Fernando Alonso tras su accidente: “Voy a ayudar a los Pobres”

Fernando Alonso

Fernando Alonso, el piloto bicampeón de Fórmula 1 español, tras el accidente que tuvo el domingo pasado durante la última jornada de test y entrenamientos en el circuito de Montmeló, previa al inicio del campeonato, ha hecho llegar a la prensa un sorprendente comunicado por medio de su representante, Luís García-Abad. En él afirma que tuvo una revelación y que ha comprendido el importante papel que las figuras públicas deben jugar para cambiar este mundo injusto, y en respuesta va a donar los ingresos íntegros que recibirá este año por pilotar con la escudería McLaren, unos 35 millones de euros, para apoyar a las diferentes asociaciones y causas que luchan por las decenas de familias españolas en situación de desamparo por la crisis, en especial a los desahuciados y a los parados de larga duración.

En el comunicado Fernando Alonso afirma que tuvo una experiencia paranormal, parecida a aquella que afirman tener los que superan un accidente mortal, pero que en lugar de ver pasar su vida, sintió por primera vez cómo si viviera en primera persona las fatigas, penalidades e injusticias de todos aquellas personas excluidas por la última crisis. “Nada –afirmó– se puede comparar a esta experiencia. Fue por ella y no tanto por la violencia del impacto, por lo que no pude salir del coche. Estaba impactado y abrumado por sentir en carnes propias, lo que es ser un ciudadano medio y ser impotente para luchar contra tanta injusticia. “

“Comprendí en un instante que gran parte del problema está causado por nosotros los famosos deportistas, actores, o empresarios, que ganamos fortunas como si fuera lo más natural del mundo, y nunca nos ponemos en lugar del otro, que aunque vivieran muchas vidas y tuvieran trabajo, nunca podrán ganar lo que nosotros en un mes. Comprender esa inmoralidad me ha hecho una persona diferente. Por ello ahora intentaré promover la conciencia entre los privilegiados, para que entre todos repartamos la riqueza de un mundo tan mal repartido y gobernado.” Termina diciendo, al final del comunicado.

Lo curioso es que hace unas semanas nos enterábamos de que el famoso piloto de Fórmula 1 español, figuraba en la lista Falciani, junto con grandes personalidades y empresarios de todo el mundo que tenían cuenta en el banco HSBC de Suiza, claro que él podía justificarse por tener la residencia en dicho país, y su enfado fue tal, que llegó a hacer público su intención de demandar a aquellos que lo habían vinculado con la lista. Ahora vive en Dubai y si es fiel a su sorprendente declaración, suponemos que retomará su residencia en España, para que el dinero prometido y los impuestos que pudieran generar sus iniciativas de ayuda, recaigan en la maltrecha sociedad española.

Ojalá su ejemplo se extendiera a más personalidades públicas y famosos de talla mundial, porque sin duda ellos pueden hacer mucho por cambiar un mundo injusto, al menos los medios de comunicación les dan voz, no como ocurre con un anónimo parado o desahuciado.

La Mentira crea el Mundo

Mentira

La mentira es el maquillaje que aplicamos a la realidad. Su primer uso, no pretende más que aderezar de color y acercarle, a aquel que nos escucha, la explicación de lo que hemos vivido. Nos vence, ganados por el efecto de poder transmitir los hechos y los sentimientos que nos generaron, la tentación de adicionar a lo ocurrido; para así de una forma naif, pensar que la empatía podrá recomponer en la mente del otro, un total más verdadero. Edulcorada, cualquier realidad parece mucho más real, sobre todo si nos la cuentan.

Descubrir su utilidad vino más tarde. Cuando los hechos del niño que fuimos, sonaron como si fueran otros, y no los nuestros, al oír su reflejo en voces ajenas. La vehemencia de poder transmitir los detalles inefables, en realidad sólo sirvió para enseñarnos que los hechos nacen en nuestra boca, a menos claro, que no seamos el único testigo. El rubor primero nos delató, pero también nos introdujo en el deleitoso placer de la fabulación, porque si el otro nos cree, quién puede negar una realidad por mucho que sólo haya surgido en nuestra cabeza, si nadie puede probar lo contrario.

Todos mentimos, aunque sólo a unos pocos nos martillee el rubor de la conciencia justo después de crear la falacia. La mayoría se nos escapan sin propósito, malicia o planificación previa, como tics aprendidos e inconscientes que buscan satisfacer las expectativas de aquel que nos escucha. Mentir es preservar la idea del mundo que compartimos y aprendimos como un bien social, para no distorsionar la imagen que de nosotros tienen y confirmar la que nuestros congéneres, tienen de ellos mismos. La cruda realidad se reserva para la intimidad del cómplice, siempre y cuando, hablemos del otro. Nadie habla sólo con verdad, pero de igual forma el mentiroso compulsivo, de vez en cuando, se sorprende por dejar escapar los atisbos de aquella verdad, que tan veladamente, disfraza en su planificada patraña.

Pero aunque todos la practiquemos, sólo una minoría cincela con ella las construcciones intencionadas de sus pasos. Sopesar su uso para estructurar una intención, moldea la imagen que de nosotros mismos queremos transmitir. Para muchos mentirosos significa diseñar un yo más acorde con aquel que quisieran ser, admitiendo que su verdadero ser los avergüenza. En el fondo, estos embusteros, simplemente utilizan la falsedad para crearse una coraza protectora, un aislamiento ficticio que los distancie de una realidad que ellos intuyen amenazante. La mejor defensa es ocultar aquello que son, para que sus debilidades no puedan ser objeto de un ataque. No es la maldad la directriz que los guía, sino el ominoso descubrimiento que significaría para ellos, que el mundo los conociera realmente. Su amenaza y los problemas que puedan desencadenar, nunca son planeados, sino producto del choque que tarde o temprano producen la casualidad y la inexactitud sembrada.

El peligro comienza con aquellos que no mienten sólo para reinventarse, sino como estrategia para alcanzar sus propósitos. Porque si desprecian la culpa, son inteligentes y nada dejan al azar, harán de todo aquel crédulo de buena fe que se les acerque, una simple marioneta. Nadie más que él mismo le importa, y en su embriagado egotismo no existe lugar para la piedad, la amistad o la empatía. Arruinarán prospectos, rivales y voluntades que interfieran en sus planes.

