabas hijoputa?

-¡Déjalo, déjalo! -Grita Rosa intentando acercarse.

-¡Cállate putita! Con que éste es uno de los que te has buscado para defenderte   -Mirándolo de arriba abajo- Me parece chaval que te has calzado un papel que te viene grande.

Segis ve desdibujarse esa cara alargada y llena de cicatrices al caer ante un puñetazo que lo noquea. Entre brumas sus oídos oyen gritos, carreras y finalmente un gran golpe seguido de un chirriante frenazo. Unas manos lo incorporan para que se asome ante el gran charco, que centrado en un cuerpo desvencijado forma el Sangres.

-¡Gracias a Dios, gracias!

La voz temblorosa es de Rosa. Pero su cabeza no le deja responder, sólo alcanza a pensar que hoy le ha tocado la lotería a una chica que la merecía. Se mira los pies. Sí estos malditos zapatos me vienen grandes.

La Mediocre Medianía

Mediocridad

Nos enseñaron a creer que nuestra cultura recompensaba el esfuerzo, casi como una fórmula matemática. Consecuentemente, todo aquel que llegaba a una posición de poder la conseguía por estar preparado, y ser el más listo, el más capaz. Pero cuando generaciones enteras de universitarios se topan con la imposibilidad de demostrar su valía, abocados al paro, a emigrar, o a trabajos mal remunerados. El hecho de que estén, en muchos casos, mejor preparados que aquellos que detentan el poder, debería hacernos comprender que la línea que demarca el éxito, no atiende a ideales, sino a intereses. Es entonces, cuando la gran mediocridad de la Sociedad actual, se esclarece sin dobleces.

La Democracia, tal y como la concebimos actualmente, tienes sus bondades, pero también sus defectos. La opinión de una mayoría extensa y heterodoxa, no representa a todos sus interlocutores, sino que impone aquella cuyo resultado se derive de los gustos, pareceres y creencias, más compartidos. En semejantes circunstancias, la mediocridad se hace rey, y reina, porque lo excepcional y único, suele ser deplorado.

Las múltiples caras que conforman la esquizofrenia pensante de un país, están representadas por sus famosos. Y en sus figuras podríamos ejercitar la deducción de lo que somos. Su símbolo muestra lo que la sociedad afirma y pretende ser, aunque su ejemplo y conducta expresen también a su pesar, lo mucho que se intenta negar.

La terrenidad de los héroes actuales no refleja ya el premio a un ejemplo vital, sino y sobre todo, la envidia de una vida de lujo a la que sólo puede aspirar un selecto club dentro del común de los mortales. Su valor es el triunfo y el éxito, más allá de la aportación real y social de sus méritos, al bien común. Y lo más descorazonador, es que su razón también explica, en qué nos hemos convertido el resto.

Los héroes de una sociedad, suponiendo que sus méritos sean el mejor reflejo de nuestras virtudes, deberían tener el don de ayudarnos a descifrar nuestros errores. En nuestras manos queda desenmascarar también, los indicios que denuncian nuestra vanidad, los prejuicios, el partidismo, y la razón de que tengamos y seamos enemigos entre semejantes

Las figuras públicas, aunque representen a la civilización en la que surgen, carecen de la riqueza plural de la población que los sustenta. En sus olvidos, huecos de contraparte que los represente, refulgen los perdedores. Todos aquellos que no llegaron a cruzar ese límite impreciso que determina la preponderancia, a la hora de participar en el juego social. Aquí subyace la dramática paradoja, ¿qué sería del mundo si todos esos excluidos llegaran a tener la oportunidad de testar su valía…?

Los padrinos y los buenos contactos desvirtúan la capacidad y excluyen a todos aquellos que no sean parte de su círculo. Gracias a su criba, sufrimos a tanto mediocre y sus medidas al mando de un banco, un gobierno, un ministerio, un periódico o una película. Tener, pesa más que ser. Así ha sido siempre, y es bueno recordarlo.

Porque entre los millones de fracasados, no sólo existió la medianía. Mucha brillantez debió perderse en los incontables vericuetos del pasado, y sin duda mucha se sigue desperdiciando hoy en día. La genialidad puede ser una amenaza, sobre todo para una sociedad, donde la regla de mesura está forjada por los contactos y la mediocridad. Ser más listo que tu jefe, siempre fue una rémora maldita para ascender en cualquier profesión. Y la sociedad contemporánea, ejemplifica como pocas la prejuiciosa perversión de esos círculos sociales de poder, tan cerrados, que más que ganarse con aptitudes, se heredan.

Siempre me he preguntado cuántos Einstein, Shakespeare, Miguel Ángel o Mandela, se habrán perdido en el camino. Y no sólo ellos, sino todos aquellos perdedores cuyos nombres no hubieran llegado a nuestros días, pero que vieron truncada su vida, sin que la sociedad les diera la oportunidad de demostrar su mérito. Aunque este fuera humilde y poco relevante.

Por tantos como aparecen y se visten de oropel, tantos otros serán dados de lado.

El acontecimiento no es nuevo. Pero quizá sí lo sea su conciencia, en tiempo presente y constatado por gran parte de la Opinión Pública. Una sociedad que desaprovecha a su juventud preparada, sólo puede estar comandada por mediocres. Más deudores de favores y de amistades interesadas, que dedicados a encarnar el papel que la mayoría les ha entregado.

Claro que algo de culpa debemos de tener todos, y no sólo por el voto. Muchas otras personalidades públicas están ahí por nosotros. Ya sean cantantes, actores o deportistas. Su recompensado prestigio es exageradamente desproporcionado en relación a sus aportes efectivos a la sociedad. Y la adoración desmedida de la sociedad hacia ellos, muestra nuestra propia mediocridad. Porque todo lo que ocurre, sucede porque la masa social lo ha permitido. Las raíces de la gran desigualdad que vivimos quizá se expliquen por nuestra soñada codicia. Por ello sólo comprendemos la injusticia del sistema cuando constatamos nuestra imposibilidad de pertenecer a alguno de los grupos de poder.

No adoramos a quienes nos dicen lo que no queremos escuchar, sino a aquellos que nos adulan el oído. Nuestra estrechez de miras no se detiene a pensar en la injusticia que supone que un famoso gane cien veces más que un trabajador medio, mientras aún tenemos la esperanza de pertenecer a ese Olimpo. Y sólo en época de crisis prestamos atención a aquellos que señalan los errores, una vez que el sistema nos excluye.

La mediocridad aposentada, que socialmente permitimos, tiene la oportunidad inmejorable de ser desechada con los cambios que reclama la crisis de valores, social y económica que vivimos. En tiempos revueltos, aquellos que hasta ahora no fueron más que perdedores, pueden tener respuestas válidas con las que encontrar la salida. Al menos su experiencia vital comprende la situación, porque ha sido la propia y la única que, hasta ahora, ha vivido.

No podemos pretender dar el salto a la excelencia, porque de millones de personas la media resultante no será nunca una nota alta. Pero sí debemos aprovechar la coyuntura para dar oportunidades a esa porción importante de la población que hasta ahora no ha podido participar activamente en el juego social. Entre ellos puede que aparezcan figuras relevantes, genios hasta ahora descartados, líderes que atiendan a las necesidades reales y personas que estén más preocupadas de crear ejemplos vitales que transformen la sociedad, que de dejarse adular por el triunfo.

