El Monopoly Europeo

El Monopoly Europeo

Las expectativas de futuro dibujan horizontes que la realidad suele contrariar, las menos de las veces con escenarios mucho más generosos de lo previsto. Es el caso, para ambas situaciones, de lo que significaba Europa en aquel entonces para los países que en 1981 y 1986, tras la firma de los tratados de adhesión, se incorporaban a la Comunidad Económica Europea; Grecia primero, Portugal y España después. La contrariedad del ciudadano medio respecto al total que marca el hoy, contrasta con una élite que ha visto superados sus sueños en cuanto a la cuota de poder, control y dinero obtenido en el proceso.

Los años y el escenario económico y social, han devuelto a los primeros a una carestía de la que creyeron escapar con su ingreso. Con el agravante de que su rumbo, cedido tras la entrada al club por sus políticos, está dictado por aquellos a los que iban a emparentarse como iguales, y además las perspectivas auguran una involución lenta, pero segura.

En el caso español, desde la pérdida de las últimas colonias, Cuba y Filipinas, Europa había permanecido por casi un siglo como una referencia ajena. Distancia que la dictadura franquista, con su autarquía y aislamiento había situado como ejemplo de inalcanzable modernidad, progreso y sociedad equitativa a la que todo progresista aspiraba a parecerse algún día. La llegada de la democracia y el posterior ingreso en la Comunidad Europea, pareció cumplir el sueño: la entrada a un mercado amplio y diversificado activó la economía, los ingresos del Estado y la percepción de que las mejoras sociales y económicas nos terminarían acercando a nuestros ricos vecinos del norte.

Los lustros siguientes profundizaron esa pertenencia con fondos europeos destinados a crear infraestructuras, acotar la producción ganadera, determinar el futuro agrícola e imponer la progresiva venta de los grandes sectores públicos, como la electricidad y el gas, la telefonía, los transportes, los hidrocarburos, la banca, el tabaco, la alimentación, la automoción y un largo etcétera. Todo bajo el afilado sesgo político de que la liberalización del mercado mejoraría la eficiencia empresarial, estimularía el ahorro y por consiguiente, la creación de riqueza y la generación de empleo. Así al parecer se cimentaba el Estado del Bienestar, ese que Inglaterra, Holanda, Alemania o Francia disfrutaban, desposeyéndose de los sectores claves y entregándolos a las inmaculadas intenciones del gran poder financiero, que sin duda velaría por nuestro futuro.

La idea europea de construir una comunidad de países para preservar la paz y promover la convivencia y la cooperación como mejor arma contra la amenaza de una nueva confrontación como la sufrida en la II Guerra Mundial, comenzó con el único punto de unión, la economía y el mercado. Y al parecer por ellos sigue dirigida, sacrificando en el camino los derechos ciudadanos, y desechando las políticas del bienestar y el pleno empleo keynessiano, que en teoría eran sus objetivos finales.

Es curioso cómo con el cambio de nombre, tras el Tratado de Maastricht de 1992, se empezaron a entrever unas intenciones claramente vertebradas en torno exclusivamente a ese adjetivo que entonces desaparecía. Como si una culpabilidad diferida, preclara y anticipada buscara escamotear la atención de aquello que en exclusiva y totalmente pretendía. El culpable escabulle la prueba condenatoria, y el portavoz de las élites transformado en político europeo habla de unión, cooperación y sociedad, cuando quiere decir Euro, control del déficit público y flexibilidad laboral.

Si la política exterior y de seguridad común no se ha logrado, menos iba a pretender profundizar en una Europa social el crucial Maastricht, que instauraba las vacías elecciones europeas, pero que fijaba su único objetivo en una unión económica y monetaria a la que había que acceder sin superar el 3% del déficit público, conteniendo la deuda pública y la inflación, o dicho de otra forma, inducía a la venta de las empresas públicas para cuadrar balances momentáneamente y desproteger el futuro.

En el caso español, hasta ahora 120 empresas se han vendido, con Felipe González entre los años 1982 y 1996 se consiguieron 13.200 millones, con Aznar entre 1997 y 2004 unos 30.000 más. Zapatero intentó entre 2004 y 2011 ceder la gestión a manos privadas de los aeropuertos de Madrid y Barcelona y vender el 30% de la Lotería, pero ninguna operación fructificó. El gobierno de Rajoy ha puesto la mitad de AENA a la venta, con un valor total que ha bajado desde la tasación de 19.000 millones del 2011 al de hoy estimado entre 12.000 y 16.000 millones. En Renfe se ha comenzado con el anuncio de que manos privadas competirán ofreciendo los servicios del AVE, y en la próxima agenda se contempla la venta de Loterías y Apuestas del Estado, así como de Correos y Puertos del Estado.

La complejidad burocrática y tecnocrática que rige los destinos de los socios europeos anunciaba que la unión monetaria significaría un paso determinante que ayudaría a la mejora económica y social. Sin embargo la primera consecuencia para el ciudadano español fue la de una inflación encubierta que nos hizo perder poder adquisitivo, ya que lo que costaba cien pesetas se convirtió en un euro, perdiendo sesenta pesetas respecto al cambio oficial establecido. Una generosa donación colectiva para un sistema financiero, que una vez llegada la crisis hubo que ser rescatado con dinero público, aumentando así una deuda y un déficit institucional que carecía, por ejemplo de los ingresos que sus empresas públicas y ya vendidas le hubieran generado. Ingresos que hubieran contenido los recortes y la pérdida de derechos ciudadanos.