Y sin embargo, la verdadera amenaza aún necesita de una pizca de paradójica naturaleza humana, y en ella el fabulador, termina creyendo su quimera. El mitómano maquilla la realidad y en su omnipotente potestad, ésta se transforma en la única verdad existente, como si el mundo fuera un tapiz que se creara a su antojo. Aunque su costumbre proceda de la falta de autoestima, su proceder puede justificar la mayor de las infamias, y en sus subterfugios creerse héroes por perpetrar un justo asesinato. Su juego puede ser inocuo si conocemos su necesidad, pero a su lado, las consecuencias más imprevisibles, pueden afectarnos.

Pero procura descubrirlos, si son de aquellos que al poder aspiran, porque una vez alzados como portavoz público usarán los medios de comunicación para doblar la verdad y la justicia a su único interés, y no dudarán en sacrificar a la misma sociedad que los encumbró, si a su verdad se opone.

Entre ellos se encontraron y hallarán muchos líderes políticos, porque siempre el poder establecido se suma a esa estrategia que determina la calculada línea, entre verdad y mentira. La realidad no es sino aquella verdad que el poder dispone. Deslindar la falacia de los hechos, debería ser fruto de una mera comprobación lógica. Dicen que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pero si así fuera, el mundo estaría dirigido por una verdad incontestable y prístina y un pueblo sabio y desfacedor de falacias; y como así no ocurre, será debido a que como dice el pesimista dicho, “todo –al menos lo importante– es mentira”.

La Inercia Suicida o el Abismo Capitalista

Inercia Suicida

Las conductas autodestructivas pueden ser inusuales en los individuos, pero existen. Beber hasta asfixiarse en la búsqueda de la propia conmiseración, puede ser una costumbre semanal que el protagonista achacará a una simple necesidad de diversión y que justificará por el sentido de liberación que le aporta. Pero tras veinte años de práctica y una salud dañada, no aducirá más que un lacónico: “¡Es mi vida!”, y su inercia será imparable.

Una sociedad no debería remedar semejante ceguera, y menos cuando extendida por todo el planeta, se autoproclama avanzada; su suficiencia no sólo acabará con ella, sino con el planeta mismo. La civilización actual, desgraciadamente, responde a ese patrón. Sólo hace falta contemplar la sobrexplotación de los recursos naturales, la imparable contaminación resultante, el cambio climático, la deforestación y las proyecciones demográficas previstas para las próximas décadas, para vislumbrar que una Tierra no será insuficiente para satisfacer las promesas de consumo y necesidades creadas. Su ilógica inercia, gobernada por la economía, nos abisma, y lo peor es que la estructura del sistema parece impedir un cambio de rumbo. No al menos hasta que ya sea demasiado tarde.

La interdependencia económica del mundo actual diluye los principios éticos, democráticos y ecológicos, anteponiendo y guiando cualquier tipo de acción política bajo el prisma puramente económico. El mundo civilizado no se puede permitir el lujo de dejar de comerciar con un mercado de más de mil millones de consumidores, aunque a la pena de muerte y a la falta de derechos laborales y humanos, se sume un sistema industrial altamente contaminante. El progreso globalizado y demócrata, no se detendrá en esas minucias, quizá porque a pesar de que a su ética no le importe, aunque quisiera, no podría. El motor de nuestra civilización siempre necesita nuevas víctimas. Desarrollar nuevos productos, crecer, ampliar mercados, diversificarse y aumentar la eficiencia y el beneficio, no es sólo una opción, sino al parecer, la única ley.

Orientar la Globalización hacia metas sustentables, sostenibles para el medio ambiente y respetuosas con los derechos humanos, colisiona con el poder financiero que sólo atiende al negocio, a la reducción de costes y al beneficio a cualquier precio, sin importar la brecha social y económica creciente y la paradoja de que aunque exista la capacidad de alimentar y curar muchas enfermedades, gran parte de la población mundial sufra hambre y muera por dolencias curables.

La crisis no ha hecho más que incidir en esa única vía, forzando aún más el imperio y mandato de unas instituciones económicas que han aprovechado la coyuntura para exigir austeridad e imponer recortes en sanidad, educación y reducir los derechos laborales. Como si el ejemplo asiático y la industria de los países del tercer mundo, con sueldos ridículos y jornadas de trabajo interminables, fuera el modelo que quieren extender, igualándonos a todos a la baja. Utilizando la excusa de competir con sus bajos costes de producción, para ocultar su verdadera motivación, que no es otra que la de subyugar a una población mundial que, poca oposición ofrecerá si, aún y con trabajo, mucho le cuesta llegar a subsistir y pagar los bienes esenciales para vivir, como la luz, el alimento, la educación y la sanidad.

La esfera política y financiera nos ha hecho creer que sus directrices son las únicas que se pueden y deben aplicar para paliar la crisis, pero la historia nos dejó un ejemplo que pocos se aventuran a reflejar. El New Deal estadounidense que aplicó el presidente Roosevelt tras la depresión y el crack del año 29, caracterizado por estimular la economía con grandes obras públicas, aumentar el control sobre los bancos, fomentando la concesión de créditos y protegiendo a los inversores de los fraudes, facilitando las subvenciones al sector industrial, devaluando la moneda para fomentar las exportaciones, fijando un salario mínimo y el número de horas de la jornada laboral, medidas que fomentaron el alza de los sueldos y consecuentemente un aumento del consumo y la producción. También se impulsó una legislación orientada a corregir las desigualdades sociales, lo que creó, mediante la Social Security Act, el primer seguro de desempleo y de pensiones. Su resultado, aunque no devolvió la actividad económica a los niveles anteriores a la crisis, disminuyó el paro existente y palió los efectos de la depresión, generando un ambiente de optimismo y mejorando las condiciones sociales y laborales.