La mediocridad, no me cabe duda, seguirá triunfando; la mayoría siempre lo hace. Pero tal vez con los cambios se puedan abrir canales que signifiquen una participación más directa de todos los sectores sociales. Se desperdicia y se deja a un lado a una gran masa social, e incorporarla, sin duda enriquecerá nuestra civilización. Porque la democracia, si sólo es el mandato de la mayoría, no deja de corroborar que lo que le gusta es imponer su dictadura a los grupos heterogéneos que pueblan las minorías. Sumar siempre es mejor que imponer. Tal vez ese sea el camino. Converger y agruparse en torno a los intereses comunes, para de alguna forma burlar la tendencia que el Sistema nos impone, de tender siempre hacia la mediocre medianía.

El Pobre País…

El Pobre País...

(Capítulo 3. Parte 1ª. Novela: El Sueño de Dios)

Un escalofrío le recorre la espalda como respuesta a los ojos de hiena que ha visto en el retrovisor. Sabe que algo va mal. Pero todavía no se ha dado cuenta de que él no es el único animal acorralado del coche. Su conductor ya ni se acuerda de cuando dejó de sentirse así.

Al bajarse del tren recorrió la estación entre aturdido y desorientado. El peso del equipaje, que lo dejaba indefenso, no impedía que un alegre sentimiento de vida lo empujara a sonreír a todo aquel que se le cruzara. Engullía con sus ojos, cada persona y objeto con la avaricia que da el comienzo de la aventura. A la tercera vuelta por el recinto, algo defraudado por la esperanza supersticiosa de cruzarse allí con quién lo guiara al acomodo en esta ciudad desconocida, enfiló el camino de la calle. Odiaba la pregunta por inevitable pero terminó por formulársela a un taxista.

-¿Conoce alguna pensión barata que alquile habitaciones por semanas o meses?

-Las conozco todas pero no sé cuál hace descuentos. Si no te importa esperar ahora vendrá un compañero que quizá te pueda informar.

Fue en la espera, cuando sintió aquellos ojos. Ojos entonces entornados y amigables, que acompañados de una sonrisa se le figuraron los que pertenecieron a su perro fiel, Toby.

-¿De qué huyes? -le preguntó cómplice.

-¡Ja, ja…! ¿Por qué crees que huyo?

Acomodó el equipaje y analizó al proyecto de amigo. Era un chico joven, de esos agraciados con una cara de eterno niño travieso y con un deje en el habla que embelesaba.

-Bueno me imagino… ¿un cigarro? -sacando un paquete y ofreciéndole- es lo que me ha venio a la mente con tanta maleta. Eso para mí es huir de algo, aunque no es la mejor forma -mirando el equipaje- ¡te lo aseguro que yo en eso tengo práctica!

-¡Gracias! -Dejándose encender el pitillo- ¿y por qué no he podido venir a trabajar o a estudiar simplemente?

-¡Va eso es lo mismo! En el fondo todos huimos de algo.

-Quizá, ¿tú de qué huyes?

Le insinuó entonces con la cabeza la posibilidad, que hicieron efectiva, de sentarse en un banco. El joven le habló de sus primeras huidas forzadas por la desgracia. Luego de las siguientes fugas, provocadas por el hartazgo de la cotidianeidad. Mientras Segismundo, intentaba descifrar en la rendija de sus gestos y en el detalle de sus tatuajes, la íntima razón de tanta huida.

-…Pero en realidad hay dos tipos de personas y yo soy de las que huye porque no le gusta la vida. ¿Y tú de qué huyes?, o ¿qué es para ti la vida?, que en el fondo es lo mismo.

-Bueno, más bien voy al encuentro, que no huyo de ella. No sé si tú has sentido alguna vez que ahí fuera, en el mundo, hay un destino único, maravilloso y sólo para ti. Yo siempre lo he presentido. Vengo a buscarlo, no sé cuál, ni si será en esta ciudad, pero lo que te puedo asegurar es que me cansé de esperarlo. La vida es muy grande y si uno busca con fe y con inteligencia, tarde o temprano te llega lo que vas buscando. Esa es al menos mi idea de la vida. Y voy a luchar por ella.

-¡Va, eso… perdona si te molesta… son gilipolleces! Quizá tú eres de una familia con posibles, o tienes estudios de esos de universidad y puedes llegar a ser un don alguien. Pero para la mayoría conseguir ese puta madre de destino es imposible. Sólo pueden brindárselo los ricachones.

-¡Guau… parece que nunca has tenido un sueño!

-Ya no creo en ninguno. Bueno sí en uno. Desde que era enano, sobre todo cada vez que mi padre me zurraba, el muy cabrón, yo me imaginaba que cambiaba mi sino con el de otro niño. Hasta llegué a soñar que nacía de nuevo y era el hijo de un actor famoso, una reina o de alguna gentuza de esa. Esta es mi única esperanza, que exista la reencarnación y que si hay próxima vez, la lotería me toque y sea un niño pijo. A peor no creo que pudiera ir. Claro que si estuviera seguro haría tiempo que ya me hubiera pegado un tiro.

-¡Qué va eso es lo último!

-Claro.-Rieron al unísono-Yo conozco una pensión. Si quieres te puedo llevar, más barato que el taxi te va a salir, a mí con que luego me invites a una cerveza, me vale. ¿Qué… vamos?

Segismundo dudó unos segundos. No hay peor duda que la del deseo cumplido. Pero si no lo conozco de nada, pensaba. Era el encuentro que había estado esperando, y aunque el desprecio que a la vida como posibilidad había mostrado le disgustara, el sincero compañerismo que le ofrecía le convenció.

-Y a unas rondas. Soy Mundo, ¿y tú?

-Pepe, encantao tío-Dándole la mano.

El motor del coche reverbera, al compás del pulso acelerado del Mundo al sentir por segunda vez la violencia de aquellos ojos. Me va a hacer algo, se dice. Ahora que está atando las conjeturas que desde que salieron de la estación ha ido sumando, le recrimina a su instinto por dejarse engatusar.

Qué sino puede significar el cambio de tono y las preguntas sobre si ha venido con mucho dinero, si conoce alguien y si alguien sabe que ha llegado allí. Cree que respondió con una adecuada sarta de rodeos, pero debió notarle algo en la voz. ¿Por qué sino el trayecto continúa por lo que parece lo más recóndito y aislado, y ha dejado de hablarle? Qué pretende, se pregunta.

-¡Oye colega qué lejos está eso!, ¿no? ¿No me habías dicho que más o menos estaba céntrica?

-Ya casi estamos. -Le responde tras una larga pausa, que le frena la respiración y le golpea las sienes.

Se alegra de haberse sentado atrás, ya que puede controlar todas las acciones inadvertidamente enfundado por sus gafas de sol. Pero la luz natural se va y no se atreve a quitárselas. Quizás está mosqueado porque no me sentara adelante con él, o por rechazar el porro al que me invitó. Se plantea por quinta vez, otra razón salvadora.

-Es allí enfrente -para el coche- ve a preguntar si tienen habitaciones. Yo te espero aquí.-Le indica con un gesto el cartel de pensión, en una calle vacía y en penumbra. Ha empezado a llover.

-¿Dónde, dónde…?

Se quita las gafas como si le dificultaran el entendimiento. Echa un vistazo tímido y fugaz a las manos de Pepe. No se atreve a comprobarlo pero teme haber visto algo brillante en ellas. Lo seguro es que no ha visto llaves en el contacto. Es un ladrón. Estoy en un coche robado y va a robarme.

-Oye ¿por qué no entras tú? Si te conocen siempre será mejor ¿no?

Intenta ganar tiempo. Pero la rabia casi burlona de esos ojos no le deja pensar. ¿Cómo saco mis cosas del maletero, cómo huyo cargado y encima con este tiempo?, se castiga, ¡Dios me la he buscado!

-No me conocen. Además -le sonríe cínicamente- yo no busco pensión.

