Carlos Castaneda, entre La Magia y La Sospecha

La Magia de Carlos Castaneda

La Magia quedó recluida, mucho tiempo ha, en el reino de la imaginación. Coto reservado para niños, soñadores y enfermos que perciben lo que la ciencia niega que, más allá del interior de sus cabezas, exista, y que explicaría algunos casos de enfermedad mental. Aquellos en los que sólo se pueden mesurar las sustancias segregadas y las zonas de actividad, pero no las causas, porque no hay un patógeno objetivo y físico que justifique las percepciones que causa. A ese limbo sin ley ni justificación cósmica, quedaron relegados los duendes, hadas, seres primordiales, fantasmas, psicofonías, premoniciones, brujas, alquimia, chamanes y druidas, fruto al parecer únicamente de nuestros juegos mentales y de la química neuronal. Las leyes de la física lo explican todo y aquello que no alcanzan a probar con sus hipótesis, lo explicarán algún día con la suma de tiempo, conocimiento y estudio científico. Esa gran verdad es real, desgraciadamente, porque así lo creemos todos.

Esa certeza ilustrada, madre del progreso tecnológico que vivimos, nos ha convencido de que todo aquel fenómeno que no entra en su estudio y al que no puede aplicar su base científica, no es más que superchería. Coletazos de aquellas creencias y costumbres de las sociedades que nos precedieron, a las que los planes de estudio nos hacen ver como ingenuas, atrasadas y crédulas, guiadas por dioses falsos y chamanes que meramente se apoyaban en la superstición y la falta de instrucción de su pueblo, para sembrar humo y artificio que alumbrara y justificara el poder que por su preciado, aunque escaso conocimiento del mundo, ostentaban.

El maniqueísmo se inculca fácil cuando no quedan testigos y su justificación te incluye como perteneciente a una civilización superior. Pero resulta naif, simplista e ilógico deslindar la grandeza de conocimiento de grandes hombres como Platón, Pitágoras o Cicerón y a la vez denigrar la ideología, los valores y las creencias de la sociedad en la que estos surgieron, más aún cuando su forma de llegar a ese conocimiento se instrumentalizó en escuelas de aprendizaje que entrelazaban en sus rituales iniciáticos el conocimiento y el misticismo como un todo. Si nos maravillan sus resultados, es incongruente denigrar su método simplemente por el hecho de que hemos perdido su conocimiento y nuestro único punto de vista, la ciencia, no lo contempla ni comprende.

El ser humano no era más tonto en el pasado, ni es más inteligente en la actualidad, quizá el nivel de instrucción e ignorancia ha variado ostensiblemente, pero también lo ha hecho el procedimiento y los caminos de la sabiduría. Pecamos de creer que el camino del hoy es el único válido, pero las documentadas curaciones de cáncer y de otras mortales enfermedades logradas por Paracelso un confeso alquimista, por poner un simple ejemplo, señalan que hubo otros, perdidos como el camino que llevó a los mayas a su perfecto conocimiento de la astronomía. Inexplicable careciendo de tecnología y por la mera contemplación, como afirma la ciencia moderna, puesto que sus conclusiones alcanzaron a dibujar el ciclo cósmico de 26.000 años que traza el sistema solar a lo largo de la Vía Láctea y que coincide con la precesión de los equinoccios que ejecuta la tierra en un ciclo completo a los doce signos del zodíaco, curiosamente equivalente al año platónico, y que la ciencia actual cuantifica aproximadamente en 25.776 años.

Imaginen ahora a un antropólogo criado en el método científico, quien en el año 1968 publica un libro que intenta ser un estudio de campo sobre el chamanismo, con gran éxito tanto a nivel académico, como popular y de crítica, pero cuya negativa a presentar al chamán protagonista para evitar que sea tratado como una atracción, genera una campaña de desprestigio y ninguneo a sus contenidos, que se intensificará y crecerá con cada uno de sus libros. Sobre todo porque si en el primero las experiencias podían achacarse al uso de psicotrópicos como el peyote o el toloache, en el resto, las experiencias paranormales van aumentando su calibre sin que intervengan más plantas de poder, además de que el tono abandona el academicismo primero y a pesar de las dudas del protagonista, el mágico mundo de su maestro toma un ámbito de realidad que no es ilusorio ni fruto de los caprichos de su fantasía, al menos si decidimos creer su testimonio, que siempre calificó sus libros como no ficción.

Carlos Castaneda fue aquel joven universitario desacreditado por el academicismo y vilipendiado por ensayos, libros, artículos y webs que desde la óptica científica creyeron encontrar pura elucubración y rastros de plagio en sus obras. Desde retazos de libros sobre misticismo de la cultura japonesa y la hindú, a frases de la filosofía e intelectualidad de su tiempo. Pero también se convirtió en mito, un gurú de la New Age y de un nuevo misticismo que intentaba rescatar ese conocimiento perdido que aún atesoran chamanes y tradiciones de la América profunda, con la noción de que la realidad ordinaria no es más que aquella que, como miembros de una cultura, hemos aprendido a percibir a través de nuestro sistema cognitivo, pero que existen muchas otras realidades que pueden ser experimentadas si se aplica la conciencia y la intención adecuada, usando otro sistema cognitivo, ese que aplican los chamanes y que les permite ver fluir la energía fuera de las ataduras de la socialización y la sintaxis.

