Y Si Los Políticos pasaran Control Anti-Doping…

Políticos Antidoping

Como siempre ocurre en cada campaña electoral, los controles anti dopaje que por sorpresa tienen que afrontar los candidatos de las diferentes formaciones políticas, han vuelto a arrojar resultados indignantes y controvertidos por el número de “cazados” y por las diferentes sanciones aplicadas a cada uno de ellos.

Sigue sorprendiendo que el porcentaje de dopados aumente elección tras elección, llegando en esta última a un record de 40, en contra de las perspectivas que muchos analistas políticos vaticinaban sobre que su número iría disminuyendo a tenor de la repercusión social y de la efectividad de los controles. Pero al parecer la costumbre, la presión de los interminables mítines y la euforia que desencadena en los políticos el contacto directo con el electorado y sus votantes, así como las opíparas cenas y encuentros con los dirigentes locales, parecen ser inercias difíciles para evadir la tentación.

Uno de los casos que más ha indignado ha sido el del Ministro del Interior, Opusman Fernández, quien tras una legislatura de penalización, aunque su tasa por sangre superase por sólo una décima el máximo permitido para consumo de anabolizantes psicotrópicos, ha sido cazado, en ésta nueva ocasión, por cocaína y coñac. Reincidencia que probablemente, le acarreará un lustro y medio sin posibilidad de pisar una cancha de mítines, así como la inhabilitación para la próxima década de ostentar ningún cargo público.

Los políticos tramposos se reparten por todo el arco ideológico, aunque llama la atención que el 80% de los infractores llevara en política más de una década y que sean pocos los noveles, y es que la confianza al parecer crea hábitos. Claro que la excepción más sonada la ha protagonizado el dirigente y candidato del emergente partido de Nueva Naranja a la Presidencia del Gobierno, Jordi Espanya que no sólo ha duplicado la tasa permitida, sino que ha tenido que ser ingresado de urgencia en un Pit Stop, para cambio de tabique nasal y trasfusión de Epo. Quien esta misma mañana, tras saber que no podrá ser diputado, ha dado una conferencia de prensa para denunciar que todo es un complot del partido en el gobierno, al que estaban quitando electorado, y que la causa de su positivo se puede deber únicamente a que le echaran algo en la bebida. Razones por las que jura ante la Biblia y por su honor, que él nunca ha utilizado sustancia prohibida más allá de las cantidades permitidas de Red Bull, entre acto electoral y comunicado público. Versión contradicha por el rastro biológico, que según los laboratorios políticos de Bruselas indica que el consumo ha sido continuo al menos durante los últimos 6 meses.

Aunque entre todas las sanciones sufridas llama la atención la benevolencia con la que la socialista y Diputada Europea, Marta Desahucios Chacón, ha sido castigada tras triplicar el consumo de Vodka en un mitin de Pontevedra, ya que sólo tendrá que dejar de legislar y acudir al Parlamento durante 6 meses, cuando similares casos en Europa y más concretamente en Inglaterra, han supuesto condenas de hasta una legislatura.

Sin duda el problema del dopaje de nuestros políticos está muy lejos de solventarse y en la opinión pública ya hay voces que piden que los controles se amplíen a todo el arco de sesiones y actuaciones políticas, y no sólo a los periodos electorales, quizá así se pueda erradicar esta práctica que mancha la noble actividad del Servicio Público.

La Enfermedad También era Él

La Enfermedad también era él

La primera impresión adolece de raciocinio y se nutre de esa intuición impagable que guiaba a los primeros hombres a seguir su pensamiento mágico. Hoy siento que no siempre supe interpretarla como merecía. Admito que no pocas veces me guié por ella, pero en otras la desvalijé con razones prácticas y afectivas, que al fin y a la postre me probaron que desoírla iba a costarme un duro coste. Precio que me reportó en el trayecto recuerdos dulces y fantásticos momentos de los que no me arrepiento, pero cuya reciprocidad resultó ser en muchas ocasiones tan falsa, como la contraparte a la que le brindé una amistad, por mi parte, en todo momento sincera.

El caso que vengo a referirles, ejemplifica la ceguera a la que el cariño y el querer puede abocarnos, a pesar de las muchas señales que sobre la verdadera personalidad de un amigo tengamos. Pero sobre todo, cómo la irrupción de una terrible enfermedad puede transformar a una persona, haciendo que muestre lo mejor y lo peor de sí mismo. Desnudando, de alguna forma, aquello que realmente es, a los ojos de quienes desde hace tiempo creían conocerlo. Presenciar y discernir es una facultad que desde la indiferencia se ejecuta con maestría, pero que la cercanía afectiva amolda a su conveniencia, dejándonos ver y sacar conclusiones que indefectiblemente salvan a aquel o aquella que acapara nuestro innegociable cariño.

La primera vez que lo vi, un amigo mexicano me lo señaló. Me dijo que había hablado unos días antes, en ese mismo bar con él, que era de Tarragona y que quizá el hecho de ser compatriotas, me haría querer conocerlo. Yo lo miré en la distancia e instantáneamente dije un no rotundo. Si estaba en México, quería conocer mexicanos y lo último que se me ocurriría sería buscar a un paisano, afirmé categórico. Era verdad, pero había algo más. La indefinible sensación de que ese muchacho me recordaba a otra persona. El físico y el género no podían ser más dispares, pero “la Chupasangres” como yo la llamaba, aquella exnovia de mi amigo Gomera, entrada en carnes y fresca en el descaro de buscar sólo el interés, me vino a la mente. La imagen no duró. Di media vuelta y mi amigo y yo seguimos con nuestra diversión, sin que lo volviera a ver en toda la noche. Pero el destino insistió.