-Bueno, si no quieres venir conmigo…

Abre la puerta y agarra la mochila de mano cuando…

-No te lleves nada. Mira primero si hay habitación -Sujetándole el bulto.

-Es por si tengo que pagar..-Pega un tirón y sale.

Desconcertado pone rumbo a la pensión a paso rápido. De pronto un golpe silencioso lo atrae y lo contiene contra el muro. Un vacío de sangre le contrae las entrañas y el aire le quema al sentir una navaja en su cuello. ¡No he oído ni la puerta cómo…!, su pensamiento es interrumpido.

-¡Por esto cabrón, por esto, por el dinero! ¡Soñador de mierda pa´l coche! Me habías caído bien y pensaba dejarte lo que llevaras encima. Ahora por chulo me vas a dar hasta los zapatos. ¡Entra!

Noqueado por la fuerza depredadora de una cara que no reconoce, dentro del coche se deja desvalijar. No comprende que la maldad que sufre no está guiada por la natural malicia de un chico, sino que es simplemente la respuesta feroz a las imágenes mentales de un preso fugado. Venganza a destiempo de una sociedad que lo ha incomunicado por meses en una celda de escasos metros, que lo ha vejado a golpes y a humillaciones por medio de carceleros, por el natural hecho de querer escapar, por hacerle sentirse menos que un perro desde una adolescencia plagada de reformatorios.

-Ahora los zapatos, me gustan.

-¡Tío no, tío mir…! -Da un puñetazo a la cara del carcelero que lo dejó desnudo y atado por las manos a la cama durante 14 horas.

-Tranqui tío, soy legal, no te voy a dejar descalzo con este tiempo. Toma los míos.

Se quita los zapatos sin creerse este episodio de impotencia y gritándose que debería si quiera luchar.

-¡Toma cabrón!

-Ahora hijoputa..-metiéndole la faca junto al pescuezo- me vas a decir el número de esta tarjeta, que con la miseria que tenías no llego muy lejos. Y mi destino como tú dices -arrastra las sílabas- me está esperando. ¡Canta!

Segismundo no dice nada. Tiene el cuerpo paralizado pero en sus ojos ya no brilla el pánico sino la rabia. Le pide ahora los ahorros de los últimos años, los sueños de toda una vida y el regreso a una muerte gris que conoce.

-Cero, cero, cero, cero.

-¿Ese es el número?, ¡qué número más tonto! -Antes de retirar la navaja- Lo voy a comprobar.

-¡Déjame por favor que me ponga si quiera tus zapatos!

Gana tiempo y un respiro, porque sabe que lo necesita con zapatos para comprobar el pin. Pero una vez puestos sorpresivamente empieza a golpearlo con una rabia animal. Lo desarma, lo desestabiliza y se ensaña en el suelo del automóvil gritando.

-¡Eso es lo que te vas a llevar cero pesetas cabrón, cero, cero, cerooo…!

Abre la puerta, agarra su mochila y bajo la lluvia corre al canto de..¡Policía, policía, policía…! Vuelve la cabeza por décimas de segundo y ve una sombra junto al coche ya lejano y corre con más rabia. ¡Policíaaaaa….!

Se detiene al percibir un murmullo en la calle y a pesar de su fuerte respiración oye el sonido de un coche perdiéndose. Vuelve la vista atrás y lo que quedan son ventanas abiertas y algún vecino asomándose por la puerta de su casa. No querías aventuras, ¡toma aventura!, se dice al notarse mojado. Siente su cuerpo por primera vez en el último minuto y le duele todo por los golpes. Anda, se mira los pies y se da cuenta. ¡Mierda encima me están grandes!

-Chico, ¿buscabas a la policía? -Se vuelve. A su espalda un hombre lo mira impertérrito bajo el aguacero.

-La necesitaba, me han robado.

-Si quieres puedes llamar desde mi casa.

Avanza hacia él. A sus espaldas aparece una puerta abierta. Se deja conducir dentro y acepta una toalla para secarse. La casa le fascina, la única decoración la forman pinturas y estanterías.

-Toma, así entrarás en calor.

-¡Gracias! -Toma la taza de café que le ofrece.

-Tendrás que llamar para hacer la denuncia.

-Creo que no la voy a hacer. No soy de aquí y no quiero que se preocupe mi familia.

-¿Te han robado mucho?

-Casi todo -se mira los zapatos- sólo he salvado esta mochila. Disculpe, muchas gracias por todo, pero en realidad sólo he entrado para sentir un refugio. Acabo de llegar a la ciudad. Sólo recomiéndeme una pensión.

-¿Turista?

-No, de aventuras, a buscarme la vida.

-Pues ya has empezado a tenerlas. Vosotros los jóvenes buscáis la vida con urgencia, la soñáis y eso la hace más grande y cambiante. Aunque claro no siempre va bien. Tienes coraje chico. Usa bien tu impaciencia, que la paciencia ya nos llega con la edad. Voy a sacar el coche y yo mismo te llevo.

-Gracias, es usted un buen hombre. ¿Sabe?, me recuerda a mi abuelo.

-Por cierto, como te diría tu abuelo, ¿tienes para la pensión?

 

 

 

 

 

 

-¡Dinero, maldito dinero! El tiene la culpa de tó. Y no, no te creas que voy a maldecir como muchos hacen al que lo inventó. ¡Yo maldigo al que lo tiene, coño! Porque es diabólico, está muy requetepensao. Encuéntrale algún fallo si lo tienes, ¡eh!, y ahora como no lo tengas, intenta buscarle un fallillo al sistema pá escabullirte.

-No, si no te digo que no. Pero ahora lo único que me agobia es que yo no tengo ni para un bocata. ¡Ni, ni…! Y gracias que ese señor me pagó la pensión que si no…

-Pero colega, ¿quién te manda venir a una ciudad en la que no conoces a nadie y fiarte del primero que te da conversación? Si no te niego que sea mala suerte. Pero es lo que hay.

Esta chica es la primera persona con la que el Mundo se desahoga. Lo abordó hace unos minutos por un cigarro. Era el último que le quedaba y ella lo invitó a compartir el porro. Quizá también movida por una cara que pedía algo, sin saber mostrar más que una tremenda desorientación. No soy de aquí, acertó a decir como inicio de una charla en la que pudo dibujar su situación.

Confiar en una desconocida lo descargó de la responsabilidad perentoria que la visita esta mañana al banco le ha dejado. La acalorada discusión sólo sirvió para dejar bien claro que sin identificación no iba a poder acceder a su dinero. El largo paseo que lo siguió por esta ciudad desconocida, no halló solución a su determinación de no ponerse en contacto con su familia. Le supondría volver a su pueblo momentáneamente, y eso nunca.

Las cosas no pasan como uno las supone, pero una vez embarcado Segis nota que a pesar de todas las recriminaciones de su lógica, por primera vez en su vida vive una aventura. La indefinición de su destino le parecía tan maravillosa que su excitada mente sólo aguardaba un hecho inesperado. El cual resolvería este primer contratiempo con una magia que una vez llegada lo conduciría en volandas hasta su triunfante sino.

-Sí es lo que hay, pero no puedo evitar ser así. Yo confío en la vida.

-La vida sólo es una broma pesada. ¿Y a quién le has confiado el envío de ayuda, a tu familia?

-No, no puedo. Ayer vine a buscarme aquí la vida. Sólo confío en esta ciudad.

-Pues colega aunque hayas venido a la ciudad sigues en el sur, aquí si tienes suerte consigues un trabajo de mierda con enchufe y mal pagado. Si no, como la mayoría de la juventud en la que me incluyo, búscate algo pá pagarte los vicios. Y arriésgate a que luego te llamen delincuente si te cogen, como si tuviéramos opciones. ¡Cabrones!