Telefónica, por poner un ejemplo, sólo en 2010 generó 10.167 millones de beneficio, y su valor actual es superior a los 60.000 millones de euros. No es fortuito que en 2006, tras reiterados apremios de la Comisión Europea, el ejecutivo español derogara la “golden share”, acción de oro, que era el derecho de veto que el Estado se reservaba sobre compañías privatizadas. Lo que certifica que los hechos macroeconómicos actuales, pueden haber aprovechado la coyuntura de la crisis, pero no por ello dejan de ser fruto de una sola perspectiva que se viste con el nombre de Europa, la financiera. Esa que pone como única institución rectora de la política monetaria al Banco Central Europeo, fuera de todo control democrático, y que curiosamente no puede prestar dinero a los Estados, pero sí a la banca privada que será la que les preste a los mismos Estados a un mayor interés. Utilizando ese dinero también para eso que se dio en llamar “prima de riesgo”, que no es sino el préstamo al galopante déficit público de los países que con recortes y pérdida de ingresos han afrontado el rescate de ese mismo sector estratégico. Un perfecto y financiero círculo vicioso.

El españolito pensó que ingresar en Europa haría crecer la industria, la prosperidad y la diversidad económica. Pero Europa no vino a sembrar industrias, sino a ganar mercados y a especializarnos en ser sus proveedores de vacaciones, con sol, bares y burbuja inmobiliaria en torno a la costa, como única industria patria. Y lo peor es que impuso la venta de las mejores propiedades, creando un panorama desalentador por el incremento de la desigualdad y en cierto modo a una población indefensa. Como si fuera el juego del Monopoly en el que las mejores propiedades ya estaban adquiridas, y encima nos han forzado a que aquellas que nos quedaban, tuvieran que ser vendidas. Dejándonos sólo en propiedad, el trascurso de las vueltas y la inevitable ruina.

Quien niegue la mala fe de nuestros políticos, no les podrá por menos señalar que su capacidad y gestión ha sido irresponsable, tanto así que pareciera que fueron simples canales de voluntades interesadas. Esas que siguen azuzando los recortes y la flexibilidad laboral como única salida a la crisis, sin darse cuenta de que, como decía el economista norteamericano Robert Reich, las desigualdades están arruinando la economía.

Y si el Saber se Vendiera y se Implantara con Chip…

Y si el saber...

El mundo conocido ha sufrido un cambio drástico de valores desde que la Multinacional CheapApple sacara al mercado su primer Chip de Conocimiento Inducido, Jehová, que conseguía tras una simple implantación subcutánea que el sujeto que lo comprara en cuestión de horas pudiera recitar la Biblia, como si la hubiera estudiado durante toda una vida. Después llegarían los prototipos Platón, Shakespeare o Cervantes, que recopilaban las obras completas de los respectivos autores clásicos, pero la gran revolución sin duda llegó con Enclyclopaedia Britannica, no sólo porque su capacidad podía recoger la práctica totalidad del saber humano conocido, sino porque resolvía el problema de la comprensión de datos que habían presentado muchos sujetos, que recitaban sin por ello entender el contenido de lo implantado. El Análisis y Comprensión Adherido mediante repasos informativos nocturnos, conseguía que durante las horas de sueño la ingente cantidad de información fuera asimilada desarrollando pensamiento creativo y crítico.

Desgraciadamente fue entonces cuando los precios de los Chip de Conocimiento, que hasta ese momento no habían sido nada baratos, llegaran a precios astronómicos que en muchos casos triplicaban al coste de un utilitario e incluso superaran el coste de una casa promedio, justamente cuando aparecieron los Chip Universitarios que recogían el conocimiento teórico y práctico de cualquier carrera, Máster o Licenciatura existente. Devenir que en las décadas siguientes hizo que todas las universidades y escuelas cerraran sus puertas. Clausura justificada por los Estados ante el ahorro significativo que implicaba y a que se generalizó la práctica del implante básico y gratuito, proporcionado por los diferentes gobiernos nacionales y que incluía los conocimientos esenciales que cada ciudadano debía tener. Hecho que a pesar de la controversia, por el sesgado contenido y las interpretaciones maniqueas que se decía que contenía, no impidió que todos los niños del mundo fueran su objeto.

No es de extrañar que tras años de implantación y ante la aparición de crisis económicas endémicas, la media de incorporación al mundo laboral incluya ahora a infantes, que exonerados de la escuela y sin posibilidad económica de afrontar el pago de un Chip Universitario engrosen el mercado laboral, muchos con la ilusión de poder costearse algún día una carrera que pueda sacar a sus familias de la pobreza.

La piratería cerebral, así llamada por desarrollar Chip gratuitos con contenido descargable y capacidad de auto implantarse desde la propia red, ha sido perseguida e inutilizada por el protocolo Real, que detecta a los sujetos que han adquirido su conocimiento de modo ilícito y que automáticamente y por siempre los excluye del sistema laboral. Consiguiendo que la descarga del saber gratuito sea hoy testimonial y que pocos se atrevan a utilizarla por miedo a perder su trabajo.