Cerca de seis meses más tarde, A apareció en mi casa, acababa de ligar con mi nuevo compañero de departamento, un vasco que como yo había llegado al DF por mediación de la Cooperación Internacional. La complicidad fue instantánea, y al sentirla supuse que aquella primera impresión había sido errónea. Hoy sé que ésta aparece para subrayarnos las esencias de las personas que el roce oculta, como recordatorio de que a pesar de su aviso, somos nosotros quienes tomamos la decisión. Claro que la decisión en esos momentos era del vasco, que le pagaba todo e incluso llevó de vacaciones a Yucatán, a ese jovencito músico que vivía con su hermana y que clamaba que una vez, cuando aún vivía en España, había sido rico, muy rico.

La luz existe en todos nosotros y cuando la propia se refleja en el otro, la química se expresa. No hacía falta más que una mirada, un ademán o un escueto comentario, para compartir inquietudes, ironías y confidencias. Nos hicimos imprescindibles y complementarios en esos meses, cargados de alegrías, fiestas y largas conversaciones. Y a pesar de mi vuelta a la madre patria, el contacto no se perdió, con cartas y llamadas telefónicas frecuentes. En mis diferentes etapas mexicanas, en cada uno de los reencuentros, pareció que la separación sólo había durado días y no meses o años. La complicidad se mantuvo intacta, o así me lo pareció, hasta que aquel al que yo consideraba como el hermano que nunca tuve, me hizo partícipe de su mala nueva.

Su conocimiento precipitó mi vuelta. Habíamos planeado encontrarnos en Europa y la noticia de su enfermedad pareció cortar esa posibilidad, así que, con el miedo de que su estado de salud fuera más grave, tomé un avión y regresé al DF.

Nunca me costó abandonarlo todo, ahora sé que fue una excusa que me ayudó a cerrar un ciclo, pero no por ello exenta de amor sincero. Sin más esperanza que una contrapartida de cariño recíproco, del que nunca dudé, y que esta vez sólo apareció a ramalazos. Extinguido por un egoísmo y un desdén que parecía culparme de su suerte, y que paulatinamente se transfiguró en indiferencia primero e inquina, después de que por un amigo común, yo consiguiera un trabajo en un periódico y nos fuéramos a vivir ambos con él. Yo carecía de permiso de trabajo, y mientras lo consiguiera, A se ofreció a facilitarme sus “recibos de honorarios”, medio por el que podría haber cobrado mis colaboraciones semanales. Pero aunque supo que mi dinero se había agotado, no dudó en postergar y excusar su promesa durante dos meses, como si disfrutara de que fuera yo quien lo necesitara, hasta que por fin conseguí el favor por otros medios, sin que nunca cumpliera su promesa.

En esos meses la carambola de un amor desafortunado y mal correspondido, como aquel cuyo ciclo creí cerrar en Madrid, se me repitió y la actitud de A no se circunscribió a la distancia o a la indiferencia, sino a un dejar entrever su complacencia por mi dolor. Jenaro, el amigo periodista con el que vivíamos, fue un gran apoyo en mi desamor y nuestra complicidad creciente debió desencadenar algún tipo de maquiavélica venganza en A. Justo cuando estaba a punto de regresar a España por cuatro semanas, Jenaro tuvo una reacción desproporcionada e inesperada a resultas de la cual me vi impelido a buscar nuevo hogar, y a la vuelta de mi viaje, ya no tenía trabajo. Siempre pensé que Jenaro había sido el culpable, hoy no me cabe duda de quién fue el instigador en la sombra.

A pesar del tropiezo y de que me juré que nunca más debía saber de él, un año más tarde terminé por llamarlo. Su aparente alegría y el reencuentro consiguiente, me hizo olvidar el rencor y pensar que había sido el peso de aquella enfermedad maldita la causante, y que una vez superada la impresión y sobrellevada ésta, A volvía a ser el de siempre. Así lo sentí, o así quise creerlo.

Como siempre desde que lo conocí, vivía en casa ajena, con el agravante de carecer de las clases particulares de música que solían ser su ingreso, aunque afirmaba que tendría algo en breve. Yo estaba buscando apartamento, y no pude evitar ofrecerle que viviéramos juntos, que intentáramos retomar aquella hermandad. Comprendía que no tuviera dinero, pero mis últimos meses habían sido buenos, y yo le ofrecía compartir el pequeño colchón económico que había reunido hasta que él comenzara a ganar dinero. Terminó devolviéndome y pagando toda su parte de la renta en los meses que compartimos vida, pero en el momento que tuvo dinero le dolió compartirlo. Los detalles de ese algo en breve resultaron encarnarse en un Director de Festival internacional de Teatro con los mejores contactos a nivel político y profesional que, para su suerte se había encaprichado de él, y A de su dinero.

Indefectiblemente terminamos la convivencia mal, no sólo por su convicción de que lo mío era de ambos y lo suyo sólo suyo, sino porque ésta vez se aseguró de mantenerme alejado de su Director de Festival y de otros artistas y contactos que fueron apareciendo por el camino, como si yo fuera una amenaza que pudiera robarle la preponderancia.