Algunos comentaristas comparan el alcance de la crisis actual con aquella del 29, curiosamente las medidas de austeridad implementadas hoy en la mayoría del mundo, son de signo opuesto a las desarrolladas en aquellos años, salvo las emprendidas por el gobierno de Obama, que orientadas a reactivar la economía parecen haber dado mejor fruto que los recortes.

Imagínense ahora un acuerdo entre empresarios y gobiernos de todo el mundo, para aumentar considerablemente los sueldos de los trabajadores. Su resultado incrementaría el poder adquisitivo y consecuentemente dispararía el consumo de todos los productos y servicios, acrecentando la producción y venta del tejido empresarial, lo que al fin y a la postre haría aumentar su beneficio y propiciaría la creación de nuevos puestos de trabajo, necesarios para satisfacer la nueva demanda.

Millones de nuevos consumidores del Tercer Mundo, por primera vez con un sueldo digno, adquirirían coches, casas, ordenadores, ropa, móviles y todos esos productos y servicios que su supervivencia diaria y enquistada actual, no les permite. Tal vez la palabra crisis quedaría atrás y la justicia, tomarían un nuevo significado, con la inclusión al sistema de tantos millones de seres humanos que ahora están excluidos y explotados.

Y sin embargo, las soluciones no sólo deben ser justas, sino creativas, innovadoras y valientes; y para nada simplistas. La inercia, de esa inesperada bondad imaginada, aumentaría la velocidad con la que destruimos el medio ambiente, y la bonanza de hoy apresuraría la destrucción del mañana.

El callejón sin salida parece evidente, y la inercia suicida nos mesmeriza, esperemos que no lo suficiente como para impedirnos encontrar una justa y equilibrada solución. Sino las generaciones futuras nos maldecirán por una inercia, que el futuro hará, irresoluble.

Tomás Gómez acusa a Pedro Sánchez de un Pacto Secreto con el PP

Pedro Sánchez

Tomás Gómez Franco, quien fuera hasta el pasado 11 de febrero el secretario general del PSOE madrileño, y cuya destitución ha mostrado una importante fractura en el seno del principal partido de la oposición, tras no encajar muy bien la decisión y declarar públicamente que iba a agotar todos los canales internos y hasta judiciales para forzar su restitución, acusa ahora al Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, de haber pactado con el PP un acuerdo secreto que sentaría las bases de una posible coalición tras las próximas elecciones generales, con el claro objetivo de impedir la llegada al poder de la nueva formación política, Podemos.

El supuesto pacto que ahora denuncia Tomás Gómez, se habría fraguado durante las negociaciones, que a principio de mes, dieron lugar al cuarto acuerdo antiterrorista entre los dos principales partidos españoles. Firma que causó controversia por contemplar la prisión permanente revisable, eufemismo jurídico para instaurar la cadena perpetua sin por ello, contravenir la Constitución, y a cuya aplicación siempre se habían mostrado contrarios los socialistas, y que paradójicamente Pedro Sánchez, nada más firmar, se comprometió a cambiar en el momento en el que su formación política accediera al ejecutivo.

“No tengo pruebas irrefutables, –asegura Tomás Gómez– pero sí que han llegado a mis oídos confirmaciones de compañeros dentro de la ejecutiva federal. Lo que quedaría demostrado por el cambio de actitud de Pedro Sánchez en las últimas fechas, en las que llegó a afirmar que, en contra de lo que había mantenido hasta ahora, respaldaba los mensajes de recuperación económica que el PP intenta trasmitir, afirmando que él también percibía atisbos positivos y que debía reconocerlo. ¿Cómo es posible que el dirigente del principal partido de la oposición diga eso, apoyando la propaganda tergiversada del partido al que debería criticar por ahondar en la crisis española? La única razón, por supuesto, es que el pacto se fraguó y existe. Un indicio indiscutibles es el trato que los medios conservadores le dispensan últimamente a Pedro Sánchez, cuando halagan, es porque lo consideran de los suyos, y eso sí que es alarmante para quien pretende ser el líder de todos los socialistas.”

Cabe recordar que en agosto y diciembre pasado ya declaró Pedro Sánchez su disponibilidad a pactar con el PP en determinados proyectos o leyes, eso sí, negando siempre que en el horizonte futuro pudiera forjar con ellos una alianza de gobierno, lo que a día de hoy, y tras las nuevas declaraciones de Tomás Gómez, parece no estar tan definido.

Las Bragas de la Pantoja Abrigarán a 10 Familias

Bragas Pantoja

La semana pasada nos enterábamos de que Isabel Pantoja, la famosa tonadillera en prisión desde el pasado 21 de noviembre, había sufrido un pequeño robo por parte de su compañera de celda, quien le había sustraído una de sus prendas íntimas. Fruto al parecer de un enfado, porque la cantante, previamente, la habría acusado frente a las autoridades carcelarias, de ser la causante de la desaparición de algunos de sus paquetes de tabaco.

Hoy sabemos que la prenda está a la venta en una conocida web de subastas, y la recaudación que se consiga, irá destinada a pagar las facturas de la luz de varias familias del pueblo de Dos Hermanas, que por falta de recursos, han sufrido un corte del suministro por parte de las compañías eléctricas.

Y es que la prenda íntima se ha puesto a la venta en eBay y el precio que actualmente alcanzan las pujas por ella, parece ser que augura un total considerable, para un simple artículo de guardarropa femenino. Algo que indudablemente se explica por la importancia y la fama de su poseedora, y tal vez porque, a pesar de que las reglas para ofertar productos de segunda mano explicita que se han de ser entregados limpios, se publicita la posibilidad para el ganador o ganadora, de que se envíe en su actual estado, sin previo lavado. Un llamativo “Bocatto di Cardinale” para todos los fetichistas y mitómanos que quieran aderezar sus noches de lujuria, con un artículo impregnado del glamur de una diva carcelaria.

Según la famosa web de subastas de compra y venta de los más variados objetos, Isabel Pantoja habría dado su visto bueno a la transacción, calificándolo como una donación a la excompañera de celda, siempre y cuando el dinero recaudado fuera dedicado a la hermosa y solidaria labor de ayudar a familias que sufrieran el rigor de la pobreza energética. Trato que al parecer se habría llegado dentro de la prisión, para evitar que la impopularidad de la cantante entre las reclusas que la consideraron una chivata, le pudiera causar problemas futuros en su día a día.