Sin duda una revolución que ha transformado el mundo y que sin embargo no ha solventado el problema del desempleo, las grandes diferencias económicas y las protestas ciudadanas que de vez en cuando aparecen. Aunque se ha anunciado un Chip que neutralizará la queja humana y que en la próxima década será implantando gratuitamente a toda la población. Esperemos que consiga hacer feliz, de una vez por todas, al quejoso ser humano.

Los Maniqueos Ojos del Tiempo

Los Ojos del Tiempo

Los hechos nunca vienen solos. La mescolanza que da sabor a su significado, viene afilada con prejuicios y valores culturales inherentes y compartidos por todos, pero elegidos, descartados y aferrados, por la historia personal de cada uno. La directa implicación justifica que en caso de conflicto el yo barra hacia su terreno, pero su efecto no se circunscribe a lo vivido, sino que abarca e impregna incluso los datos que sobre el lejano pasado conocemos.

Es aventurado suponer que por el hecho de pertenecer a un grupo social, el desconocido que acabamos de conocer responda por completo a la imagen que por lo aprendido y la experiencia, tenemos del grupo social al que pertenece. Pero más descabellado será encontrar a uno que no cumpla con ninguna de las premisas, que por su cultura ha mamado. Aquello que somos está impregnado inexorablemente por la civilización y la sociedad en la que nacemos y nos desarrollamos. Nuestro libre albedrío mental depende en exceso de las opciones digeridas.

Elegir siempre es más difícil, sobre todo cuando no te han alentado a crear un pensamiento crítico y propio. Ante la duda y el miedo, uno recurre a lo conocido, obviando si hace al caso, a la lógica y a la propia ética. Porque aquello que cuestiona nuestros valores se percibe como un ataque directo a nuestra persona, y en el fondo afirmar nuestra validez, importa más que la verdad. Lo opuesto conllevaría aceptar que lo que somos y creemos, está erigido en criterios que deben cambiarse y nos forzaría al abismo de hallar respuestas y soluciones originales. Una madurez extinta en nuestra sociedad y por extensión mucho más difícil de encontrar en la expresión individual de un ser humano.

La Historia debería enseñarnos. Lo haría si fuéramos un único ente que acumula, tropieza, aprende y termina sintetizando su experiencia en guías flexibles, que sin necesidad de remplazo se amoldan a nuevas circunstancias. Pero las estructuras mentales que nos cimentan como sociedad, son tan rígidas como la interpretación que hemos aprendido a hacer del pasado. La objetividad de sus datos se obvia detrás del oropel patriótico y religioso, como si vencer y pertenecer aniquilara la capacidad de ver la iniquidad detrás de algunos de los hechos históricos que dieron lugar al grupo social al que pertenecemos.

El Descubrimiento de América, por la simple elección del término descriptivo de aquel acontecimiento, expresa con su ejemplo la intencionalidad y la visión que de sí mismos tenían y quisieron trasmitir los conquistadores. La vieja máxima de que la Historia la escriben los vencedores no es un hecho puntual, sino una inercia que sigue impregnando la forma en la que desde el presente se contempla y analiza el ayer.

El nacionalismo español más rancio, sigue vanagloriado de aquel imperio gestado por la conquista de Al-Andalus, ejemplo de tolerancia entre judíos, cristianos y árabes y oasis preservador de la cultura clásica, y por la casi e inmediata colonización de América, sin que el genocidio, la destrucción de civilizaciones y la imposición de creencias, cultura, esclavitud y la opresión instaurada, fueran causas suficientes y objetivas como para sentir vergüenza de una grandeza levantada a fuerza de masacres, intolerancia y dominación.

Claro que la percepción de similares procesos y sentimientos ocurren en todos los países y en aquellos que de uno forma u otra se sienten sus herederos, ya sea en acontecimientos como el Imperio Británico, la conquista del Oeste norteamericano, la colonización de África o la Guerra de Vietnam. Su justificación siempre es la misma y parece ganar coherencia, cuanto más alejados sean los hechos: No se puede juzgar lo ocurrido con los ojos y los valores del presente. Como si la cruda evidencia se pudiera descargar de responsabilidad por el simple hecho de aducir que el ser humano del pasado fuera una especie de adolescente que no supiera lo que hace. Pero el hombre es el mismo, así como el valor de la injusticia, la opresión, la guerra y la muerte.

El apego y el aprendizaje de la cultura occidental nublan y tergiversan la autocrítica y el juicio imparcial. La historia de la Iglesia Católica está plagada de luchas encarnizadas entre las diferentes herejías y formas de entender el mensaje de Jesús, y la evolución del cristianismo ortodoxo. Pero es a partir de que Constantino la adopta como religión del Imperio Romano en el año 325, que el Cristianismo se enarbola para justificar la persecución del paganismo, destruyendo templos y escritos, y exterminando a todo aquel que no creyera en su fe, especialmente hasta el siglo V, pero sin cambiar la dinámica en el primer milenio. No es de extrañar que luego la Inquisición y la conquista de América excusaran sus atrocidades detrás de la noble causa de que todo se realizaba a mayor gloria de Dios.