Los pormenores y la retahíla de pequeñas iniquidades serían interminables de contar, sobre todo porque mi repaso, una vez en la distancia, fue encontrando hilos que habían pasado desapercibidos y que apuntaban a aquella misma esencia que la primera impresión había tratado de hacerme ver. Comprendí que su forma de actuar había sido siempre la misma, quizá con otros sólo, hasta que la enfermedad innombrable destruyó sus tapujos y acentuó su egoísmo, ese que le hacía sentirse víctima de la vida por dejar de ser rico y le otorgaba el derecho de utilizar su victimismo para que otros mantuvieran su vida, aunque fuera penosamente, puesto que él no estaba dispuesto a trabajar para vivir, a menos que fuera en una ocupación vinculada con el arte y con un gran sueldo, curiosamente un destino que nunca llegaba.

Como no hay dos sin tres, en una corta visita a México lo vi de nuevo e hicimos las paces, incluso intermedié para que retomara la relación con un amigo común. A pesar de que me juré tomar precauciones y distancia, no pude evitar dejarle dinero un par de veces desde España y para no variar el guión, también en mi último desembarco en México. Entonces, seguía viviendo en casa ajena, entre su hermano y el amigo con el que lo había hecho reconciliarse. Incluso, le cedí mi casa para celebrar su cumpleaños, pero ésta vez sí mantuve cierto desapego, aunque creo que fue mi éxito con sus nuevas amistades lo que desató su último cartucho. Me tuve que enterar por un amigo común, infectado como él, de que me acusaba de ir informando sobre su secretísima enfermedad, aunque nunca supe qué les decía a aquellos de mí, que no tardaron en hacerme el vacío, y que no sabían nada de su enfermedad. Yo nunca aireé su condición y él sabía que no iba a hacerlo entonces, aunque fuese para descubrir la falsedad de mi supuesta traición. Sólo acerté a reclamarle los préstamos, por correo, y él a insultarme y a asegurar que le había chivado su condición a un antiguo amigo común, del cual curiosamente no decía el nombre.

No he vuelto a saber de él, y espero que la situación así se mantenga. Doy por bien empleado aquel dinero que no recuperaré, aunque mi fe y mi cariño necesitaran tres desengaños y la desgracia para aceptar que aquella primera impresión no pudo ser más acertada. Como dice un proverbio árabe: “Gracias, ahora te conozco”.

Rita Barberá Grabada Reclamando su Parte

Rita Barberá

María Rita Barberá Nolla, alcaldesa de Valencia desde 1991 y cofundadora del Partido Popular en Valencia, tras el nuevo escándalo en el seno de su partido por las grabaciones en las que aparece Alfonso Rus, presidente de la Diputación Valenciana y Alcalde de Xàtiva, contando dinero procedente de una supuesta mordida, será la próxima persona que oigamos en los medios de comunicación y que aparecerá en otro extracto de esas diez horas de grabación que realizó Marcos Benavent, exgerente de una empresa de la Diputación de Valencia.

Al parecer y aunque su contenido aún no se ha hecho público, la alcaldesa del Caloret, fue grabada en medio de una fuerte discusión con los dos anteriores protagonistas y el actual presidente de la Comunidad Valenciana, reclamando el retraso en recibir su parte de varias concesiones municipales a empresas privadas por las infraestructuras del Metro de la ciudad, ante la cercanía de unas vacaciones programadas con “su churri”.

Si se confirma el contenido y la autoría de esa voz femenina, tras más de 100 imputados del PP valenciano en diferentes casos de corrupción, quedaría demostrado que la red alcanzaba a los máximos dirigentes y que el entramado era conocido y coordinado por ellos mismos. Algo que se vislumbra desde hace tiempo y que la entrada en prisión del presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, confirmó para muchos valencianos.

Sin embargo, cabe recordar que la condena de cuatro años fue por fraude fiscal, y que ahora la imputación de un peso pesado del partido valenciano, como es Rita Barberá por esa presunta prevaricación y corrupción, sería un cambio cualitativo importante que podría hundir las expectativas electorales del partido conservador, cuando las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina. Y podría dejar a las claras, que la corrupción en el seno del PP valenciano era sistemática y orquestada desde sus más altos líderes. Y todo esto quedando aún muchas horas de grabación por salir a la luz, lo que augura que el terremoto político, sólo acaba de empezar.

Y si la Ciencia Demostrara que Dios es Mujer…

Diosa

La ciencia acaba de demostrar por casualidad, como muchos de los grandes descubrimientos de la humanidad, que en realidad Dios no es un hombre, como la mayoría de las religiones monoteístas aseguraban, sino que su género es indudablemente femenino.

El hallazgo, que indudablemente creará controversia e incredulidad, ha sido certificado tras años de investigación y ecuaciones, a resultas de las pruebas que se llevan a cabo en el Gran colisionador de Hadrones, cerca de Ginebra y tras cruzar datos provenientes de diferentes sondas espaciales y el telescopio Hubble. En principio se creyó que los indicios apuntaban a la confirmación de que la teoría de Cuerdas era falsa, pero sorpresivamente se pudo localizar la partícula de Dios, y en ella se desencriptó un mensaje con copyright que afirma con rotundidad que el creador de todo, no es él, sino Ella.