La misma fuente deja entrever que, debido al éxito que su venta está produciendo, la misma Isabel Pantoja estaría dispuesta a ceder más prendas y artículos íntimos, para dedicarlos a sufragar ayudas a los más necesitados. Aunque los portavoces oficiosos de Isabel Pantoja no han querido entrar a desmentir o afirmar esta posibilidad. Pero sí que se han apresurado a confirmar que la cantante, siempre ha estado disponible para ayudar a los que más sufren el rigor de la crisis, y que dentro de sus posibilidades, seguirá promoviendo y apoyando cualquier acción que ayude a paliar las situaciones dramáticas e injustas que sufre, como ella, parte de la población española.

Naga y la Búsqueda del Poder

Naga

(Cap. 1º- Parte 4ª- Novela: El Chamán y los Monstruos Perfectos)

Christophobe lo señaló a su entrada a la reunión. Ésta vez se celebraba en un pueblecito fronterizo entre los estados mexicanos de Oaxaca, Veracruz y Puebla. Estaba inusualmente alterado, él que siempre era la estampa serena del control, parecía ahora la viva imagen del taimado pirata que acaba de encontrar el rastro de un tesoro. El plan inicial preveía, mediante la ingesta de plantas de poder, un primer acercamiento a la sabiduría perdida de los Toltecas. Pero lo desconocido, afirmó, le había indicado con un sueño, el cambio de planes. Tomó del brazo a M. y pareció llevarlo al centro de la sala, pero dudó y lo soltó a mitad de camino. De repente se dio media vuelta y lo encaró a dos metros de distancia.

-¿Quién eres? –Le gritó, esperando una respuesta por más de medio minuto. ¿Lo sabes… o es que realmente lo has olvidado?

-¡Maestro, no, no entiendo…!

-¡He sido atacado, mientras te contemplaba en un sueño que era mucho más que un sueño! ¡He estado a punto de morir! ¡Tú no puedes llegar a ese mundo astral y mucho menos realizar las maravillas que realizaste, a menos que no seas quien dices ser! Aquello que casi me mata, tenía un poder ancestral, tan intenso y tan oscuro, que no debería seguir vivo. A menos, que me necesitéis. ¡Habla…!

Christophobe, de un enérgico paso se pone a su altura, e inesperadamente le agarra el mentón. Luego estruja sus ojos con vehemencia, como suele hacer cuando entra en trance, y, una vez listos, los enfrenta a los de M. con furia.

-¡Respira como te he enseñado, respira…! –Le grita primero y luego susurra: ¡Recuerda, recuerda…!

M. no sabe cómo reaccionar, la situación le pilla tan nervioso y sorprendido como al resto. Esa vehemente violencia contenida no había sido nunca una pauta reconocible en el comportamiento de Christophobe, y por unos segundos tiene miedo. Pero sin saber cómo, a los pocos minutos comienza a relajarse y a dejarse ir, hasta que finalmente, recuerda lo enseñado y controla su respiración. La presa de las manos es más tenaz que nunca, y empieza a sentir que todo su peso recae en ella. Como si lo tuvieran alzado y en vilo, y él dejase de sentir su cuerpo, porque su percepción comenzara a dirigirse a otro lugar. Y aquella presión, tan tenue y tan abrumadora, fuera la mejor palanca. Aún escucha de fondo la letanía que le ordena que recuerde. Cada vez más lejana y redimensionada por un filtro que parece mojar como el agua. Sus ojos están abiertos, no recuerda haberlos cerrado, pero no ve nada. Una película de granulada oscuridad pasea sus tonos rugosos y tridimensionales frente a su mirada. Y de improviso, el vértigo lo asalta.La velocidad de un centenar de imágenes, preciosistas e inasibles lo trasportan, hasta desembocar en un rostro oscurecido por la luz que surge a su espalda. Después la nada. Es todo lo que puede recordar.

Cuando despierta del trance, las caras del grupo le confirman la vaga impresión de que algo asombroso ha ocurrido a través de su boca. Y aferrado a su lectura, interpreta en sus rostros trazas indelebles de un miedo atroz y una implícita reverencia hacia su persona. Y mientras se pregunta si ambos sentimientos van unidos, la codicia en los ojos de Christophobe le sonríen, mientras le dice:

-Me necesitas.

Luego, continúa respondiéndole a la pregunta que aún no ha formulado. Le indica que, lo que le ha ocurrido, ha sido una trasgresión, que lo ha trasportado a una vida pasada. Y que lo normal es que ahora no recuerde nada. Pero no debe preocuparse porque al momento sabrá. Una grabación de sus compañeros, ha salvado para su recuerdo aquellas palabras:

-¡Recuerda aquel que fuiste y cuéntanos tu relación con el objeto de poder que en el sueño donde te encontré portabas! –Le ordena Christophobe. ¡Escoge el momento que lo explique todo y compártenoslo!

>>El día de nuestro fin y vuestro principio, había comenzado. Como si el Infinito quisiera sumergirnos desde el cielo, la lluvia nos azotaba una jornada más. La tormenta eterna nos fustigaba con la suma de tres semanas, y la base de nuestros campos parecía hacerse uno con el encabritado mar. Las profecías de los Servidores de los Dioses se habían cumplido. Y yo debía cumplir mi parte. Mi misión, me habían dicho, preservaría la memoria de mi amado mundo. No por nada yo encarnaba entonces al Gran Nahualli.

Los hombres de poder actúan sin piedad, saben que para tratar con sus semejantes el único método efectivo, es el subterfugio. Y yo, que era pieza final en su plan maestro, acababa de descubrir que había sido burlado, utilizado por todos como peón y custodio, y si cumplía mi función, otorgaría a los causantes de nuestros males el premio de una segunda oportunidad. Y si no lo hacía, la esencia de todo aquello que amaba, y que atesoraba en mis manos, se perdería para siempre. Tomara la decisión que tomara, no podía ganar.