Un cristiano titubeará para reprochar a la Madre Iglesia, aquel comportamiento, y de nuevo se escudará en la estratagema de que eran otros tiempos y que la barbarie regía el mundo. Sin atreverse a admitir que la barbarie es un hecho objetivo, porque hacerlo le haría contemplar que la historia de nuestra civilización está plagada de su uso y que somos el fruto de esa práctica. Inercia que no ha desaparecido y que explica los grandes desequilibrios e injusticias del planeta, ocultos tras un discurso maniqueo y que tan bien nos han inculcado. Porque no hay mejor forma de ocultar la verdad que hacer cómplice y heredera a la sociedad entera.

La barbarie, nos han hecho creer, era cosa de otra época, y que la Iglesia o la Civilización Europea no pudo hacer otra cosa, sino participar de ella. Tal vez porque la barbarie triunfó cuando se exterminó la cultura clásica y sus valores éticos, místicos y culturales, para desde entonces implantar su modelo al mundo. La generalidad de la barbarie en las culturas antiguas no debe hacernos olvidar que somos el fruto de aquella tendencia, y que aunque nos califiquemos de libres, democráticos y justos, los hechos siguen probando lo contrario.

Tal vez el verdadero cambio comience cuando la generalidad social aprenda que el pasado y la historia se deben analizar por los hechos objetivos, y que ser justo, libre y democrático, implica tender a cambiar un panorama indigno, fruto de aquella barbarie que sigue haciendo de este planeta, un mundo injusto.

Y si la Ideología fuera una Enfermedad…

Y si la Ideología...

La Organización Mundial de la Salud, OMS, acaba de anunciar que la hipótesis acerca de que las ideologías extremistas están causadas por un virus hasta ahora desconocido, como había mantenido el neurobiólogo Andrés Cifrado, han sido confirmadas en los laboratorios de las más prestigiosas instituciones farmacéuticas.

Al parecer el causante es un virus desconocido hasta hoy, y que ha podido ser visualizado con potentes microscopios, y que la comunidad científica ha denominado como Descerebrado X-13, ya que causa en el paciente que lo incuba y desarrolla una incipiente y desproporcionada propensión a extremar su pensamiento e ideología hacia conclusiones que no se paran a valorar la equidad, la lógica o la justicia. Además se ha comprobado cómo su persistencia tiende a creer en el sujeto que lo sufre, la negación constante de aquel pensamiento que no coincide con el propio y una alocada necesidad de imponer y propagar su punto de vista, llegando en las fases finales de su desarrollo a hacer creer que todo su empeño está causado por un bien objetivo y una causa noble, paso último antes de que el sujeto sea un total autoritario.

La propagación y contagio de esta nueva enfermedad, sin embargo aún no está clara, ya que aunque en un primer momento se creyó que la causa provenía de mantener relaciones sexuales con un sujeto infectado. Nuevas averiguaciones apuntan a que el aire o el mero contacto continuado con un infectado, podrían introducir por la palabra y la falta de un pensamiento crítico propio, sano y buen desarrollado, la enfermedad; incluso a través de medios tan peregrinos como Internet y las Redes Sociales.

La vacuna aún está en desarrollo, aunque se prevé que en pocos años salga a la venta. Hasta el momento los sujetos que la han recibido, en pocas semanas comienzan a mostrar evidentes signos de mejoría, con un desarrollo de la flexibilidad mental, el diálogo y la discusión creativa. Pero sobre todo por una verdadera actitud democrática y un desarrollo de la ética que los termina convirtiendo en seres humanos equitativos, justos y solidarios. Lo que convierte a este descubrimiento en una gran noticia para el futuro de la Humanidad.

Escribir, entre la Mediocridad y la Osadía del Futuro

Escritor

Ser escritor nunca fue tan democrático. La nueva realidad virtual, con las plataformas de libros digitales, redes sociales y la facilidad para la autopublicación, ha posibilitado que cualquiera pueda ofrecer al mundo sus escritos. Hasta mediados del siglo XX las editoriales atendían por sobre todo a la calidad literaria. Luego la impregnación de este mundo globalizado que transfigura todo aquello que toca a su imagen y semejanza, impuso la idea de que lo relevante no es tanto el contenido sino la aguda estrategia de ofrecer un producto, tan bien definido, que el segmento del mercado al que va dirigido terminará comprándolo.

Entrar en ese coto reservado implicaba tener el oportuno don de haber publicado unas décadas atrás o la virtud publicitaria de ser un simple famoso. En su carestía, tener la habilidad de trabajarse buenos contactos en el mundillo, sino ganar un concurso, y en último extremo, jugar a la azarosa casualidad de que tu libro fuera el producto y tú la posible marca, que en ese preciso instante buscara una editorial. La calidad pasó a un segundo plano, y vino aparejado el drama de que aunque aparecieran buenos narradores como Paul Auster, serlo no implicaba lograrlo, porque ayudaba más parecerlo, y en tales circunstancias pseudo literatos como Pablo Coelho se hicieron reyes.

El público manda, y en su democracia comprendo que existan y triunfen aquellos que tienen eco y vendan, pero su éxito no invalida la lucha por el arte y el encuentro con los libros que, como los grandes autores clásicos, no buscan la venta sino destilar los recovecos de la vida y el alma humana, sin fórmulas manidas y falsos misticismos de bolsillo. Ahora que hay más democracia y que todos podemos ser escritores, los extremos serán más amplios y variados, aunque la mayoría no pueda evitar deslindar su mediocridad como reflejo de esta sociedad en la que hemos surgido, y de cuyos signos de pertenencia es tan difícil desmarcarse.