Los científicos apuntan que como resultado de tan magno descubrimiento, cabe suponer que el Big Bang, fue en realidad la transformación de un Dios masculino en una deidad femenina, lo que en cierto sentido habría sido una muerte y resurrección cósmica cuyos alcances están aún por descubrir. Aunque para otros estudiosos, el hallazgo, no implica que Dios fuera alguna vez hombre, sino que era un conglomerado de ambos sexos y que en el estallido que dio origen a la vida se transformó en hembra.

Las repercusiones de tamaño descubrimiento, dicen los entendidos, deberían forzarnos a transformar nuestra civilización y dar así el lugar a la mujer que se merece para no seguir enfadado a la Creadora, y que de no hacerlo ésta se podría enfadar con nosotros ya que el cúmulo de casualidades imposibles que han dado lugar a la sorprendente averiguación, se interpreta como una advertencia a la humanidad que tanto a despreciado el papel de la mujer en los últimos milenios.

La primera consecuencia ha sido un comunicado del Vaticano en el que afirma que a partir de ahora las mujeres podrán ser sacerdotes, así como que el próximo Papa, no será tal, sino Mama. En el mismo sentido gobiernos de todo el mundo han afirmado, que para las próximas elecciones sólo se podrán presentar mujeres a las elecciones presidenciales. Medidas que al parecer obedecen a que, aunque aún no se ha hecho público, en el texto encriptado de la partícula de la Diosa, así lo aconseja si no quiere sufrir la humanidad la divina ira de su eterna Madre.

La Crisis como Círculo de Envidia y Melancolía

El Ciclo de la Envidia

La envidia cuando es hacia uno, en el fondo, y como poso resultante de su recurrencia, nos da seguridad. Ese tipo de protección que engalana a aquellos que tienen dinero, fama o salud y que intranquiliza a quienes de ello carecen. Sobre todo si al fin y a la postre ese origen que nos pondera, les resulta inalcanzable a los ojos extraños, y a nosotros innata y perenne posesión; aunque en realidad tampoco lo sea. La juventud, la belleza y la vitalidad tienen un final, y el dinero aunque no lo tenga, en la última transacción, se lo queda Caronte.

Vislumbrar un fin o sufrir una crisis como la actual, nos hace volver la vista atrás. Sumidos en su canto, descubrimos que el peor anhelo es el del propio pasado y que la envidia más posesiva, es la que nos sueña desandando y rehaciendo lo vivido. Lo imposible, como todo en esta vida, sólo toma cuerpo, cuando se refleja en nosotros y nos recuerda que la envidia que sentimos por los demás, sólo tuvo sentido como proyección de nuestras carencias y de aquello que queríamos ser. Curioso que la envidia ajena que alguna vez nos vanaglorió por ser su objeto, se reproduzca en nosotros e impregne lo que fuimos, robando la seguridad del camino andado, porque sus resultados del hoy nos hacen suspirar por el ayer, sólo para hacernos tomar conciencia de que lo que pudo haber sido, ya nunca será.

El mito de una vida plena está lleno de declaraciones atrevidas de aquellos que proclaman que no cambiarían ni un ápice de su pasado, la imposibilidad los guarece, pero la experiencia propia los niega. Es fácil y práctico confundir la asimilación de lo hecho, con el falso orgullo de que nuestros pasos siempre fueron certeros y en su defecto, si se pudieran enmendar, repetidos, para no transformar un resultado final del que nos sentimos orgullosos. Pero ese tipo de absolutismo infalible no cuadra con las múltiples variables protagonizadas en una vida, por mucho que nos guste el resultado y el devenir del total. Mucho cambiaríamos de lo hecho si pudiéramos, claro que nos salva, como es de suponer, su imposibilidad.

Aquello de que “Cualquier tiempo pasado fue mejor…”, es mentira. Salvo que a ratos y en todo caso al abrigo de la intimidad, su susurro nos convenza, no sin buenas razones. Su fuente fidedigna y propia nos congratula porque su resultado carece de la incertidumbre y desasosiego que el camino presente nos crea. Su resolución feliz completa una imagen de nosotros mismos perdida y positiva, vista con la cálida y miope distancia de un tergiversado recuerdo que sólo se apoya en las luces.

La vida está llena de triquiñuelas, que por más ajenas que parezcan, acaban en nosotros. Y la envidia certifica ese círculo final que comienza en los otros y termina en uno mismo. Justo cuando la seguridad del dinero, la juventud, la salud y/o el amor se nubla, para mostrarnos que toda sensación de seguridad es temporal y que toda envidia no es más que el deseo y el miedo al propio cambio.

La tentación de quedarse enganchado, viviendo pendiente de lo que aquellos que nos causan envidia son, es una costumbre peligrosa que nos aleja de nosotros mismos. Imposibilitándonos así el reconocimiento de que la envidia apunta hacia nosotros y evitando que la piedra de la indagación se asiente, y sin ella no podremos evolucionar en el propio conocimiento.

La agridulce melancolía refulge en el otro extremo y sus asechanzas no desmerecen a las ajenas, sino que las superan, porque no hay nada más mesmerizante que los vericuetos del propio yo. Cuando el presente nos encadena a un túnel sin luz y sin más alimento que el propio remordimiento, es fácil entregarse a la parálisis y al derrotismo. La situación actual de crisis económica y desempleo nos desnuda y ata, despojándonos de la herramienta social del dinero, sin la cual estamos indefensos y a merced de la caridad, del otro y de la suerte. La natural explosión de envidia hacia aquellos que tienen el trabajo o los medios para subsistir se agrava cuando, adoctrinados por una cultura que afirma ser fiel transmisora del esfuerzo individual, terminamos por sentirnos culpables y causantes de nuestra situación.