Nuestra civilización, deudora del sol, había brillado y engendrado maravillas que no habrían de sobrevivir más que en las torpes y distorsionadas leyendas de los milenios venideros, y esa agonía me ensombrecía. Los dioses que habían vivido a nuestra vera, nos mandaban sus reproches y el planeta entero los obedecía. Los grandes hombres de conocimiento que eran los Servidores de los Dioses, habían previsto en sus visiones, decenios antes, la ineludible lectura del fin. Y aunque ningún remedio aplaca el flujo del destino, habían descubierto un efugio que les permitiría unir su pervivencia a un lejano y futuro nuevo principio. Ese que el fin de vuestra civilización está en la antesala de parir.

Naga, el objeto místico imbuido de las esencias vitales de los Nahuallis precedentes, hacedor de la inmortalidad y puerta de acceso a las maravillas del Infinito, tras arrancarlo de las manos de mi amada, yacía en las mías, y yo debía partir con él, preservarlo del fin, para que ellos el día de su regreso, pudieran hallarlo. Me habían adoctrinado para esconderlo en el lugar que dentro de 30 mil años hará renacer a aquellos que me engañaron. Hoy era el día, los polos magnéticos de la tierra estaban cambiando y el cambio climático se mostraba en la primera nieve que azotaba nuestra tierra. En pocos días, la lluvia que nos había anegado se transformaría en hielo, y su persistencia sepultaría mi mundo con kilómetros de perpetuo sello blanco.

Sin embargo no iba a partir. Aunque bien sabía que la profecía no se refería a mi presente, sino a un futuro en el que yo no estaría. Decidí seguir una intuición e intentar evitar el mal, aunque el precio fuera la pérdida definitiva de mi cultura. La fe y el dolor me habían musitado una fórmula para cumplir la profecía y a la par prender una tenue esperanza. No afirma acaso la profecía que aquel que quiera ganar la inmortalidad, debe aprender que la vida no vale nada, y que sólo aquel que la pierda podrá ganarla. Y entonces, sólo entonces, Naga será su arma, y otorgará el deseo más puro, ese que pueda salvar un mundo.

Porque mi deseo era ese, y no encontraba otro camino, decidí esconder el objeto en la inmensa tumba de mi civilización y morir con él. Esperando burlar con mi sacrificio a aquellos que me habían utilizado. Rezando porque aquel que lo encuentre, heredará mi deseo y no sólo se hará inmortal y recuperará la memoria de mi civilización y sus maravillas, sino que podrá evitar que aquellos que me engañaron, lo encuentren y vuelvan a tiranizar este mundo.

Hoy que la lenta muerte de mi mundo ha comenzado, me ofrezco en sacrificio, yo que he perdido a aquella que amo. Mi nombre es N., custodio de Naga, y sólo yo, concluye la profecía, puedo conducir a su hallazgo.<<

Llegado a ese punto, Christophobe intenta recabar más información, pero a todas sus preguntas el silencio de M. muestra que la regresión ha terminado. Después la cinta se corta.

El resto de la velada, la excitación general contenida en los primeros momentos, se desborda. M. centra todas las miradas que oscilan entre la admiración y la desconfianza, porque a pesar de que han sido testigos, si por algo es conocido un actor, es por su capacidad de interpretación. Aunque ninguno se abstiene de elucubrar sobre el trasfondo de lo oído, y como no puede ser de otra forma, M. es atosigado como juez de las posibilidades que cada uno le lanza. Pero él no apoya a ninguna, porque aunque ha sido el relator, no recuerda nada, y menos aún puede aportar algún dato esclarecedor más, que es lo que todos esperan.

Christophobe, que ha permanecido callado y a un lado del grupo, crea el silencio cuando por fin habla.

-No hace al caso que intenten suponer si es el anillo de Salomón, el libro de Thot, el santo Grial o cualquier otro objeto sagrado y místico de los que recogen las leyendas conocidas. Sé poco, pero si algo sé, mi intuición me dice que el objeto no es de este mundo. Y con ello no quiero decir que sea extraterrestre, sino que pertenece a una época de la humanidad de la que no quedan vestigios documentales. Y si lo que nos ha dicho M. es cierto, hace más de treinta mil años que nadie sabe de él. Por lo que no puede ser ninguno de esos objetos. Y si lo es, la búsqueda que vamos a iniciar, no tendrá sentido. Pero si la tiene, queridos amigos, los dioses habrán vuelto a la tierra, y llevarán nuestros nombres.

El revuelo de reacciones histéricas, apasionadas y perplejas, asemeja una discusión alborozada y caótica, dónde una vez calmada, la conclusión resultante, ruidosa y unívoca era una duda; ¿dónde empezar a buscar? A la que de nuevo, Christophobe dejó muda.

-Lo primero damas y caballeros es poner los medios. ¡Vamos a necesitar dinero, mucho dinero! Y sus aportaciones, generosas hasta la fecha, van a tener que multiplicarse por bastantes ceros, claro está si quieren formar parte de los elegidos. Porque M. sabe, y aunque ahora lo desconozca, y tarde en recordarlo, lo hará, de eso me encargo yo. Aunque de todas formas, creo saber a grandes rasgos el emplazamiento del dónde.

(Fin Capítulo 1)

La Política del Interés

La Política del Interés

El interés crea los vínculos más confiables. Mientras el fin se sustente, no cabe el miedo a una respuesta incierta. Pero así como los tiempos, las necesidades y la capacidad de satisfacerlas, cambian con ellos, y descubren la falsa sustancia de acuerdos que sólo eran tácitos para una de las partes. El otro, hasta un instante antes, creía que era amistad.

El afecto se diluye en la defensa de uno mismo, es parte de lo que somos. Anteponer lo ajeno, se aplaude y se alaba en la tragedia, pero se olvida y se paga con un mero instante de gratitud, en la mundana intimidad del día a día. Nadie es igual a otro, y esa inexactitud, se refleja en las expectativas y rotos compromisos que justifican las razones de una amistad traicionera. Los límites de uno, son las necesidades traspasables del otro. Y los reproches, simples formas de ser.