-¿Sabes algo que pueda hacer hasta que solucione lo del banco?

-Si no eres melindroso, yo sabía de… Espérame aquí que ahora vuelvo. ¡Mátalo!-se va dejándole la pava del canuto.

Lo apura. Se había propuesto no probarlo para así evitar emparanoiarse, pero al quedarse solo lo utiliza como la única evasión ante las miradas de los viandantes que le hacen sentirse desnudo.

Se recuesta al sol, pensando en cómo saldrá de ésta. Deshecha nuevamente contactar con su familia, ¡la que me armarían! Tampoco es posible que algún amigo le mande dinero, no puede acceder a su cuenta, ni tiene dirección. ¡Coño es que no tengo ni para llamar!

Lo primordial es la pensión. Esta mañana cuando se marchó no dijo que se fuera a ir y allí dejó su única mochila, y les importará tres pimientos lo que les diga si no habla con monedas.

En ese instante le llega el aroma de la pastelería cercana. No ha comido desde el bocata de ayer, y el ruego del estómago al que no puede satisfacer, le genera malos pensamientos. Quien se fijara, seguramente vería un chico con ojos de hiena, y es que acecha no sólo a la comida que pasa sino a los bolsos y gentes del paseo.

No, no sería capaz, se dice, pero qué sino le puede proponer esa chica de la que no conoce ni su nombre. Ya tarda. Mira al mar que tiene muy cerca y luego a sus pies. Sí definitivamente le están grandes. Como lanzado por una urgencia corre hasta la playa, se descalza y se aproxima a la orilla del mar para remojarlos.

La fascinación por los océanos existió en él desde pequeño. Mezcla de la lejana inaccesibilidad que desde su pueblo significaba el mar, y de la aventurera profesión de marino como camino hacia la libertad, que de adolescente lo embelesó mientras leía a Jack London y Joseph Conrad. Ahora la locura de embarcarse en cualquier carguero, la bosqueja como huida de la delincuencia que prevé, si no consigue dinero. Se echa mano para sacar un cigarro y recuerda que no tiene tabaco, ni plata. Siente frío, no en vano todavía es invierno, y le entra prisa por volver al único calor que le ofrecieron.

El trayecto le hace reconocer que ningún barco aceptará a un indocumentado sin profesión. Se jura aceptar lo que le ofrezca la chica, por ilegal que sea. ¿Alguien que haya pasado por semejante opción haría otra cosa? Sólo se oirán no de quienes hayan desconocido la necesidad. Antes de llegar vislumbra a la chica alejándose.

-¡Oye chica, espera, espera. Aquí estoy!

-Ya me iba. ¿Dónde te metes tronco?

-Por ahí. ¿Tienes algo para mí?

-Sí, ven.

La sigue sin atreverse a preguntar qué es lo que debe hacer. Averigua que se llama Rosa, cuando le pasa otro canuto, y empieza a reconocer el morbo de sus tetillas. empinadas. No es guapa, tiene unas caderas demasiado amplias, síntoma de una gordura incipiente y una cara sin chispa. Pero la sabe sincera y femenina, con sus ropas ajustadas y rockanroleras. Y lo principal para el Mundo, le cae bien. Sobre todo por su discreción. Ella le pregunta lo que presiente que le quieren contestar, y en sus réplicas le comparte un cinismo lúcido, que lo intriga.

-Mira lo que tienes que hacer es muy fácil. Ya casi llegamos. Y te puedes sacar unas… ¡Hombre Largo! Disculpa un segundo.

-¡Hola colega!

-¡Buenas!-Segis responde al saludo del hippie y permanece a distancia para dar privacidad al intercambio de hachis por dinero.

Comienza a obsesionarse. ¿Y si me propone un robo… o darle una paliza a alguien, o ponerme a pasar droga en la calle…? Yo no tengo cojones para eso. ¡O sí tengo, y lo que realmente temo, es la prisión como aventura indeseable!

-Perdona -vuelve- como te decía…

-Rosa perdona, pero creo que no puedo hacerlo.

-¡Cojones! Pero ¿qué te crees que te he buscado… el robo a un banco? Si yo tuviera agallas y fuera bastante inteligente no te creas que no lo daría. Pero ¡coño es sólo blanquear una casa!

-¡La cagué! Perdona es la paranoia.

-Ya, ya. Pero ¿qué te creías sino que te iba a dar costo del mío pá que lo pasaras? ¡Cómo pá fiarse de cualquiera! Y mira esto lo hago porque me has caído bien. Y bueno -mirándolo- porque también tienes un buen polvo.

-¿Ah sí..?

-¿Ah sí? ¿Eso se te ocurre? Se dice tú también.

-Pues eso, tú también.

-No me gustan los mentirosos. También se puede decir: ¡Pues tú a mí no me gustas!

-Leche que soy tímido. Pero de verdad que tú también me pones.

-¡Anda pieza, vamos!

Lo conduce finalmente a una casa grande y vieja. La puerta de entrada está abierta, y por la escalera se oye música ská a todo volumen. El piso en el que se introducen, parece a medio desmantelar, con habitaciones repletas de muebles y un pasillo lleno de restos de papel pintado. Al final, un veinteañero subido a una escalera, blanquea una gran habitación.

-¡Hombre aquí viene el robao! ¿Qué tal? -le estrecha la mano- ¡Ánimo colega que tó tiene solución!

-¡Gracias, eso espero!

La magia acogedora se despliega con Samuel de anfitrión y el Mundo de beneficiario. Antes de ponerle manos a la pintura, no sólo le cede el uso de su despensa, sino que hospitalariamente le obliga a atiborrarse en ella. Sigue la visita guiada por la casa, en la que le concede cobijo y cama so pena de enojarlo. Finalmente, relaja el preludio del trabajo con una litrona y un porro.

Al terminar la tarde Segis regresa a su nuevo hogar tras pagar la pensión. La jornada ha pasado tan rápida que sólo entonces recapacita. La conclusión de apenas 48 horas es que la vida es más rápida e intensa fuera de su pueblo. Incluso la ligereza de equipaje lo alegra, ya que le hace sentirse un hombre nuevo sin la carga del ayer. Llama a la puerta al llegar y mientras espera, siente la certeza de que las dudas han quedado atrás. Por fin las puertas del destino soñado, empiezan a abrírsele.

El Juez Ruz Denuncia las Maniobras del PP

Juez Ruz

Pablo Rafael Ruz Gutiérrez, el mediático Juez Ruz quien sustituyó al Juez Garzón en junio del 2010 en la Audiencia Nacional, y que instruye los casos Gürtel y la financiación B del Partido Popular, o Caso Bárcenas, ha denunciado las injerencias descaradas que durante estos años el PP ha realizado para que los casos de presunta corrupción y prevaricación, en los que está siendo investigado el partido en el Gobierno, y que él dirige, no se realizaran con premura en primer lugar, y finalmente no llegaran a depurar responsabilidades. “Estos intentos de manipulación del desarrollo normal de la justicia –ha dicho– rompen la democrática división de poderes, por las manipulaciones de un partido en los órganos de la judicatura, lo que demuestra la falta de legitimidad no sólo de nuestros gobernantes, sino de todo el sistema democrático.”