El ciclo de la envidia, sin embargo, no debe engañarnos. Envidiar lo que nos hace falta y que otros exhiben, es natural. Así como revisar en los archivos de lo vivido, para buscar respuestas a una situación crítica. Pero dejarse arrastrar por un pasado cuyo control parecía estar en nuestras manos, no debe confundirnos. A veces nuestro deseo fue acompañado, y otras veces no lo estará. Ni antes ni ahora, la vida estuvo ni estará al comando de nuestra voluntad. Mientras hay que sobrevivir, con la templanza de extraer enseñanzas y con la fe de que el mañana será diferente.

La crisis personal o financiera no debe apoderarse de las preguntas y respuestas de nuestro mundo interior, sino su totalitarismo nos convencerá de que ya no nos quedan puertas, fuerzas, ni capacidades por desarrollar. Tal descenso, producto de la incapacidad económica y la culpa, sólo necesitará de tiempo para hacer de nosotros meros zombies, tal que muertos vivientes sin voluntad de reaccionar.

La melancolía exacerba su presencia cuando nuestra vida afronta una esquina, o cuando el último momento se antoja próximo. Pero si el caso no responde a enfermedad, accidente o senectud, no deberíamos abandonarnos a su juego mental. Nuestra cabeza es como una monarca absolutista y entrar en el círculo vicioso de la envidia, la inseguridad y la culpa terminará por convencernos, y el siguiente paso será la rendición.

El drama individual y social que la crisis plantea es un círculo vicioso que fustiga y encadena la envidia y la inseguridad con nuestra propia autoestima. La lucha mental nos ha de servir para aprender sobre nosotros mismos y los demás. Resistir no es sólo una opción, sino el contexto contra el que no vale flaquear, porque de hacerlo y dejarse llevar, no importará que puedan cambiar las condiciones en un futuro, porque para el caso, ya estaremos vencidos.

Y si los Aliens nos Invadieran de una… vez…

Invasión Alien

En contra de todas las previsiones imaginadas por la literatura y el cine, los extraterrestres no hicieron acto de presencia en los cielos de medio mundo, mediante naves extraordinarias e inmensos ovnis para mostrar su superioridad e intenciones, sino que optaron por un práctico mensaje televisado. Aprovechando la quietud relativa de un fin de semana, interceptaron todas las señales televisivas y comenzaron a emitir mensajes traducidos en todos los idiomas y a todas horas. La perplejidad primera y los rumores de que algunos hackers habían conseguido perpetrar la gran broma, fue paulatinamente dando lugar a una comprensión escalonada, no exenta de un terror primigenio y una huida a ninguna parte que colapsó las carreteras y las salidas de las grandes ciudades.

Los suicidios, por lo que ahora sabemos, fueron escasos, pero los arranques religiosos y apocalípticos consiguieron congregar a multitudes a lo largo del planeta, acompañados de disturbios y saqueos. La anarquía de la primera semana, poco a poco, se fue desinflando como un globo inofensivo, quizá porque a excepción hecha de la televisión, los aliens no se dejaron ver, ni causaron ningún tipo de violencia o demostración de poder. Sus mensajes afirmaban que no estaban aquí para someternos ni destruirnos, sino para evitar que nuestra ceguera nos condujera, como estaba haciendo el devenir económico y social, al colapso de la naturaleza y a una destrucción de la vida en nuestro planeta.

Internet, que las primeras semanas no funcionó, comenzó a hacerlo para recoger los testimonios directos, que sobre las primeras intervenciones alienígenas comenzaron a producirse por medio mundo, y que personas de todas las nacionalidades colgaban en la red con asombro y gratitud. Hospitales con personal aparentemente humano y con remedios prodigiosos aparecían de la noche a la mañana en las zonas más pobres de la Tierra. Industrias y fábricas contaminantes desaparecían como si nunca hubieran existido y el reparto de comida fresca, así como infraestructuras y edificios futuristas poblaban un nuevo paisaje que se mezclaba con un inusitado resurgir de la naturaleza y los bosques.

En la televisión por su parte siguieron programando imágenes sorprendentes, pero esta vez con grabaciones que probaban y enseñaban los engaños orquestados por la élite política y financiera de los últimos siglos, su búsqueda de la riqueza a costa del ser humano medio y su ocultación de descubrimientos farmacéuticos y energéticos, para seguir haciendo negocio a costa de la salud y el petróleo. Pero lo más impactante fueron las imágenes que probaban su cooperación con civilizaciones antiguas, su ayuda para la construcción de las pirámides mayas o egipcias, su apoyo para el florecimiento de la civilización Atlante y cómo su decepción propició el diluvio universal. Y últimamente, imágenes de la Luna y sus bases para vigilarnos, más antiguas que nuestra historia, así como pequeños cortometrajes sobre su mundo, su cultura y sus viajes por el universo.

Los Dioses, de los que hablaban las culturas primigenias, parecen haber regresado, pero esta vez en lugar de castigarnos con un diluvio, parecen querer dirigir nuestros pasos para que no nos abismemos en la propia autodestrucción. Una nueva religión ha surgido inevitablemente, aunque otros siguen pensando que sus buenas intenciones son una estratagema calculada para someternos. Sea lo que sea, el tiempo lo dirá, porque al parecer, contra su poder y tecnología, nosotros no somos más que una mascota, testaruda y, ahora y en general, aturdida pero agradecida.