Las crisis tienen la virtud de modificar nuestra visión del mundo. Sufrirlas nos fuerza a calibrar los detalles que, durante la bonanza, pasamos por alto. Quien nada tiene, podrá deslindar las sutilezas que engarzan las relaciones de aquellos a los que conoció, cuando tenía. Si observa en los balances de sus recuerdos, hilará una motivación que sólo ahora puede sopesar, y entre las trazas de mezquindad y egoísmo, también se hallará a sí mismo. Porque todos rompemos la ecuanimidad a nuestro favor, en algún momento.

Pero la disección descarnada, esconde un invaluable hallazgo, pues objetiva los rasgos que prueban la generosidad, la nobleza y el interés más disimulado. Su aprendizaje nos puede hacer más cínicos, escépticos y fríos, pero también más empáticos, sensibles y sabios. Las relaciones humanas terminan mostrando al ser humano, una vez comprendidas las directrices, finalidades, razones y concesiones que guían sus actos.

Sin embargo resulta, cuando menos irónico, cómo la emotividad florece y ataja con celeridad las amistades probadamente interesadas, y por el contrario permanece impasible y acepta el intrínseco interés de las relaciones sociales de un grupo, sin objetar la necesidad de un cambio. Sólo su completo rechazo, nos hace reclamar.

Los políticos se explican por sí mismos, solo atendiendo a esa pertenencia. El mismo corporativismo explicará las actitudes de los banqueros, los médicos, los periodistas, los policías, los pescadores o los mineros. El interés mutuo subyuga cualquier cambio. Pero con la sutil diferencia de que son ellos los que trabajan para nosotros y no al revés. Evidencia que desautoriza sus privilegios, maneras y hermetismo; pero sobre todo deslegitima su interés, porque cuando debería representar el de los ciudadanos, se aferra al de un clasismo que por manejar el inmenso presupuesto público, se arroga unas condiciones que se asemejan más a las prerrogativas de la antigua nobleza, que a representar realmente los intereses del ciudadano medio.

No es sólo cuestión de corrupción, sino de intereses contrapuestos. No puedes llamarte representante de aquellos cuya situación y problemas nada tienen que ver contigo, y defender los intereses de una minoría financiera, haciendo que los costes de la mala gestión tanto pública como privada, recaiga sólo en los hombros de aquellos por cuyos intereses, no sólo obtuviste tu puesto, sino que juraste velar.

Tú interés como político, te delata. Tu sentido de pertenencia lo justifican tu sueldo, tus coches oficiales, tus cócteles, tu cotización a la seguridad social y tu pensión. Tu día a día, te acerca más a la élite, con la que te codeas, que al pueblo, a los que sólo recibes en actos públicos, donde el político es el centro, y en muchas ocasiones la única voz.

Las ideologías sobran, cuando los hechos hablan. El servidor público no puede pedir a aquellos a quienes sirve, que sufran el rigor en exclusiva sin ser él, el primer y más sufrido ejemplo. Eludir el sacrificio público y notorio, hará más evidente que la primera injusticia proviene de su condición privilegiada. No ha de extrañarse entonces, que los intereses de los votantes, viren hacia otro lado.

Las relaciones personales nos van haciendo expertos en decodificar el interés inherente en toda amistad, y en su cotidiana repetición aprendemos a deslindarnos de aquellos cuyas intenciones e intereses van en nuestra contra. Aunque conscientemente no podamos formular las conclusiones, ni trasladar idénticas resoluciones de los individuos, a los grupos sociales, ello no quiere decir que no las percibamos. Si quieren quizá, inconscientemente. El interés delata a las personas, y la desafección del pueblo hacia su clase política, simplemente obedece a que éste detecta que el interés de sus representantes desvela intereses que no los incluyen. Prioriza los de una minoría, cuyo objetivo nada tiene que ver con el servicio público, y sí con el servilismo.

Indigna oír y ver, el acento de los medios en el peligro que supone la llegada de la extrema izquierda al gobierno de un país europeo, y la vulgaridad de olvidar denunciar el proceso que ha llevado al pueblo griego a esa situación social y económica extrema, donde la dignidad del ciudadano ha valido mucho menos que la deuda. Eso al parecer es la democracia y la Unión Europea, no muy diferente y en escala, a la figura de un mafioso de barrio, al que no le importa cómo pagues.

Oponerse, utilizando el derecho democrático al voto, parece ser para los medios, una temeridad. Quizás, y sólo quizá, porque sus intereses sean otros.

Monstruos Perfectos

Monstruos Perfectos

(Cap. 1º- Parte 3ª- Novela: El Chamán y los Monstruos Perfectos)

Dos meses más tarde firma el contrato, tal y como lo había imaginado. Su serie llega a ser todo un éxito y a finales de noviembre, un arriesgado negocio inmobiliario le quintuplica sus ahorros. En apenas un año dos peliculillas le dan acceso a hacer su primer largo en Hollywood, su personaje y él caen bien entre el mundillo. Y todo eso, es sólo el comienzo. A los años M. se convierte en un poderoso icono y nombre de referencia para la opinión pública mundial como estrella cinematográfica y productor. Se podría decir que si él mismo se autocalificase del mejor actor de su generación, sería porque se habría convertido en un soberbio, pero no hace falta. La revista Times le da el título, dedicándole una portada en el año dos mil dieciséis.

La cascada general y continuada de pleitesías y reconocimientos, difundidas y afirmadas por los grandes jueces de la realidad, los medios de comunicación, y corroboradas por la adoración del público en cada salida al exterior, esculpe egos indestructibles. Son meras personas pero llegan a asumir la condición de dioses venerados. Con una naturalidad que elimina la crítica y la duda, creyendo que el reconocimiento de su valía es la expresión de una superioridad incuestionable. Condición que les da derecho a ganar en un mes lo que un hombre en toda su vida y a consumir en un día lujos que pagarían la dignidad de miles de familias. Pero eso sí, no los malinterpreten, a cambio participan en una campaña contra la explotación infantil, porque en el fondo tienen su corazoncito, y no les cuesta admitir que son humildes y justos. Y como pago de su prueba, regalan el desembolso exorbitado de su imagen incorruptible. Ustedes ya los conocen y desde su gris rutina los crean. Son los nuevos Monstruos Perfectos, sí, y en uno de ellos se convirtió M.