Las maquinaciones del PP se produjeron primeramente al ir apartando a los jueces como el juez Baltasar Garzón, que fue inhabilitado, luego a Antonio Pedreira, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, presionado para que retirara la imputación contra Luís Bárcenas, como así hizo, después cuando IU presentó una querella por los papeles de Bárcenas y le tocó al juez Gómez Bermúdez, maniobraron para que la instrucción la llevara el juez Ruz, y finalmente impidiendo que Miguel Carmona, el titular del juzgado 5 de la Audiencia Nacional y quien debía haber llevado las instrucciones, se hiciera cargo puesto que había sido miembro del CGPJ a propuesta del PSOE y uno de los fundadores de Jueces para la Democracia. Pero el Juez Ruz no pareció ser tan dócil, ya que terminó por negar el derecho del PP a presentarse como acusación popular, ya que los consideró, no cómo perjudicados, sino beneficiados de la presunta trama de corrupción, y debido a que toda sus acciones iban encaminadas a defender a Luis Bárcenas, en lugar de acusarlo, como supuestamente deberían.

Las declaraciones llegan tras la esperada decisión del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), con mayoría de jueces del PP y que curiosamente lo nombraron a él, pensando que sería dócil a sus intereses, de sacar a concurso la plaza del juzgado número 5, que es la que actualmente ocupa el magistrado, lo que supone de hecho un intento de paralizar los procesos y poner fecha de caducidad efectiva a su gestión, en la que podrá estar sólo hasta marzo.

Ante este hecho el Juez Ruz, ha afirmado que no piensa pedir una prórroga para continuar con los procesos, ya como juez de apoyo, puesto que esa es la intención última del PP. Ya que si lo hiciera, contravendría el artículo 216 bis 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que especifica que un juez de apoyo no puede ocuparse más que de asuntos de nuevo ingreso, y al hacerlo tendrían vía libre para anular los procesos. “Me pueden apartar –dijo– pero no les daré el gusto de que anulen mi trabajo. Es más de aquí a marzo les dejaré terminadas varias piezas, para que nada ni nadie pueda evitar que se haga justicia.”

Las piezas de los procesos que podría terminar antes de irse son la de “Jerez”, que afecta a la alcaldesa y senadora del PP, María José García-Pelayo, en la que también aparece implicado Isidro Cuberos, jefe de prensa y hombre de confianza de Javier Arenas. La pieza de la infiltración de la Gürtel en AENA, y sobre todo las piezas de la remodelación de la sede del PP con dinero negro procedente de la caja B, y la pieza en la que supuestamente se financió la campaña electoral del 2007 del PP de Castilla la Mancha con 200.000 euros, con la más que probable acusación de “delito electoral”, lo que pondría en jaque a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.

Carta Pública de un Desahuciado: “Prefiero la Cárcel”

Desahucio

Carta remitida a toda la Prensa:

“Cuando lean estas letras, querida Opinión Pública, yo ya estaré en una prisión. La decisión ha sido más fácil de lo que piensan, aunque no quiero afirmar con ello que fuera fácil. No es la primera opción que uno contempla cuando es desahuciado de su casa. Pero tras meses de espera, soñando con un guiño de la fortuna, me ha parecido la solución más razonable.

Mi pecado, quedarme sin trabajo, no creo que sea el único, pero sí el más determinante para quedarme en la calle. Culpa que me une a las decenas de miles de españoles que como yo, una vez perdida su fuente de ingreso, vieron derrumbarse poco a poco el mundo que con sudor, años y dedicación, habían construido.

Pero como les decía, no creo que fuera la única. He sido timorato en las decisiones y como costumbre social aprendida, he seguido a la mayoría. Eso explicaría la firma de la hipoteca, alocada decisión a tenor de los hechos. Por pensar, no ya que tenía derecho a una casa, sino a mantener, un poquito por encima de los mil euros, un sueldo digno y el derecho a un trabajo con el que sustentar a mi familia. Pero claro, ¡se me habían olvidado los derechos de los Bancos! Aunque lo que sí no entiendo, es cómo si ellos se arruinaron tanto como yo, porque el gobierno no les embargó y les hizo entregar sus numerosos pisos y propiedades, a cambio de la cuantiosa ayuda monetaria que ellos recibieron, y los cientos de miles de ciudadanos que como yo atraviesan dificultades, no. Si se trata de salvar el Sistema, ¿no sería lo más lógico empezar por la base social del simple ciudadano? O quizá es que no sea esa la intención, sino la excusa.

Nunca infringí una ley, y comprendo que la legalidad sea lo primero. Pero llega un momento en el que a uno, poco le importa ya nada. Me refiero a que tras el vaivén de peticiones de ayuda, ONG´s, comedores sociales, caritas, ayuntamiento, junta de distrito y asociaciones de vecinos; un día me vi literalmente viviendo en la calle. ¡Gracias doy a la providencia, de que mis hijos y mi mujer se pudieran albergar con su familia! Las discusiones venían de lejos, y yo no quise hacerme de más. Pero a pesar de los albergues para indigentes, uno no puede evitar verse tarde o temprano sin sitio.

Cuando te desahucian, no piensas que en un corto periodo puedas vivir momentos peores. Pero enfrentar la intemperie es el más duro trance, porque aniquila cualquier traza de autoestima que pensaras poseer. Luego la costumbre te difumina, y terminas aceptándolo.

Si algo debo agradecer a las autoridades, es su preocupación por ocultar y limpiar de la visión pública, los deshechos sociales. Las multas por rebuscar en la basura de los supermercados y los grandes almacenes, o las infracciones por dormir en la calle o mendigar; sólo despertaron mi indignación al recibirlas, y con ello un resto de humanidad y dignidad, que al parecer, me quedaba. Con ella comencé a pensar.

Cuando uno tiene más de cincuenta y vive en la calle, las esperanzas de volver a insertarse son casi nulas, y si además te hacen ilegal; al menos así lo afirman las doce multas que debería pagar. ¿Por qué no hacerlo real…? Al menos lo mínimo está garantizado a cuenta del Estado. No aliento a nadie. Sólo reconozco mis razones.

Además, últimamente, el perfil del recluso medio, se ha enriquecido bastante. Quién sabe si pasados los años de condena, una nueva amistad, nos permita en la vejez montar un negocito y… triunfar de una PUTA vez en la vida. Bueno, por soñar siempre hay tiempo. Eso sí, a cubierto, con cama, ropa y comida, y compañía, digamos que tan interesante, variada y peleona como para entretenerme los primeros meses. Y a la larga, me da incluso tiempo a prepararme otra carrera, como el Lute.

Muchos pensarán, con razón, que he sido un cobarde. Otros se escandalizarán de tan baja decisión. Yo sólo pude pensar en mí. Siempre me ha gustado la vida reglada, me tocó hacer la mili y me eduqué en una escuela franquista, tal vez todo tenga que ver. Pero la verdad es que ya no lo sé. Sólo sé que tomé la decisión, y que si ya están leyendo esto, es porque yo me encuentro en prisión.

Como sabrán, no maté a nadie. Nadie debe pagar la culpa ajena, bastante peso oprime la mía, como para repartirlo. Pero no me iba a pringar por una tontería, uno cuando planea esto no busca unos meses, sino la tranquilidad de unos años. Así que lamento el susto causado. El arma será real, pero descargada.

Reconozco que llevo días soñando, será porque hace una semana que entré en un albergue nocturno y el descanso ha sido más profundo. En el sueño yo ya estoy en prisión, pero por más que intentan, no hallan una celda libre para mí, la cárcel se llena y se llena de gente. Luego despierto. Sobresaltado, pero aliviado de saber que eso no pasará. Sería una revolución demoledora y original. Cada ciudadano excluido, forzando a la sociedad a encarcelarlo, hasta colapsar el país. Pero nunca ocurrirá.

Mi sitio está marcado allí. La prueba es ésta, la que ustedes leen.”