La Vida en la Ruleta

La Ruleta de la Vida

Vivir, principalmente, es un ejercicio de lucha contra uno mismo. Las circunstancias vienen más tarde, y es precisamente a nuestro yo a quien se enfrentan. La comparación inevitable, sin embargo, es con los demás, y es entonces cuando los valores sociales aprendidos penetran en nosotros. El resultado de ese combate continuo nos cambia, con la dificultad de que la edad nos hace tercos y la capacidad de esponja, del niño que fuimos, ya está anquilosada.

El éxito social y material, nunca antes como hoy, sigue siendo la vara de medida que criba el valor de una existencia. Lograrlo, nos dicen las estrellas del deporte y del oropel, es cuestión de voluntad y de esfuerzo. La fama está al alcance de cualquiera, y esa verdad justifica la mentira de esa vara, haciéndonos creer que los reflejos sociales son absolutos. Como si las matemáticas de la vida fueran neutras trasmisoras, y las desgracias pagos tan adecuados a los méritos, como aquellos que ostentan los hombres a los que les sonríe la fortuna. Medio planeta trabaja con dureza y a pesar de las horas y el esfuerzo, la miseria no los suelta. Sin embargo otros, por el mero accidente de nacer en una familia de bien, lo tienen todo. Y a pesar de ambos casos la maga fortuna sigue decidiendo más que el propio empeño. No, no somos los únicos dueños y hacedores de nuestro rumbo, pero sí de nuestras decisiones.

La vida nunca fue un camino delimitado y seguro, aunque así nos guste pensarlo. Su indefinición puede tomarse como indefensión, pero también como una aventura con imprevisibles salidas. Todo es posible, y aceptar el hecho en su totalidad no es algo en lo que nos eduquen. Confundimos la ocultación con la protección, puede que por la supersticiosa creencia de que nombrar la desgracia la termine atrayendo, y preferimos dejar que el dramatismo de la existencia sorprenda al neófito cuando su realidad se hace terriblemente palpable.

No es agradable advertir sobre la posibilidad del dolor, la tragedia y el infortunio, pero no por ello es más inteligente vivir como si el drama fuera un desafortunado y raro incidente que sólo sufren los otros. La desgracia, el horror y lo bizarro, o en su colmado antagonismo la felicidad, la opulencia, la presunción y el decoro, nos pueden ser ajenos hasta que para cambiar nuestro signo y hacer imagen con nuestra vida de su esencia, nos visita el otro lado de la vida, ese de cuyos encantos aún no habíamos maldecido ni disfrutado.

El tiempo restringe las posibilidades de una vida mortal, pero su flujo eterno lo compensa garantizando todas las variables concebibles. La expresividad vital del hombre se debate en esa ruleta de aristas infinitas. Lanzado a su vorágine, entre la lucha de su voluntad y sus circunstancias, el ser humano traza y cumple su destino. La totalidad de nuestra suerte como humanidad, cumplimentará todas las casillas.

El rumbo de una existencia yace, para muchos en las manos de Dios, para otros no es más que la carambola de la física, la química y la ciencia en su cocktail de variables, para la sabiduría oriental un camino de aprendizaje que aferrado a la rueda infinita del ser no se detiene con la muerte, y para un selecto grupúsculo de pragmáticos, el triunfo de la voluntad y el resultado de una inefable superioridad que se refleja en la fama, el dinero y el poder temporal adquiridos. Pero sea la que sea la hipótesis acertada, ¿en realidad importa?

La interacción entre voluntad y karma crea la realidad e inutiliza el valor de las discusiones sobre el carácter predestinado o no de la vida. Su valor y sus porcentajes no deberían importarnos, la voluntad existe en nosotros y es nuestro deber ejercerla, problema diferente serán las vicisitudes que nos depare el camino; y esas variables sabemos que no yacen en nuestras ganas. La casualidad atiende a todas las razones y reparte todas las cartas. La incógnita de una vida afronta un insondable catálogo de posibilidades y aceptarlas no es una clausula expuesta a ningún tipo de reclamación, su imposición está implícita en el contrato. Podemos decir que la desconocíamos, que nos parece injusta, abusiva o cruel, pero el juego no admite más réplica que abandonar o seguir jugando.

Juguemos pues con la alegría de que mientras tengamos vida todo es posible. La muerte es inevitable, pero en su intermedio todo puede ocurrir, quizá hasta podamos discernir y recuperar a aquel yo primero que tanto solemos confundir con las circunstancias, olvidando que no son ellas las importantes, sino cómo ante ellas nos mostramos y evolucionamos. Porque una vez traspasada la muerte, si algo trasciende y pervive, no serán las posesiones y los logros sociales, sino lo aprendido en el camino, y entonces tal vez la ruleta de la vida adquiera el sentido que estando vivos se nos escapa.

Y si Aparecer en TV se Ganara por Sorteo…

Y si la Televisión...

La Infanta Naranja, hija del abdicado Rey Limón, ha despertado las mayores expectativas de audiencia para la próxima edición de Supervivientes, por ser la primera miembro de una Casa Real en ser elegida por el nuevo sistema democrático de sorteo televisivo. El procedimiento, que entró en vigor hace sólo un año, rifa a través del número de identificación fiscal y a nivel nacional, el derecho entre todos los ciudadanos a aparecer en televisión.