Aunque claro, no sé si se han parado a pensar que ellos no tienen la culpa, desde un punto de vista práctico. Su sola presencia hace desencadenar las miradas, los murmullos, las alabanzas, los ataques de adoración ciega. Y no sólo eso, sino que la paranoia de que cualquier extraño pueda ser un pervertido que quiera ganar lustre con su sombra, los obliga a blindar su vida frente al exterior. Y por lo tanto esa vida en bucle, los aísla para poder percibir algo más que esa misma falacia. Pero aunque se comporten como la gente los trata, no son dioses. Y con un simple disfraz, todo cambia.

M. atesoraba el suyo, y aunque cambiara de ropajes, la peluca lo seguía a menudo como parte de su equipaje. No es que terminara siempre utilizándola, pero cuando era necesaria se convertía en una eficaz válvula de escape. Salir desde un hotel al mundo, revestido de anonimato ya no lo paralizaba, sino todo lo contrario. Con el tiempo, eludir los compromisos para dejarse llevar por su nueva personalidad, se había convertido en el mejor motor vital. Todo cansa, y cambiar de nube, aunque sea la que da alcance a todo lo imaginable, no puede ocultar más que la obviedad de una vida. Y cuando M. vislumbraba sus propios límites, la angustia de que la vida tenía que ser algo más, renacía con un hartazgo absolutista.

M. se había convertido en una prepotencia incontestable en la vida social, pero en la intimidad seguía sintiéndose vacío. El amor que había iluminado su existencia y aparecido como nueva tabla de salvación, en los años posteriores a su llegada definitiva al estrellato, había terminado descubriéndole su carácter de alivio momentáneo e inadecuado para erigirse en el ángulo central que justificara una existencia. Se había casado un par de veces, y tras la última separación, no deseaba una nueva aventura. M. se supo extraño, nada lo colmaba.

Buscando una explicación, y sin saber cómo recordó de nuevo la imagen perdida de su infancia. Una obsesión que había ocupado la rebeldía de muchas noches con el fulgor del misticismo más naif y liberador. Cuando fuera mayor, desaparecería del mundo. Tomaría un simple petate con sus cosas, y huiría a aquel lugar donde empezar de cero significara dar sentido pleno a la existencia. Y pensó que aquel niño, tan lejano y olvidado como un extraño, podía ser la respuesta. Y la loca idea de abandonarlo todo, apareció un buen día.

No es que pensara abrazarla, pero su contemplación, como alternativa lo calmaba. Mientras, por el camino del día a día de sus juegos mentales, había descubierto que aquello que lo prevenía contra el despertar del desasosiego, era el mismo trabajo. No sabía hacer otra cosa, pensaba. La vía de afirmación que era su vida pública, seguía siendo una lucha a la que se entregaba con ferocidad. Acrecentar su grandeza, era la única ambición que lo calmaba. Aunque los días de asueto, le siguieran susurrando que todo era una falacia. Claro que la fama y el trabajo tenían una pequeña ventaja, ocupaban mucho más espacio, en su vivir, que las pequeñas crisis. Por lo que con más ahínco a ellos se entregaba, marcándose nuevas metas, enfurruñado consigo mismo e implacable con los que le rodeaban. Todo y todos debían tener una utilidad en su gran plan; sino, no le servían.

Y su codicia, cocinada en el perfecto caldo de la fama, se convirtió en reina. Sobre todo desde el día en que ésta le señaló una meta, cuya anhelada consecución parecía enterrar los ataques de flaqueza. Aquel nuevo interés, había comenzado en una fiesta tras la presentación de una película en Cannes. Nada nuevo o excitante parecía prometer la velada, no era más que otra reunión de gente famosa y encopetada, que entraba y salía entre los gritos de los fans, y que en su interior debía atender, por turnos, a decenas de periodistas de todo el mundo. Promocionar su sonrisa, exhibir su porte y elegir la respuesta humilde, que ensalzara tanto su labor, como la de sus compañeros; no era más que la representación rutinaria que como estrella reconocida, se sabía de memoria. Mas al final de las entrevistas, cuando su cabeza ya estaba más en el futuro de enfilar hacia el hotel y abrazar una nueva y anónima aventura con su disfraz, se percató de una mirada.

Unos ojos lo invitaron a acercarse, y él olvido quién era; o al menos su pose de estrella. A su vera, a no más de tres metros, había un corrillo de personas hablando y al encuentro de miradas, se le sumaron unos retazos de comentarios que le acuciaron la empresa de pedir permiso. La boca de su estómago le ardía, como si revolotearan en su interior mariposas de desasosiego.

-¿Perdonen…, podría unirme? Me parece que tienen una conversación tentadora.

-¡No, no querido, no se lo aconsejo! No somos las mejores compañías. Acabará creyendo que para encontrarle un sentido a la vida, ¡tiene que huir del mundo, de esto, de todo, de su vida…! Claro que eso lo convertiría en un místico… y no creo que eso sea, precisamente, lo que usted desea. ¿O si…?

-Me doy por prevenido e insisto. ¡Madame…!

El corro se une al suspenso de M., contemplando la mano tendida de la estrella y el lento reaccionar de la mujer, como si sopesara negarle la invitación. Lo que advierte a M. de que no es ella quien comanda aquella nave, y que su duda no es más que la espera de una señal de aprobación. Un imperceptible permiso, que una vez más, brota de aquellos ojos.

-¡Wanda, llámeme, sólo Wanda! –Termina por aceptar y le ofrece su mano para besarla. Es un placer conocerlo, sin duda ya es usted uno de los grandes.

-¡Muchas gracias! Pero me temo que aún me queda mucho para llegar a pertenecer al club de los inmortales…

-¡Quizá porque la inmortalidad que persigue, dista mucho de colmar como la verdadera! ¿No será que se equivoca de búsqueda?