EL PACTO ANTI-PODEMOS

Pacto Anti-Podemos

Leía el otro día un artículo, a interpelación de un autonombrado analista político de twitter, de esos que te nombran para que los leas, pero que no tienen a bien ni responder tus comentarios, ni leer tus artículos; como yo hice, debo reconocer que por mera cortesía. Y descubría cómo la mediocridad que puebla desde hace tiempo los medios de comunicación, se reproduce en muchos de los nuevos medios alternativos que nacen en la red. De cuyo nombre y medio, no he de acordarme.

La profundidad de su alargado texto, tenía la debilidad de poder resumirse en una frase: “Es injusto que a Podemos le exijan un Programa Electoral que las formaciones políticas tradicionales, a día de hoy tampoco tienen.”

Nada más aportaba, a no ser que fuera la inequívoca ínfula de dárselas de comprometido y profundo, por esa crítica al sistema, engordada en párrafos carentes de análisis, vaciada de datos relevantes y huérfana de la más mínima reflexión, hecho que le hubiera supuesto arriesgar esa supuesta pretensión de ser un gran analista político. Condición que al parecer tiene ganada por publicar en un medio con muchos más lectores, que un humilde blog.

La guerra abiertamente declarada contra Podemos, era su excusa para ganar atención, lectores y renombre, pero su tímida vaciedad y escrupulosa corrección política, demostraba que no era su causa.

El carro de la indignación que ha cristalizado en Podemos va a movilizar no sólo a sus futuros votantes, sino a muchas distintas voluntades con intereses bien diferentes y contrapuestos. Más de los que se imaginan buscarán su propio beneficio, agarrados a esa corriente, a la que no se puede decir que sean afectos. Pero son los que han empezado a manifestarse y evidencian enemistad, los que deberían preocupar por ahora, no sólo a los simpatizantes de Podemos, sino a todos aquellos ciudadanos que de corazón, esperan una verdadera regeneración de la vida política, económica y social.

La poderosa maquinaria del Sistema: Partidos Políticos tradicionales, Medios de Comunicación y el Poder Financiero, lleva tiempo enviando mensajes para desacreditarlos: ProEtarras, Amigos de Dictaduras, Sin Programa Electoral, Propuestas inviables económicamente, la beca de Errejón, las supuestas irregularidades en adjudicaciones de Tania Sánchez (compañera sentimental de Pablo Iglesias, TVE dixit) y las campañas que están por llegar. No son más que prospecciones sin plan articulado. Una suerte de globos sondas a la espera de encontrar un mensaje que merme y afecte electoralmente a la formación, para luego crear una estrategia acordada y consensuada por los agentes del sistema, para mantener su Statu Quo.

El optimismo nos hará inferir, con razón, que los ataques demuestran que por primera vez, desde la Transición, el poder establecido teme perder esa omnipresencia plenipotenciaria, por la que se privatizaron las grandes empresas públicas: Repsol, Argentaria, Gas Natural, Telefónica, Endesa, Tabacalera, Aldeasa, Gas Natural, Iberia o Seat entre muchas otras, que se puedan regalar 3.000 millones a las compañías eléctricas durante el gobierno de Zapatero, sin que ocurra un escándalo, compensar a Castor con 1.350 millones por unas prospecciones infructuosas, o inyectar 108.000 millones de rescate a la Banca, que todos pagaremos y que nunca serán devueltos, anteponiendo los intereses financieros a los derechos a una vivienda digna de los españoles que recoge la Constitución, y seguir permitiendo los desahucios. Sin nombrar el goteo continuo de corruptelas y prevaricaciones, con causas interminables y con culpables que, si entran a la cárcel como en el caso de Jaume Matas, rápidamente son perceptores de un tercer grado penitenciario en contra de la opinión de las instituciones penitenciarias y otorgado por un gobierno que dice luchar contra la corrupción, y que ya parece probado que se financió ilegalmente.

La denuncia en un artículo de opinión que se detiene en una menudencia innegable, sólo se explica por la falta de atrevimiento y valentía en señalar la evidencia, esa que los medios de comunicación también callan. El todopoderoso aparato del Sistema va a luchar con todas sus fuerzas y artimañas para evitar que un grupo ajeno al poder y reflejo de una población mayoritaria y desencantada, llegue a ocupar el poder político. Sus engranajes de dominio no pueden permitir que se inserte en ellas una pieza ajena y contraria a sus fines, tan alejados del bien común y tan fieles transmisores de los poderes financieros.

La guerra contra Podemos sólo acaba de empezar. Y aunque parezca que la política tradicional esté falta de respuestas y que sólo ahora empiezan a calibrar la amenaza que se cierne sobre ellos, su aparente ineptitud y mediocridad para cambiar la tendencia de las encuestas, no sólo muestra lo que son; sino la soberbia que los erige. No sólo por ellos, sino por aquellos que fuera de plano, los apoyan y mantienen. En cierta forma saben, que los otros no permitirán que el modelo cambie, de ahí surge y crece su impunidad. El mundo es global, y bajo esa globalidad se ocultan los hilos del poder económico, representados entre otros por el FMI, el Banco Mundial y las corporaciones financieras, y la apariencia de que los políticos tradicionales parecen más estar a su servicio que hacia sus votantes, se pondrá a prueba en las próximas elecciones.

Espero equivocarme, pero yo soy pesimista. Piensa mal y acertarás, dice el dicho. Aún queda un año hasta que se celebren las próximas Elecciones Generales, y me atrevo a vaticinar que las campañas mediáticas contra la nueva formación aparecidas hasta ahora van a ser un mero juego de niños, comparadas con las que vendrán.

Podemos no creo que pueda ser una solución mágica que solucione todos los males que nos aquejan. Pero si llegaran al poder, su frescura cambiaría un panorama caduco y necesitado de esperanza. Cometerían errores y su afrenta al Sistema Establecido, podría tener consecuencias inesperadas, pero económica y socialmente buscarían un modelo más justo. Encaminado a disminuir el abismo que las élites financieras están estableciendo y que quieren implantar a cualquier precio. Creo que vale la pena el intento. Claro que no creo que les dejen llegar.

La II República Española ya lo intentó, y los poderes fácticos organizaron una guerra civil, cuyas consecuencias todos conocemos. Los grupos de poder se mantuvieron durante la Dictadura Franquista, y la Democracia subsiguiente comenzó sobre la base de ese poder económico y social establecido. Cambian las caras y las formas, pero no el trasfondo. Lo más probable es que Podemos, aunque ganara, no llegue a la mayoría necesaria. Entonces asistiremos a un pacto “Nacional” entre PP y PSOE, que justificarán con un viejo slogan: “Salvar a España”.

Sólo una mayoría suficiente podrá evitarlo. ¿Pero y si se alcanza… permitirán el cambio? Se supone que deberán aceptarlo, pero su talente y herencia, atada a tantos intereses lo descarta. Esperemos que el gran pacto Anti-Podemos que se avecina, acepte las reglas del juego democrático que afirman jugar, si pierden. Sino el futuro mostrará que España no ha cambiado tanto, para mal de todos, o al menos de esa gran parte de la población que sufre los recortes, y los seguirá sufriendo.

Eta Lamenta que Los Corruptos no fueran sus Objetivos

ETA

La Banda Terrorista ETA acaba de hacer público un comunicado en el que lamenta por primera vez el asesinato de las 829 personas que a lo largo de su actividad criminal y producto de sus diferentes atentados fueron asesinadas, desde su creación en 1958, hasta el 20 de octubre del 2011, cuando anunció “el cese definitivo de su actividad armada”.

A pesar del público arrepentimiento la organización terrorista sigue afirmando que sus fines estaban motivados por una aspiración que aún consideran digna y loable, pero esta vez, sí que dejan entrever que quizá los métodos utilizados no fueron los más indicados, a excepción de la época franquista, en la que dicen que hicieron lo que muchos les hubiera gustado, es decir, hacer frente a una dictadura cruel y sangrienta.

