Carlos Castaneda, entre La Magia y La Sospecha

La Magia de Carlos Castaneda

La Magia quedó recluida, mucho tiempo ha, en el reino de la imaginación. Coto reservado para niños, soñadores y enfermos que perciben lo que la ciencia niega que, más allá del interior de sus cabezas, exista, y que explicaría algunos casos de enfermedad mental. Aquellos en los que sólo se pueden mesurar las sustancias segregadas y las zonas de actividad, pero no las causas, porque no hay un patógeno objetivo y físico que justifique las percepciones que causa. A ese limbo sin ley ni justificación cósmica, quedaron relegados los duendes, hadas, seres primordiales, fantasmas, psicofonías, premoniciones, brujas, alquimia, chamanes y druidas, fruto al parecer únicamente de nuestros juegos mentales y de la química neuronal. Las leyes de la física lo explican todo y aquello que no alcanzan a probar con sus hipótesis, lo explicarán algún día con la suma de tiempo, conocimiento y estudio científico. Esa gran verdad es real, desgraciadamente, porque así lo creemos todos.

Esa certeza ilustrada, madre del progreso tecnológico que vivimos, nos ha convencido de que todo aquel fenómeno que no entra en su estudio y al que no puede aplicar su base científica, no es más que superchería. Coletazos de aquellas creencias y costumbres de las sociedades que nos precedieron, a las que los planes de estudio nos hacen ver como ingenuas, atrasadas y crédulas, guiadas por dioses falsos y chamanes que meramente se apoyaban en la superstición y la falta de instrucción de su pueblo, para sembrar humo y artificio que alumbrara y justificara el poder que por su preciado, aunque escaso conocimiento del mundo, ostentaban.

El maniqueísmo se inculca fácil cuando no quedan testigos y su justificación te incluye como perteneciente a una civilización superior. Pero resulta naif, simplista e ilógico deslindar la grandeza de conocimiento de grandes hombres como Platón, Pitágoras o Cicerón y a la vez denigrar la ideología, los valores y las creencias de la sociedad en la que estos surgieron, más aún cuando su forma de llegar a ese conocimiento se instrumentalizó en escuelas de aprendizaje que entrelazaban en sus rituales iniciáticos el conocimiento y el misticismo como un todo. Si nos maravillan sus resultados, es incongruente denigrar su método simplemente por el hecho de que hemos perdido su conocimiento y nuestro único punto de vista, la ciencia, no lo contempla ni comprende.

El ser humano no era más tonto en el pasado, ni es más inteligente en la actualidad, quizá el nivel de instrucción e ignorancia ha variado ostensiblemente, pero también lo ha hecho el procedimiento y los caminos de la sabiduría. Pecamos de creer que el camino del hoy es el único válido, pero las documentadas curaciones de cáncer y de otras mortales enfermedades logradas por Paracelso un confeso alquimista, por poner un simple ejemplo, señalan que hubo otros, perdidos como el camino que llevó a los mayas a su perfecto conocimiento de la astronomía. Inexplicable careciendo de tecnología y por la mera contemplación, como afirma la ciencia moderna, puesto que sus conclusiones alcanzaron a dibujar el ciclo cósmico de 26.000 años que traza el sistema solar a lo largo de la Vía Láctea y que coincide con la precesión de los equinoccios que ejecuta la tierra en un ciclo completo a los doce signos del zodíaco, curiosamente equivalente al año platónico, y que la ciencia actual cuantifica aproximadamente en 25.776 años.

Imaginen ahora a un antropólogo criado en el método científico, quien en el año 1968 publica un libro que intenta ser un estudio de campo sobre el chamanismo, con gran éxito tanto a nivel académico, como popular y de crítica, pero cuya negativa a presentar al chamán protagonista para evitar que sea tratado como una atracción, genera una campaña de desprestigio y ninguneo a sus contenidos, que se intensificará y crecerá con cada uno de sus libros. Sobre todo porque si en el primero las experiencias podían achacarse al uso de psicotrópicos como el peyote o el toloache, en el resto, las experiencias paranormales van aumentando su calibre sin que intervengan más plantas de poder, además de que el tono abandona el academicismo primero y a pesar de las dudas del protagonista, el mágico mundo de su maestro toma un ámbito de realidad que no es ilusorio ni fruto de los caprichos de su fantasía, al menos si decidimos creer su testimonio, que siempre calificó sus libros como no ficción.