Escribir es un hecho tan cotidiano, que ejercerlo con asiduidad, no significa y menos garantiza, la obtención de su maestría. Cualquiera sabe escribir, al menos si ha sido alfabetizado. Su uso como objeto administrativo y de comunicación, solo incrusta en el habla reglas, términos y giros adaptados a según qué medio y público. Circunstancia que convierte al hecho manuscrito, en un mero e instantáneo filtro formal de nuestra capacidad de comunicación. Algo que todos sabemos hacer, pero no con la misma soltura, picardía, lógica y timidez.

Su analogía no difiere del uso del video y la fotografía, accesible para todos desde hace poco tiempo, circunstancia que no convierte a sus poseedores en directores o fotógrafos, pero sí explica en las redes sociales y en internet, el auge por doquier de aquellos que claman ser escritor. Supongo que con la accesibilidad actual, una familiaridad similar a aquella de la que goza la escritura y el tiempo, harán que muchos otros de las generaciones venideras se autoproclamen directores de cine. Lo que en el sentido estricto demuestra que todos podemos escribir. Tema diferente será su calidad e interés. Pero sí alegra comprobar que el amor a la literatura, parece más vivo que nunca y que quizá la autopublicación y los sueños de fama han democratizado la expresión y el campo para expresarse y considerarse artista. Porque, qué es la escritura, sino una necesidad de contar, justificar el vivir y darle lustre, resquemor y mimo, a lo vivido, y a lo que nunca viviremos.

Claro que una cosa es el ego o la necesidad, y otra bien diferente que su afección nos confiera la maestría del relato. No es una cuestión de inteligencia, estudios o condición, aunque los cúmulos de lecturas y su ejercicio, ayudan. Pues hasta iletrados, como Driss Ben Hamed Charhadi con la transcriptora ayuda de Paul Bowles contó la historia de su vida en la genial “A life Full of Holes”, probando ser poseedor de esa sensibilidad que sabe rescatar y coloca con dibujada o realista maestría sus pensamientos, creando una estructura que no sólo remeda un aspecto de la vida, sino que de alguna forma nos los hace percibir como propios, aunque su inefabilidad esté hecha de sueños; rotos en este caso.

Una mayor elocuencia verbal, sin duda, puede ayudar a pulir y afilar una prosa, pero la persona introspectiva, no por la condición de su carácter, deja de ser incapaz de mostrar en el ejercicio de un escrito, su reservada y a veces sorprendente brillantez. Porque escribir no es más que saber comunicar un mensaje y la práctica del día a día nos prepara para su logro. Su sencilla audacia sólo consiste en dar forma y estructura a nuestros pensamientos. Tarea diferente es la de perseguir la capacidad de estilizar y amalgamar simbolismos con mensajes complejos en torno a una historia que enganche a un lector y le haga soñar e imaginar, no sólo sobre lo escrito, sino sobre él mismo y sus secretas inquietudes. Porque ese y no otro es el común, indeleble e inexpresable denominador, que como espejo mágico comparte todo aquel escrito que por derecho propio, entra en la categoría de lo que llamamos Literatura.

La genialidad de engarzar en un mensaje varios otros, complementarios, antagónicos y elusivos al primer vistazo, pero perennes y descifrables a los ojos sensibles de un lector extraño; no es fruto de una simple convicción, sino del peso de la vida o de su aprendizaje y juego. Tener veinte años comprime tus posibilidades porque tu misma frescura restringe la densidad y la cantidad de elementos con los que trabajar. Esos mismos elementos, años más tarde enriquecerán sus aristas y mostrarán significados desconocidos en el momento de su concepción. Pero, aunque de seguro las obras tardías tendrán más profundidad y pliegues, el regalo de la perspectiva tampoco es indispensable para saber ejercitar con maestría la construcción narrativa. La genialidad temprana y el dominio del lenguaje y la estructura en los primeros relatos de Truman Capote, así lo demuestra. Pero hay que saber deslindar ilusiones, sueños y ego, de la calidad objetiva de nuestra escritura. Sobre todo si la pretensión es creerse un genio que no necesita conocer y leer a escritores reputados, fruto de confundir la elucubración e imaginación propia con un don innato que por sí solo pare arte. Escribiendo sin más plan que unas ideas generales y sin más motivo inconsciente que el llenar con fantasía una evidente falta de comunicación. En el otro extremo están aquellos cuya perspectiva les hace suponer que la fuerza de lo vivido puede suplir a la técnica narrativa, como si la veracidad de lo que se cuenta fuera bastante para crear un buen relato.

No importa, aunque nuestras razones y metas sean variadas, todos aquellos que tenemos la inquietud podremos mostrar nuestros escritos, otra cosa será que nos lean. Y como siempre de entre todos, sólo unos pocos serán los elegidos, no sólo por las ventas y el público del hoy, sino tal vez por el reconocimiento de los lectores del mañana. Aquellos para los que en mi caso, tal vez con ambición infundada, escribo. Pero cuando honestamente se ama la literatura y la vida y uno siente la vocación de escritor… ¿puede existir cualquier otro motivo? Sí, existirán muchos, pero en esos casos, no lo duden, ninguno de ellos será sincero.

Y si La Heterosexualidad se pudiera Curar…

Y si la heterosexualidad...