Lo más sorprendente es que afirman que a tenor de la situación económica y social española, se quejan de no haber previsto la importancia de la corrupción y que de haberlo sabido tal vez sus atentados hubieran ido encaminados más en esa dirección y cito textualmente: “No tuvimos la suerte de encontrarnos una situación como la actual, plagada de escándalos de corrupción, sino tal vez nuestro apoyo social y político hubiera sido mayor, y con ello la creación del verdadero Euskadi que pretendíamos y pretendemos, hubiera sido ya una realidad.”

El guiño a la indignación de la ciudadanía española ha encrespado a todos los partidos políticos, que tachan el comunicado de demagogo, por mostrar un cierto arrepentimiento a las víctimas de sus asesinatos, pero a la par, lamentar que la corrupción que hoy vivimos, no se diera en su época, y vender la imagen de que ellos los hubieran ajusticiado.

La segunda parte del comunicado hace hincapié en que la sociedad española y los gobernantes no estén dando los pasos adecuados tras su abandono de los atentados y alguna entrega de armas, y que a cambio los políticos propicien leyes encaminadas a acortar las condenas de sus muchos miembros condenados en cárceles españolas, así como que se ponga fin a la dispersión de presos y se les agrupe en cárceles de Euskadi.

Finalmente afirman están en disposición de hacer una entrega total de su armamento, si se cumplen las condiciones previas sobre los miembros etarras que actualmente están en prisión, y se comprometen a utilizar parte del dinero que aún posee la organización y el que pueda generarse por la entrega de las armas, para pagar compensaciones económicas a las víctimas de sus atentados.

Además de la polémica suscitada y anteriormente citada, la mayoría de los políticos se han felicitado porque por primera vez se haya hecho mención a las víctimas y se empiece no sólo a reconocer el error, sino a compensarlas. Aunque todos las formaciones coinciden que la ley está para cumplirse y que no piensan adoptar medida alguna para acortar las condenas de los etarras encarcelados. Sino que primero debe la banda terrorista entregar todo su arsenal.

La Huída Soñada

Huida2

(Capítulo 2. Parte 2ª. Novela: El Sueño de Dios)

Interesante pregunta chico. La vida no es más que ilusión, sueños o ambiciones, si quieres llamarlo así. Pero la vida con grandes letras es ilusión. El resto es desidia y monotonía, no importa si consigues o no tus metas. La vida o se rellena de nuevos anhelos o se desinfla en la nada. Por eso se venera la juventud, porque es el formulamiento de los sueños. La madurez, con suerte, sólo es la consecución de lo soñado y en la mayoría de los casos, la instalación de la rutina.

No, no me mires tan perplejo, ni me juzgues pesimista. Soy práctico, disfruto de las pequeñas cosas, conformistas ilusiones digamos. Pero uno aprende a no dolerse de lo perdido. Y claro lo conseguido ya ni lo apreciamos. Eso es la vida. Y para usted joven ¿qué es la vida?

Segis se siente aturdido. Todavía sigue conversando con este tipo, aunque empieza a parecerle un amargado y además un engreído. Sólo porque es mayor se cree con capacidad de dar lecciones. No, definitivamente no es la clase de encuentro que se había imaginado.

No sé si ustedes, queridísimos lectores, han saboreado la densidad de una maleta camino del día cero. Cargados con la felicidad exultante que los nervios colorean con la total activación sensorial. Cuando uno tiene la impresión de que algo grande comienza en su vida, y siente la excitación de ser el protagonista y a la vez único testigo y tesorero de momentos que deben ser recordados. Como si su conservación y posterior uso, fuera beneficioso para un otro futuro.

Sea como fuere, esto creía el Mundo, que había pintado cientos de veces la llegada de estos momentos, con personajes diversos y situaciones variadas. Pero con un todo impregnado por la magia de la existencia y una complicidad única. Sin duda ingenua versión de un mundo exterior que desconocía y que suponía cargado de almas soñadoras a las que la casualidad emparentaba, con el movimiento del viaje, por minutos o decenios con las únicas reglas de la sinceridad y la trasgresión.

Sin embargo la casual lotería de esta línea de autobuses, ha proporcionado de compañero de asiento al sempiterno, y conocido por todos, moscón de trayecto, al que nadie debería criticar por sus ganas de comunicación en un mundo tan falto de ella como es el nuestro, pero que tras ¿A dónde va, a qué se dedica, dónde vive, qué música le gusta, cómo se llama…? Debería apreciar si su charla es bienvenida o no. Sin necesidad del ¿no le molesto, verdad?, que más que demostrar sus buenas maneras, compromete las del interlocutor, que impertérritamente para su desgracia, siempre miente diciendo No.

Aunque la situación empiece a ser incómoda, como es el caso de Segis, nota que hay algo en ese gordinflón, de vida familiar, gris y vulgar, que le recuerda mucho a alguien. Y teme que sea a sí mismo, aunque nunca lo reconocerá.

La vida es amor, viaje, dolor, conocer, triunfar, conseguir y disfrutar. No, los sueños son importantes sólo y cuando se cumplen, con ilusión no se vive. Aunque claro la vida es… Bueno no sé bien lo que es. Todavía no, por eso viajo.

Pedro es un jubilado, avejentado para su edad y con porte bondadoso y discreto, que está disfrutando más de lo que su cotidianidad parece ofrecerle. Su mujer si pudiera verlo, podría llegar más lejos, pues ante el actual brillo de sus ojos, afirmaría reencontrar al joven de 20 años, del que se enamoró. Y es que dejándose caer por una cuesta de sentimental evocación, inusual para su aprendido comedimiento, ha comenzado a hablar del arte, al que un día quiso pertenecer. Pero claro, eso coincidió con el ímpetu del amor. Cuyos gastos conyugales de hogar e hijos hubo que alimentar con años rutinarios. Donde durmió las fantasías de ser un gran pintor. Sin mucho tiempo para recapacitar sobre lo perdido en el camino. Hasta que llegó la paz como fruto del afecto, permitiendo en el primer nieto, la perspectiva serena del pasado.

Ahora la voz le tiembla, y mirando en el infinito ventanal del viaje, al nieto que no está afirma. No, no me arrepiento de lo que tal vez perdí. Tal vez pude haber sido grande… pero ahora soy feliz.

            -¡Qué suerte, al menos usted ha conocido el amor! Yo, al verdadero, por lo menos aún no.

Excitado prosigue charlando e inquiriendo. Ávido sin saberlo, por aprovechar un encuentro que muchas veces intentó esbozar con sus hijos sin llegar a protagonizar; en el que ofrece la esencia vital recopilada a otro yo, para que eluda sus tropiezos. Pedro se da cuenta de que el muchacho sigue escuchándolo, sólo porque se ha activado la capacidad de esponja que genera todo cambio. Y sabe, no por nada los años dejan su poso, que aunque ahora no las acepte, sus palabras le germinarán futuros pensamientos.

El recorrido del autocar se adentra en un pueblecito tan aburrido y común como el que dejó atrás Segis, y tan opuesto a la gran ciudad que le espera, que desconoce, y en la que vivió sus sueños de acuarela Pedro.

Anda si es mi parada. Ha sido un placer. ¡Que le vaya muy bien joven, de todo corazón! Se despide. Atajado por la intensidad de unos minutos que al descender le descubren, que la impaciencia por la llegada del amor que ha manifestado el joven, y que el ha tildado de benefactora por la prolongación de la ilusión y la pervivencia de los sueños; le tambalean la paz interior con una imposible envidia, que ya creía superada. Le gustaría ser el otro, al que deja ir. Absurdamente cree, que por segunda vez en su vida.