Y la sentencia procedía, como no, de aquellos ojos. Ojos que pertenecían a un hombre de aspecto anticuado, cara angulosa, barba colmada y larga melena negra. Pero eran sus ojeras múltiples, que extendían el poder mesmerizante de su enigmática presencia, las que atrapaban las pesquisas dirigidas a su rostro. Su gesto seguro, y sus maneras complacientes, delataban que nada en él se dejaba al azar. Su edad se deslizaba por un arco muy amplio, sin duda era el mayor de todos los presentes, pero su imponente físico, descreía la primera impresión. Y su voz desbordaba cualquier elucubración, como si la experiencia de un tiempo inmemorial hablara por su boca.

Nada más aceptada la inclusión de M. al pequeño grupo, Christophobe, que así dice llamarse, lamenta que no haya tiempo para más. Y a una indicación suya, los otros tres hombres, y las dos mujeres que forman el corrillo también se despiden. El grupo se dirige hacia la puerta y M. se queda paralizado. Le gustaría gritarles que no lo dejen, que quiere conocerlos, pero algo se lo impide, y no es sólo la inesperada vergüenza, sino la creencia de que lo desprecian. Pero justo cuando van a perderse de vista, la cara de Christophobe se vuelve hacia él y le sonríe con malicia.

-Por cierto, vamos a una reunión nada recomendable. No es de su estilo, nos ufanamos por suspirar sobre mundos perdidos y soluciones esotéricas. Me imagino que no querrá unirse… ¿o sí?

Aquella fue la primera de muchas noches. La querencia por asistir a cada nuevo encuentro se había tornado una necesidad embriagadora, por la que el recorrido de miles de kilómetros y el abandono, por vez primera, de sus obligaciones contractuales no era una carga, sino un delicioso frenesí, del que no quería, ni imaginaba poder desasirse.

Christophobe era un hombre avezado en el misterio, no sólo para mantener el que rodeaba a su persona, sino por, y ahí radicaba su magnetismo, mostrar con incursiones prácticas, las creencias y enigmas del pasado más ignoto. En aquel grupo de bohemios fascinados por lo oculto y las ciencias paracientíficas, todos tenían relatos interesantes y teorías contrapuestas sobre los mayas, el origen de las pirámides, la práctica de los viajes astrales o el mejor camino para lograr la inmortalidad. Pero sólo él apoyaba sus afirmaciones con demostraciones grupales, en las que hasta los más escépticos, tarde o temprano, experimentaban percepciones que ni cuadraban, ni fácilmente se podían explicar dentro de la lógica del mundo cotidiano. Por lo que sus aseveraciones no sólo no admitían réplica, sino que terminaban por sentar cátedra.

Su método no atendía a un patrón determinado. Unas veces los reunía para hacer espiritismo y el ente de un templario tomaba voz en el cuerpo de uno de ellos, para contarles pormenores mágicos sobre la historia del grial; otras los citaba en la isla de Mallorca, y durante la luna llena sacrificaban en Cura sobre una rosa de los vientos, semiescondida, un conejo, que tras comerlo, les provocaba sueños de una época feral y prerromana; otras les enseñaba pases mágicos de los antiguas druidas de Irlanda para recargarse de energía; y alguna que otra vez los forzaba a mirar agua estancada hasta que cada uno terminaba viendo retazos del futuro. Sólo y muy de vez en cuando, las sesiones se centraban en uno de los componentes del grupo.

Y como no podía ser de otra forma, un día le tocó a M. ser el sujeto práctico de la magistral clase de Christophobe. Llevaba meses esperando su turno, más de una vez había pensado en sacar a colación el misterioso encuentro con N., pero a la vez, como temiendo descubrir su significado, lo callaba. Aunque no por ello dejaba de ofrecerse voluntario, a pesar de que sabía, como todos, que el maestro no atendía peticiones. Éste actuaba, según su propia expresión, sólo por mediación de lo desconocido.

(Continuará…)

Zapatero Votará a Podemos

Zapatero

El anterior presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, está siendo protagonista por su encuentro con Pablo Iglesias, ocurrido el pasado noviembre y cuyo conocimiento llegó a los medios de comunicación, con un más que evidente cabreo de Pedro Sánchez, actual líder del PSOE, que percibió el hecho como un acercamiento, pero cuyas verdaderas razones comienzan a ser dibujadas por los últimos rumores.

Y es que al parecer Zapatero, no sólo se entrevistó con la figura emergente de la nueva política nacional, sino que al parecer, le transmitió su simpatía y también su apoyo futuro, asegurándole que votaría por su candidatura en las próximas elecciones generales. Rumorología que justificaría con creces el distanciamiento y la tensión mostrada entre el actual líder del partido Socialista, y su antecesor, cuando en el último encuentro público, ninguno de los dos accedió a darse públicamente la mano, a petición de los muchos reporteros gráficos que cubrían el evento.

La magnitud y el calado del, en principio, secreto encuentro entre el expresidente y el líder de Podemos, habría tratado sobre un amplio acuerdo de apoyo, información y asesoramiento futuro en el presumible caso de que la formación de Podemos alcanzara el poder a finales de año. Zapatero le habría confiado informes secretos y presiones sufridas durante su mandato, así como información privilegiada para destapar nuevos supuestos casos de corrupción y tráfico de influencias a nivel europeo; con la intención de que parte de la inmensa deuda pública española, pudiera ser renegociada y aminorada en su cuantía. Algo que Pablo Iglesias, prometió mantener en secreto hasta que se concretaran las próximas elecciones generales, y que sólo usaría si su nueva formación política llegara al gobierno.

Los encuentros y el contacto, según fuentes oficiosas, se han seguido produciendo y seguirán teniendo lugar. Pablo Iglesias, valora la experiencia de gobierno de Zapatero sobre todo a nivel europeo, para así poder calibrar e ir planificando sus pasos una vez que accediera al poder. Aunque existen evidentes diferencias a nivel ideológico y programático, ambos creen necesario la colaboración, para que los pasos futuros en el contexto de la política europea, beneficien al Estado Español. Y Zapatero le habría hecho saber, que no duda de que Podemos ganará las próximas elecciones, y prefiere que sus dirigentes sepan qué problemas y cortapisas se encontrarán, para que en el seguro conflicto con la Troika, no sufra la economía, ni el devenir de la sociedad española.