A pesar de que muchas voces se alzaron en los medios de comunicación ante la idea de un medicamento que pudiera curar la heterosexualidad, por ser inútil, imposible, nada científico y además amoral. La venta del medicamento no ha parado de crecer y de hacerse un hueco en la imaginería de nuestra época, en apenas unos meses tras su licencia y puesta a la venta en medio mundo.

Sus detractores han visto como sus efectos no eran tan supuestos, y la medicina y la ciencia han certificado que su eficacia alcanza al 95% de los sujetos testados. Aquellos que lo han probado, experimentan unos deseos irresistibles de tener relaciones íntimas con miembros del mismo sexo. Eso sí, creando una nueva identidad sexual que en la mayoría de los casos, tal y como anunciaba la empresa farmacéutica que lo comercializa, Be-LGBT, sus efectos secundarios no superan las dos semanas de duración.

La tercera ingesta del tratamiento, sin embargo ha mostrado un porcentaje de éxito que en la práctica ha mostrado una efectividad del 100%, sobre todo en la permanencia de la identidad sexual homoerótica. Y contra todo pronóstico, decenas de miles de ciudadanos ya han decidido cambiar de bando.

En ciudades como Madrid, los empresarios del afamado barrio de Chueca, confirman que sus locales se ven desbordados por la llegada de savia nueva, sobre todo muchas amas de casa, que cansadas de sus maridos, han encontrado la paz y la complicidad, en la intimidad de una mujer, y no piensan volver atrás.

“Cada día conozco a dos o tres, –nos dice un camarero de discoteca– chicos y chicas, en apariencia nada gays, que juran que es la mejor decisión que han tomado nunca. Que en el momento que decidieron probar lo que era ser gay, se les apareció como una luz… Como quien encuentra su camino en la vida, más o menos…”

Pero la polémica, a pesar de su buena acogida por los potenciales compradores, sigue muy viva para parte de la sociedad conservadora. Uno de sus lobbys afirma haber encontrado otra composición farmacéutica que anula los efectos, y que ha iniciado una campaña para que se sufrague su entrega gratuita y obligatoria.

Aunque la OMS ya ha dispuesto que no cumple con los parámetros sanitarios y médicos adecuados, y que su efectividad es inferior a la deseada, además de provocar muy peligrosos efectos secundarios, como la intolerancia, la cegazón, y sobre todo, un cerrado egoísmo.

Y si la Homosexualidad hubiera sido un rito del Clero Católico…

Y si la Iglesia...

La Iglesia Católica ha abierto un nuevo debate, que creará mucha controversia en la próxima celebración de la Semana Santa. Pretende que las procesiones no se conviertan, como ha ocurrido en los últimos años, en una afirmación de la normalidad y el orgullo homosexual, fuera del seno del Clero.

La doctrina de la Iglesia Católica no siempre consideró a la Homosexualidad como parte fundamental de los ritos iniciáticos de su clero. Allá por el año 200 D.C. Tertuliano fue el primero que consideró que los sacerdotes de su tiempo habían elegido a Dios por esposo, doctrina que dio pie a que un siglo más tarde, en los Concilios de Elvira o Nicea, se aceptase y salvaguardasen las relaciones homosexuales como sagradas y muestras de la entrega a Dios, por no perseguir la procreación, siempre y cuando se produjeran en el seno del clero secular. Como tal se mantuvo la tradición hasta que en el Concilio de Letrán en 1123, la Iglesia promulgó la ley de la Homosexualidad, que aceptaba su uso, sólo tras ordenación sacerdotal, y castigaba con pena de muerte y excomunión a aquellos herejes que la practicaran, fuera de la Romana, Apostólica y Católica Madre Iglesia.

La Sociedad Moderna ha echado por tierra viejos tabús y aceptado la normalidad del hecho homosexual fuera de la Iglesia, pero ésta sigue negando el hecho homosexual fuera de sus curas y obispos, y al parecer ahora pretende prohibir que los gays, lesbianas y transgéneros participen como cofrades en las diferentes procesiones, como ha ocurrido en las últimas décadas, convirtiendo su presencia en un acto festivo y reivindicativo dentro de la Semana Santa.

La comunidad LGBT, ha afirmado, desde diferentes plataformas y portavoces que les pueden prohibir participar como cofrades, pero no por ello dejarán de ser parte de la fiesta: “La Homosexualidad no es dominio exclusivo del clero, así como tampoco lo es el sentimiento religioso, y nosotros seguiremos mostrando ambos y pidiendo el respeto para quienes lo practiquen. La Semana Santa se ha transformado en una fiesta del Orgullo Gay y el derecho a serlo fuera de la Iglesia, y así seguirá.”

El conflicto que viene de lejos, parece que tendrá en esta Semana Santa un punto de inflexión definitivo. Tal vez ya es hora de que la nueva comunidad gay busque una forma diferente de mostrar su orgullo sin estar ligado con una tradición sin duda trasnochada, pero muy gay, como lo ha sido en estas últimas décadas la Semana Santa. Dios y el tiempo, nos lo dirá.

Y si Madonna hubiera sido Homófoba…

Y si Madonna...

Algunos dicen de ella que pudo llegar a ser una diva del pop. Sin embargo su tendencia a regar sus apariciones con llamativos y homófobos discursos, como ocurrió al finalizar su participación en la primera edición de los MTV Video Music Awards de 1984, pudo sellar su destino, como cantante de segunda fila.