Segismundo se acomoda en su asiento, aliviado por la soledad recuperada. Cierra sus ojos, llamando al descanso del sueño que no puede llegar. Importunado por los flashes de pensamiento, que hacia todas direcciones lo asaltan. Uno de ellos lo incorpora súbitamente. Es para averiguar los kilómetros que faltan, comprueba que menos de los que necesitaría, aunque el autobús reiniciara la ruta. El miedo al andén futuro, suspira por un trayecto interminable, sin raíces, sin compromisos, sin dolor, sin peligro.

Las culpables son las posibilidades. Con su esmalte infinito e indescifrable, que avasallan la necesidad, con los matices del peligro. Desasosegando la ilusión de un inicio, que Segis enfrenta con la segura adrenalina del misterio.

Está cagado, más cagado de lo que su torpe cobardía le había mostrado hasta ahora. Pero este pánico tan elemental, es a la vez vital y bravo. Lo excita, como nada vivo haría. La sutil droga que se autoinyecta el ser humano, desde tiempo inmemorial y en desuso en este siglo, que introduce al advenedizo, con el empujón del miedo, en la esencia de la valentía.

Sí está haciendo planes, como un general antes de la guerra. Visiona situaciones y responde, marca prioridades e imagina logros, sueña encuentros y dibuja compañeros, escarba en su sexo y posee ninfas, vislumbra edificios y supone climas. ¡Pero el tiempo le pasa tan despacio! El Mundo ojea su reloj por décima vez, en el intervalo de doce inquietudes y cinco minutos. Enciende un cigarro y no se detiene aunque lo absorba el tránsfuga paisaje que le habla de presente, futuro y pasado.

Se dice un no, tras recrear el periplo de su existencia, que encuentra corto pero intenso. No, ahora voy a empezar de cero, el pasado no existe. De esta forma brutal y castradora corta las velas y se bautiza. Jurándose no volver a los recuerdos de lo que deja. Sin admitir cosas, situaciones, espacios, ni personas.

Está cagado, más cagado de lo que nunca ha estado. Pero se promete unirse a lo desconocido y parir un extraño hoy. Llevará su cara, su porte, sus recuerdos incluso, pero otra persona será la que emprenda el andén, de llegada. Y lo más apropiado claro, es buscar otro nombre. Aún no sabe cuál, pero tiene que encontrarlo. Segismundo fue la imposición de la tradición familiar, lucha de un patriarca desconocido que buscaba la burla simbólica de la muerte, con la continua sucesión de un nombre, que pasaba de padre a primogénito descartando la individualidad y exigiendo el respeto a una pertenencia abstracta.

Pero el desagrado al propio nombre, principiaba por algo tan nimio como su falta de actualidad y de participación en una moda que se mostraba ácida en chistes y tomaduras de pelo. Pero que además, cercenaba el señorío y el olor de la aventura que Segismundo envidiaba en otros nombres, injustamente inapropiables. César, Alejandro, Ulises, Truman, Hernán, Marco Antonio, Kurtz, Jack, Zeus…. tantos que ahora que puede escoger no encuentra el adecuado.

Piensa en su apodo y reconoce que le gusta. Representa todo lo que desea conocer, el origen de sus ambiciones y el eclecticismo al que aspira. Esa es una declaración de intenciones, quizá demasiado rimbombante y pretenciosa. Mundo, se dice en voz alta y le suena bien. Soy el Mundo, se repite y recuerda el sueño que de pequeño tenía con frecuencia, aquel en el que el globo entero estaba a sus pies, como una conquista total. Lamenta que desde la llegada de la adolescencia no haya podido saborearlo de nuevo. No era más que un sueño, pero disfrutaba viéndose en él. Aunque supiera que era sólo eso, un sueño.

Mira el reloj y se sorprende de llevar más de dos horas divagando. La paz del cansancio lo acomete de pronto, no por nada los nervios no le han dejado pegar ojo en toda la noche. Se acomoda para echar una cabezadita y en segundos está durmiendo. Sueña:

 

Estoy en mi habitación, pero no en la de ahora sino como estaba cuando era niño. Juego con el coche de los Picapiedra. Sólo puedo ver mi mano manejándolo, pero es increíble ver que sigue igual. Hace casi veinte años que lo perdí y no lo podía imaginar. Pero ahí está, hasta en el mínimo detalle. Salgo abruptamente del cuarto, me da mucha rabia no haber seguido fijándome en cómo era. Ya lo he olvidado cuando me veo recorriendo la casa. Quiero recordar cómo era y no puedo. Me sigo vigilando y me extraño de ver a un niño cuando sé que ya he crecido. Mi casa está como fue entonces. No me paro a verla detenidamente, aunque sé que luego me dará mucho coraje. Sé que no hay nadie, estoy solo.

Bajo las escaleras y salgo a la calle. Todo está desierto. De pronto soy mayor. No me he dado cuenta de cuando he cambiado, pero no me importa. Por unos momentos, al recorrer todo mi pueblo y no encontrar ni un alma, parece que voy a tener miedo o a llorar, pero siento que sonrío. Ya no me veo. No al menos desde fuera, sino desde dentro de mis propios ojos. Estoy feliz de repente, sé lo que pasa. El mundo se ha parado, el tiempo al menos para todos, excepto para mí claro. Es como si hubiese conseguido una máquina de ciencia ficción, pero tengo la certidumbre de que es sólo porque yo lo he deseado.

Ahora estoy en otro sitio. Debe ser la capital, pues reconozco algún edificio que una vez vi en una postal. Está igualito, lo cierto es que parece una postal. Aquí sí hay gente, coches, humo… pero todo está congelado. Me entra la tentación de pellizcarlos, hacerles cosquillas o empujarlos. Pero no lo hago. Sé que no debo hacerlo.

Me encamino con paso alegre a algún sitio. No sé cuál, es pero en el fondo sé que lo sé. En el trayecto la realidad parece hacerse más fuerte. Sensaciones, olores y sentimientos se muestran a mi alrededor. Casi puedo tocar el todo como algo material. La miríada de colores me hace dudar, es todo demasiado real como si…

Pero no encuentro el qué. Empujado como me encuentro por la intensa diversidad que me acompaña, tan fascinante y seriada, que cada una impone el olvido de la anterior.

Ahora estoy en un gran centro comercial. He llegado por mí, pero no sé cómo. Me abalanzo a por lo que deseo, en un desenfreno avaricioso y acaparadoramente libre. Deshecho deseos, para acomodar a los nuevos antojos en mi regazo. Me río, me siento vivo, lo quiero todo.

Estoy fuera, percibo lo que he conseguido y ya empieza a perder su encanto. No veo más que juguetes, no soy un niño pero es lo que he escogido. Me monto en la bici y arrojo el resto, siempre quise tener una bici. Desciendo una gran cuesta buscando una casa, y me doy cuenta de que lo que siempre quise fue en realidad un barco. El descenso parece no tener fin. La bici empieza a temblar, es la fuerza del aire. En uno de sus golpes, dejo de percibir la bici, empiezo a volar.

Mi vista y mi deseo siguen la búsqueda, en la lejanía del lienzo de la ciudad, busco un ático. Elijo mi casa, mi lugar en el mundo, quiero la más alta.

El llano desciende mi velocidad, casi ni avanzo. El tiempo, las cosas, la vida sigue congelada, excepto yo, que sé que tengo todo el del mundo. Pero ¿por qué siento que el tiempo va a volver?

Un ruido, un claxon, voces. Despierto. Era un sueño, sólo un sueño. El autobús ha llegado a su destino, la gente desciende, me despejo y aún somnoliento, me uno. He llegado.