Carlos Castaneda fue aquel joven universitario desacreditado por el academicismo y vilipendiado por ensayos, libros, artículos y webs que desde la óptica científica creyeron encontrar pura elucubración y rastros de plagio en sus obras. Desde retazos de libros sobre misticismo de la cultura japonesa y la hindú, a frases de la filosofía e intelectualidad de su tiempo. Pero también se convirtió en mito, un gurú de la New Age y de un nuevo misticismo que intentaba rescatar ese conocimiento perdido que aún atesoran chamanes y tradiciones de la América profunda, con la noción de que la realidad ordinaria no es más que aquella que, como miembros de una cultura, hemos aprendido a percibir a través de nuestro sistema cognitivo, pero que existen muchas otras realidades que pueden ser experimentadas si se aplica la conciencia y la intención adecuada, usando otro sistema cognitivo, ese que aplican los chamanes y que les permite ver fluir la energía fuera de las ataduras de la socialización y la sintaxis.

El documental Tales from the Jungle: Carlos Castaneda, producido por la BBC en 2007 expone testimonios de compañeros de universidad, amantes, seguidores y familia para exhibir las pruebas concluyentes de que su muerte en 1998 por cáncer probó que él no se había convertido en chamán y que todo había sido un fraude, lo que provocó el supuesto suicidio de su círculo interno que desapareció desde ese día, como probarían los únicos restos encontrados de su hija adoptiva y también supuesta amante, Patricia Partin, en el desierto del Valle de la Muerte, en California. Pero a pesar de que el foco se centra en esa parte oscura de un hombre obsesionado con el sexo y que ha creado una especie de secta en la que él mismo se cree su patraña, no para de llamar la atención cómo su primera esposa, Margaret Runyon Castaneda, su hijo adoptivo CJ Castaneda y la Dr. Margarita Nieto, de la California State University, al recordar el supuesto encuentro de Carlos Castaneda con Don Juán, reconocen la genuina impresión, el cambio producido en él desde entonces, sus viajes continuados durante años y la posterior crisis y miedo producidos por penetrar en un mundo en el que las experiencias fuera de esta realidad se sucedían sin mediar el uso de drogas.

Algo le aconteció, aunque sin duda es más fácil agarrarse a sus contradicciones, al secretismo voluntario que lo rodeó y que le hizo huir de entrevistas y fotografías, que contemplar la mágica posibilidad de que sus 13 años de aprendizaje sobre el misticismo tolteca, aunque su maestro fuera de origen yaqui, como él afirmara siempre, pudieran tener un poso de verdad, más allá de que la elucubración y el ego le hicieran perder el contacto con la verdad.

La complejidad y congruencia del mundo chamánico exhibido en la totalidad de su obra resulta casi imposible como fruto de la mera imaginación, aunque puede ser contemplada como prueba irrefutable del plagio hacia el misticismo de otras culturas, obras y épocas, pero también puede indicar su veracidad por los paralelismos que todo estudioso de los textos esotéricos encontrará en las tradiciones herméticas de Grecia, oriente, África o América. La decisión final, dependerá de la elección privada de cada lector.

Pero más allá de valoraciones sobre su realidad o ficción, sus libros muestran a un brillante narrador con historias llenas de magia y de experiencias fuera de esta realidad con seres intangibles, dimensiones paralelas, viajes en el tiempo, chamanes que burlaron a la muerte, uso de los sueños como herramientas de poder, bilocaciones, dobles energéticos, puertas entre las realidades y decenas de procedimientos para equilibrar la energía y ganar conciencia. Quizá su testimonio, siempre aferrado a que sus relatos eran producto de la experiencia, podría ser catalogado por la ciencia como enfermedad mental. Pero aquellos que hemos experimentado experiencias paranormales, sin uso de sustancias, quizá sólo veamos un poso de verdad, ese hilo, que más allá de excesos y alguna posible mentira, comenzó con la aproximación a un conocimiento que la cultura occidental y científica, hace mucho tiempo ya, ha perdido.

Autor: MartiusCoronado

Martius Coronado (Vva del Arzobispo, Jaén 1969). Licenciado en Periodismo, Escritor e Ilustrador. Colabora en Diario 16. Reflejo de la diáspora vital de vivir en Marruecos, USA, UK, México y diferentes ciudades españolas, ha ejercido de profesor de idiomas, jornalero, camarero, cooperante internacional, educador social y cómo no, de periodista en periódicos mexicanos como La Jornada, articulista de revistas como Picnic, Expansión, EGF and the City, Chorrada Mensual y El Silencio es Miedo, así como ilustrador o creador de cómics en diferentes publicaciones y en su propio blog: www.elpaisimaginario.com La escritura es una necesidad vital y sus influencias se mezclan entre la literatura clásica de Shakespeare o Dickens al existencialismo de Camus, la no ficción de Truman Capote, el misticismo de Borges y la magia de Carlos Castaneda, en cuyo homenaje creó: El Chamán y los Monstruos Perfectos, disponible en Amazon. Finalista del II premio de Literatura Queer en Luhu Editorial con la Novela: El Nacimiento del Amor y la Quemazón de su Espejo, un viaje a los juegos mentales y a las raíces de un desamor que desentierra las secuelas del Abuso Sexual.