Hoy no muchos la reconocerán, aunque seguro que a la mayoría les suena aquel: “I´m a Virgin”, su único éxito masivo, y el impacto de aquella actuación del 84, enfundada en traje de monja e insinuando en su letra que el sexo fuera del matrimonio era pecado mortal. Sin duda causó revuelo, y muchos aplausos en el seno del partido conservador americano, pero alejó para siempre al público gay.

Sus seguidores españoles, que algunos hay, la consideran una artista de culto, apoyados quizá en que sus salidas de tono, conservador y retrógrado, sean más aisladas, y fundados en unas canciones que nunca fueron mediocres. Aquellos que quieran descubrirla, sin duda estarán de enhorabuena al conocer que va a dar unos cuantos conciertos en tierras patrias, dentro de su gira Stubborn, en defensa de la familia tradicional. Aunque nunca le gustaron las giras masivas y los conciertos fuera de su Estados Unidos natal, parece haber cambiado de opinión, al menos por esta vez.

El Teatro Marín de Teruel, acogerá su presentación el próximo 8 de abril, les seguirán Albacete, Toledo, León, Castellón y Jaén. Será una buena oportunidad de apreciar su arte, si uno consigue olvidarse de su ideología, y comprobar de primera mano eso que dijo de ella Cindi Lauper, la gran diva pop del colectivo gay y coetánea de la cantante, allá por el año 1995: “Si se hubiera rodeado de bailarines gays, provocación sexual, activismo cívico y no tanta mojigatería conservadora, hoy estaríamos hablando de una de las artistas más grandes de la música moderna. Desgraciadamente, ella prefirió que la diva, fuera yo.”

Si quieren comprobar de primera mano, si aquellas famosas palabras fueron sólo una burla, o si realmente las creía y exageraba, no dejen pasar la oportunidad de ir a alguno de sus conciertos. Seguramente no habrá problemas en encontrar butaca, y de paso aprovechen y hagan turismo. Puede valer la pena.

La Libertad Perdida en el Camino

La Libertad Perdida

El efluvio del futuro tiende a positivizar nuestras previsiones, haciéndonos inferir que el porvenir no puede traer más que cambios positivos, como si avanzar fuera un hecho tan inevitable y físico, como la fuerza de la gravedad. Las desgracias y los accidentes nos muestran la inevitabilidad de los hechos, pero a menos que nos toquen directamente, nuestra visión general, seguirá creyendo en el avance, sobre todo si pensamos en términos sociales, tal que la globalidad por ser la suma de los totales individuales, nunca pudiera significar un resultante y evidente paso atrás. Y sin embargo, si la Historia no deja de mostrarnos ejemplos de nuestro común y cultivado error, será que la despreciada memoria del hombre, aún sirve para algo. Siempre y cuando, se la tome en consideración.

No hace mucho ser niño en España era una condición despreocupada, libre y desvinculada del mundo adulto por el simple hecho de salir a la calle y jugar, sin más vigilancia y frontera que la hora de la comida. Hoy los padres no se pueden permitir tal lujo. La sobreprotección y la conciencia de los peligros latentes frente a la despreocupada ignorancia de antaño, es un hecho que nos gobierna, cediendo padres y niños no sólo libertad, sino la felicidad que se desprende al ejercerla.

Parecido sinsabor nos ha legado la evolución de un mundo tecnológicamente más avanzado y una globalización que ha cambiado no sólo los ocios y la economía, sino y sobretodo la base del contacto humano. Creando un atrezzo accesible para todos, pero distanciado. Sin necesidad de ejercitar en su uso, el recurso de la presencia, y otorgándonos así lo imposible; y en cierto modo deshumanizándonos.

Mayor distancia genera la necesaria digestión del presente, para conciliar aquello que afirman que somos y la agridulce divergencia que las nuevas condiciones nos producen. Vivimos en una sociedad que se jacta de ser libre, que reconoce los derechos humanos y que bajo el pregón de su defensa, las últimas generaciones hemos crecido y, sobre todo, creído. Pero por mucha fe que le tuviéramos a la justicia, la igualdad y la democracia, su lucha por el medioambiente, los derechos laborales, o la galopante brecha entre ricos y pobres, muestra una desasosegante falacia entre lo que afirma ser nuestra sociedad y aquellas prioridades por las que realmente lucha. Decirlo y pensarlo te hace antisistema, justificarlo delata que en el reparto de su injusticia no te fue tan mal. Pero incluso ser un Don Alguien no evita que en muchas ocasiones sientas, que los avances objetivos de la modernidad, paradójicamente no nos han hecho más felices, y sí una población mucho más manejable.

No cuadra que en un mundo con más posibilidades que nunca, la percepción de la libertad y las opciones para desarrollarla sean menores a las de las décadas anteriores, quizá porque sobrevivir se ha vuelto más costoso y el margen para intentar cambiar nuestra propia suerte cada vez depende menos de nuestra propia voluntad. Como si una tela de araña nos hubiera atrapado poco a poco, con un mayor número de regulaciones y condicionantes que en teoría garantizan nuestra libertad y seguridad, pero que en la práctica recortan y restringen la elección de nuestro rumbo, con un factor diferencial que incide cada vez más en la importancia del aspecto monetario.