Ha hecho la casualidad que en las últimas semanas, precisamente en los premios importantes, los agraciados sean personajes públicos de renombre y reconocimiento, circunstancia que ha levantado el recelo de la prensa y de parte de la opinión pública. El primero fue Josema Ansar, antiguo presidente del partido conservador y que ganó el sorteo para ser el presentador de los telediarios durante un mes, justo en medio de la campaña electoral que desembocará en las elecciones generales, y cuya labor al frente de las noticias se ha convertido en una poco disimulada propaganda de partido y en un ataque indiscriminado a la oposición, con contenidos sesgados y noticias interesadas.

Pero ha sido la designación de la Infanta Naranja la que ha creado más controversia, ya que como todos recordarán, sus problemas económicos y su necesidad de lavar su imagen ante la cercana celebración del juicio por enriquecimiento ilícito de su marido, le pueden suponer una ayuda importante de cara a la opinión pública para restituir su fama y distanciarse de la presunta malversación orquestada por su cónyuge. La Infanta, a través del portavoz de la Casa Real, ha hecho llegar un comunicado en el que afirma que la casualidad la ha designado, y que aunque tiene la potestad por su realeza de no participar, lo hará, como lo haría cualquier otro ciudadano, para demostrar normalidad y participar de la democracia televisiva recién implantada.

La lotería televisiva ha arrojado hasta el momento resultados dispares, elevando la repercusión y el seguimiento de los debates políticos televisivos, gracias a que los tertulianos tradicionales y estereotipados en sus posiciones, han sido sustituidos por ciudadanos medios, alcanzando los debates un sorpresivo respeto hacia los contrincantes y sus turnos de palabra, así como en una mayor profundización de los temas generales, orillándolos a términos más cercanos al gran público y a casos concretos de la vida cotidiana. Pero también ha generado fricciones entre los presentadores y sus sustitutos, así como con los invitados, ya que los improvisados conductores no se han mantenido fieles a la tradición de hacer preguntas cómodas y propiciar la autopromoción de películas, libros o campañas políticas, y sus inquisitivas entrevistas han ofendido a muchos famosos, algunos de los cuales no han dudado en levantarse y abandonar el programa en directo, calificando el resultado final del nuevo procedimiento televisivo como peligroso y poco profesional, demandando la vuelta al anterior modelo.

La polémica, y la vulgarización como han denominado algunos medios al nuevo formato de hacer televisión, sin embargo ha incrementado notablemente las audiencias y no parece que los diferentes canales se estén planteando un cambio que, al menos por ahora, les reporta mayores beneficios y publicidad. Habrá que esperar al asentamiento del modelo y a los próximos meses, para ver su evolución. Pero sin duda parece que al público en general le entusiasma la idea de poder aparecer en televisión y por una vez tener un público y una fama que hasta ahora sólo unos cuantos disfrutaban.

La Importancia Personal de una Mota de Polvo

La Mota de Polvo

Los males del mundo son muchos, pero su causa múltiple, en mi humilde opinión, tiene una base única. El hombre se ha tomado demasiado en serio su afán de modelar el mundo, como si dicha capacidad lo hiciera superior al mundo mismo. Una mujer, si fuera el caso de que una civilización matriarcal hubiera triunfado, habría exhibido otros defectos, pero sin duda nunca hubiera actuado así. El principio creador del planeta Tierra está emparentado al hecho de ser madre, y eso es algo que nunca podrá interiorizar un hombre. Menos aún, si su idilio ofuscado con el dinero y el dominio lo abisma a destruir su propio ecosistema.

Los hechos y las consecuencias de los seres humanos nos nublan con sus variados orígenes, pero el hilo conductor es demasiado evidente y burdo para contemplarlo. Su evidencia misma lo descarta, porque admitirlo nos señala, y reconocernos como el problema parece estar fuera de nuestra misma naturaleza. Los años, la evolución, la cultura y la religión misma parecen habernos inculcado que somos lo más. El culmen coronado, cuya existencia es prueba y aval suficiente para mirar al resto de la vida y a las cosas que nos rodean, con desdén; no por nada estamos hechos a imagen de Dios. No ha de extrañar por tanto, que nuestra conciencia y poder creador nos induzcan a actuar como si el resto de lo creado, existiera para servir a nuestro antojo.

Un niño no repara en el juguete, sino en el juego, y sólo cuando éste se rompe comprende el doble alcance de su entretenimiento.

Un poco de perspectiva, en dosis repetidas, aplacaría la exacerbada Importancia Personal que sufre el ser humano. Pero la problemática radica en la imposibilidad pragmática de hacerla realidad y viajar al espacio para tomar conciencia directa de nuestra insignificancia. Los hechos convencen más que la teoría, y está claro que no nos basta con el puro conocimiento. La ciencia y la astronomía calculan que 200.000 millones de estrellas pueblan La Vía Láctea, y que como ésta, otras 200.000 millones de galaxias existen en el Universo que podemos contemplar. El cálculo exponencial tiende al infinito si añadimos los planetas y satélites que albergará cada estrella, más aún si presuponemos que más allá de las nebulosas que puede captar el telescopio Hubble, podrían existir miríadas de incalculables otras.

«Un punto azul pálido», como la famosa foto que en 1990 tomo el Voyager I del planeta Tierra antes de abandonar el Sistema Solar, no es lo que somos. Ese grano de polvo en mitad de la penumbra cósmica, como describiría Carl Sagan la instantánea en su libro del mismo título (Pale Blue Dot), es un todo que nos alberga, y nosotros dentro de él no somos más que una mínima parte. Aunque tendemos a olvidarlo y a creernos que poseemos la totalidad de lo que el planeta aloja.