Cada palmo de nuestro planeta tiene dueño, e igual ocurre con sus recursos naturales. Un ser humano sólo puede ser libre si posee algo, y cuanto más valorada y representativa para la civilización sea su posesión, más libertad efectiva podrá ejercer, de lo contrario su libertad siempre estará a expensas de la que le permitan los otros. El esclavismo moderno ni necesita ni quiere poseer a la persona, le basta con poseer el resto, y los hombres desposeídos no tardarán en ofrecerse, sin poder discutir las condiciones.

Los servicios públicos, aquellos considerados esenciales para el desenvolvimiento y el desarrollo de una vida digna, como la electricidad, el agua, la sanidad, la educación o la vivienda, se privatizaron y se privatizan con la supuesta bondad de propiciar que el libre mercado reduzca su coste, a pesar de que las pruebas de su efecto demuestran lo contrario; lo que nos devela una clara intencionalidad. La bajada de sueldos y la forzada asunción por parte de la ciudadanía del coste de una deuda causada por la élite financiera, que puede arriesgar y despilfarrar, pero que nunca pierde; otra.

Pero la irrefutable verdad está en el total, tras décadas de extensivo florecimiento del modelo democrático, capitalista y libre. El premio alcanzado sólo ha servido para ampliar los extremos: un 1% de la población mundial posee la mitad de la riqueza mundial, y la mitad de los habitantes de éste, nuestro mundo, no llega a igualar la riqueza de 86 de los más ricos del planeta. Indignante y obtuso, si consideramos que la presión fiscal en el mundo civilizado se ha ido incrementando para sentar las bases de una sociedad más equitativa y justa; cuya veracidad la crisis, ha desnudado.

La desilusión y la desafección hacia el sistema y los políticos, no es simplemente un estado de ánimo, como pretenden hacernos creer los medios. Estructurar y dar coherencia a un discurso, siempre es difícil desde el puro sentimiento, pero como todo en la vida aunque no pueda verbalizarlas, un ciudadano medio sabe que las causas de sus males las produce el mal funcionamiento del sistema, y esa toma de conciencia, no es simplemente un humor pasajero. Saber nos cambia, y en semejantes circunstancias, volver a la ignorancia primera, no es factible.

Todo comienza en la cabeza, hace unas décadas la libertad y la fe en el porvenir social de nuestra civilización, nos hacía sentirnos confiados y libres. Ahora, parecemos haber tomado conciencia de que las buenas palabras, no sirven de nada si no vienen avaladas por los hechos. Ni antes, ni ahora, creerlo, hizo que los hechos fueran fundamentales, simplemente basta con que lo crea nuestra cabeza.

Susana Díaz forzará la salida de Chaves y Griñán del PSOE

Susana Díaz

Susana Díaz Pacheco, la actual presidenta en funciones de la Junta de Andalucía y reciente vencedora de las elecciones andaluzas, se estaría planteando forzar la salida de Chaves y Griñán, predecesores de la socialista en la presidencia de la Comunidad Autónoma andaluza, e imputados por el Tribunal Supremo en relación al procedimiento judicial que investiga el fraude de los ERES, desarrollado durante los gobiernos socialistas en Andalucía, y cuya cuantía sobrepasaría los 1.200 millones de euros, hasta el momento.

El cambio de postura, aunque todavía no se ha hecho oficial ante la opinión pública, podría estar relacionado con la ronda de conversaciones que con el resto de partidos políticos están teniendo lugar, previa a la votación de investidura, y que pese a su victoria electoral, al no contar con mayoría absoluta, sería un gesto dirigido para recibir los apoyos necesarios en el momento de la votación. Dos de las nuevas organizaciones políticas que estrenan presencia en el parlamento andaluz, como Podemos y Ciudadanos, habrían puesto como condición indispensable para apoyar su elección o abstenerse, que los que fueran presidentes autonómicos, abandonaran su condición de senador y diputado antes de su declaración prevista para los días 7 y 21 de abril, antes de que se decidiera, tras sus intervenciones en la investigación, si pasan a ser formalmente acusados de algún cargo.

La línea roja contra la corrupción manifestada en varias ocasiones por Susana Díaz, de forzar la dimisión de los militantes socialistas que fueran imputados por alguna violación relacionado con delitos contra la hacienda pública durante el desarrollo de sus cargos, pareció doblegarse y amoldarse a la importancia de estos dos dirigentes, que en cierto modo fueron los que pusieron a la lideresa al frente del PSOE andaluz.

El cambio de postura podría significar un pequeño terremoto en la agrupación socialista, por el reconocimiento implícito de que tanto Chaves como Griñán sabían o estaban al corriente del fraude perpetrado durante años. A la vez que supondría la formalización de una nueva estrategia por parte de la futura presidenta andaluza, para distanciarse aún más de la corrupción y mostrar su peso en el partido de cara a las próximas primarias que elegirán al candidato socialista a la Moncloa.

Fuentes cercanas a la política sevillana, afirman que la verdadera razón podría obedecer a que nuevos averiguaciones sobre la investigación de los ERES, y que todavía no han salido a la luz, arrojarían pruebas irrefutables sobre la implicación de los expresidentes, y que Susana Díaz planearía distanciarse y poner a salvo su imagen, antes de que la opinión pública tenga conocimiento.