El Orbe celestial, la naturaleza y la vida exhiben un equilibrio que el ser humano ha parecido olvidar, invadido por una entropía que confunde la libertad con el egoísmo y el bien común con el interés propio y a corto plazo. Una sociedad no es más que la suma de sus sujetos y el egoísmo general no puede ser más que fruto de los ajenos. La individualidad ha olvidado al grupo, y el pesar no incumbe si no es propio. Supuestamente el ser humano es un animal social, pero los avances logrados se vertebran sobre disposiciones sociales que no igualan su uso, sino que lo supeditan a reglas de posesión, interés y dominio. Cuando hasta el último rincón del planeta tiene dueño y éste es particular y no común, se comprende que millones de congéneres pasen hambre cuando existe la capacidad de que todos se nutrieran suficientemente, o que la desesperada inmigración que huye de la guerra y la miseria sea considerada una cuestión de seguridad y de ilegalidad, en vez de entonar el mea culpa y admitir que una civilización basada en la desigualdad no puede autodenominarse, igualitaria, democrática y libre.

La jerarquía, la dominación y abuso del propio igual, principia en el desamparo particular. Una persona no puede pararse a pensar en el otro si la lucha por ser y afirmarse parece ser una carrera individual plagada de espejos que sólo piensan en sí mismos. La Importancia Personal de aquel que escala en la pirámide jerárquica le puede otorgar el poder y la riqueza que la suma de miles de sus congéneres nunca tendrán, pero su ego ha interiorizado su valía como indiscutible y merecida, por lo que jamás se parará a pensar y actuar en favor de los otros. Cómo cambiaría la civilización humana, si aquellos que tienen el poder de transformarla, los famosos y multimillonarios, ejercieran de portavoces de aquellos que no tienen voz ni poder, y su implicación en campañas aparentemente bienintencionadas, que sólo sirven para aderezar su imagen y ego, los ocupara más de lo que sus apretadas agendas les permiten.

La armonía del Universo no se refleja en el hombre, quizá ese y no otro sea el órdago que debe enfrentar la humanidad si quiere pervivir y trascender esa exagerada Importancia Personal que nubla nuestro entendimiento. Aún no hemos traspasado los límites de nuestra maltratada mota de polvo y nuestro ego sigue empeñado en creerse el más preciado tesoro de la existencia.

El tiempo corre y en su totalidad no somos más que un guiño. Un atisbo de luz que el tiempo borrará, inducido tal vez por los derroteros que nuestra propia naturaleza marca, a menos que comprendamos e interioricemos que el equilibrio y el balance del Universo debe reflejarse en nosotros, y no sólo como individuos, sino principalmente en la suma que nos hace sociedad. Porque sólo así podremos sobrevivir y justificar que nuestra Importancia Personal, tiene un mínimo atisbo de verdad. Claro está, si es que en realidad lo tiene.

Y si el Futuro forzara a Europa a Emigrar a África…

Emigración Europea

Quién iba a imaginar que veinte años después de que Europa continuara con su inflexible e inhumana postura frente a la emigración africana, allá por el lejano 2015, calificando el drama de problema de seguridad y achacando a las mafias y a la televisión la búsqueda de mejores horizontes del africano medio, masacrado por la pobreza, las guerras y la expoliación de sus recursos naturales por las corporaciones, fuera el propio ciudadano europeo quien se viera forzado a emigrar a África.

El deshielo del Ártico y el cambio climático, tras unos primeros años de continuado aumento de las temperaturas en el hemisferio norte del planeta, tuvo un desenlace inesperado y en apenas dos años, una repentina glaciación cubrió aquella parte del planeta que había sido conocida como Primer Mundo, principalmente Europa y Norteamérica. El colapso social y tecnológico, las hambrunas y el invierno perpetuo, precipitaron a millones de ciudadanos europeos y americanos a buscar la supervivencia más allá de sus fronteras, unos en África, otros en Latinoamérica.

Sorprendentemente, para los precedentes de trato recibido por la tendencia migratoria que a la inversa había copado las décadas anteriores, los diferentes Estados no criminalizaron a los necesitados que vulneraban las fronteras. No fue hasta que el número y la actitud violenta apareció, quizá alentada por los restos de su armamento, tecnología y costumbre histórica de apoderarse de los recursos naturales de otros países, que los gobiernos del sur se vieron forzados a dictar leyes que ilegalizaran la entrada y a crear campos de refugiados, tras cruentas guerras.

Hoy la convivencia y la solución parece lejana, quizás porque en el proceso la población mundial no sólo descendió drásticamente, sino que se perdieron recursos y tecnologías que tardarán décadas en poder normalizarse.

Lo que sí parece claro es que la causa de la glaciación está en la interrupción de las corrientes marinas que procedentes del Caribe calentaban el hemisferio norte, debido a que el deshielo Ártico y el aumento consiguiente del porcentaje de agua dulce transformó el comportamiento de los mares y sus corrientes. Algo que ha transformado la faz de la Tierra e irónicamente detenido el deterioro del planeta. Como si una justicia divina, cobrara los desmanes que parecían abocarnos a destruir el mundo que nos sustenta y diera una lección a aquellos que lo provocaban. Esperamos que no hagan falta más.