El documental Tales from the Jungle: Carlos Castaneda, producido por la BBC en 2007 expone testimonios de compañeros de universidad, amantes, seguidores y familia para exhibir las pruebas concluyentes de que su muerte en 1998 por cáncer probó que él no se había convertido en chamán y que todo había sido un fraude, lo que provocó el supuesto suicidio de su círculo interno que desapareció desde ese día, como probarían los únicos restos encontrados de su hija adoptiva y también supuesta amante, Patricia Partin, en el desierto del Valle de la Muerte, en California. Pero a pesar de que el foco se centra en esa parte oscura de un hombre obsesionado con el sexo y que ha creado una especie de secta en la que él mismo se cree su patraña, no para de llamar la atención cómo su primera esposa, Margaret Runyon Castaneda, su hijo adoptivo CJ Castaneda y la Dr. Margarita Nieto, de la California State University, al recordar el supuesto encuentro de Carlos Castaneda con Don Juán, reconocen la genuina impresión, el cambio producido en él desde entonces, sus viajes continuados durante años y la posterior crisis y miedo producidos por penetrar en un mundo en el que las experiencias fuera de esta realidad se sucedían sin mediar el uso de drogas.

Algo le aconteció, aunque sin duda es más fácil agarrarse a sus contradicciones, al secretismo voluntario que lo rodeó y que le hizo huir de entrevistas y fotografías, que contemplar la mágica posibilidad de que sus 13 años de aprendizaje sobre el misticismo tolteca, aunque su maestro fuera de origen yaqui, como él afirmara siempre, pudieran tener un poso de verdad, más allá de que la elucubración y el ego le hicieran perder el contacto con la verdad.

La complejidad y congruencia del mundo chamánico exhibido en la totalidad de su obra resulta casi imposible como fruto de la mera imaginación, aunque puede ser contemplada como prueba irrefutable del plagio hacia el misticismo de otras culturas, obras y épocas, pero también puede indicar su veracidad por los paralelismos que todo estudioso de los textos esotéricos encontrará en las tradiciones herméticas de Grecia, oriente, África o América. La decisión final, dependerá de la elección privada de cada lector.

Pero más allá de valoraciones sobre su realidad o ficción, sus libros muestran a un brillante narrador con historias llenas de magia y de experiencias fuera de esta realidad con seres intangibles, dimensiones paralelas, viajes en el tiempo, chamanes que burlaron a la muerte, uso de los sueños como herramientas de poder, bilocaciones, dobles energéticos, puertas entre las realidades y decenas de procedimientos para equilibrar la energía y ganar conciencia. Quizá su testimonio, siempre aferrado a que sus relatos eran producto de la experiencia, podría ser catalogado por la ciencia como enfermedad mental. Pero aquellos que hemos experimentado experiencias paranormales, sin uso de sustancias, quizá sólo veamos un poso de verdad, ese hilo, que más allá de excesos y alguna posible mentira, comenzó con la aproximación a un conocimiento que la cultura occidental y científica, hace mucho tiempo ya, ha perdido.

Felipe VI Pillado descalificando la Labor Diplomática

Felipe VI

Sale a la luz pública un supuesto audio en el que Felipe VI critica la hipocresía de la Diplomacia, justo cuando España acaba de condecorar al Presidente de México, Enrique Peña Nieto, con el collar de la Orden de Carlos III, que distingue a aquellas personalidades cuyos trabajos, esfuerzos e iniciativas supongan “eminentes y extraordinarios servicios a la nación”, así como la cruz de la misma orden a su mujer, Angélica Rivera. El gesto diplomático se entiende como preparación del segundo viaje institucional que los monarcas, tras su visita a Francia, realizarán a finales de Junio a México, visitando la capital y Zacatecas.

En la grabación, cuya veracidad ya se ha puesto en entredicho por el Ministerio de Asuntos Exteriores Español así como por la oficina de prensa de la Casa Real, se puede oír una voz que asemeja a la de Don Felipe de Borbón, criticando que por intereses diplomáticos e institucionales se otorguen reconocimientos a mafiosos y gente de la peor calaña. Pero sobre todo crea más polémica, que a continuación se le oiga, supuestamente, decir que en realidad a él le da igual, que ya conocía la labor que le correspondía y que no le crea ningún conflicto ser la cabeza visible de la Diplomacia, porque lo importante es reinar y mantener la institución al precio que sea.

Enrique Peña Nieto, Presidente Mexicano y dirigente del PRI, ha sido muy criticado por amplios sectores de la población no sólo por el drama de los 42 normalistas de Iguala, Ayotzinapa, desaparecidos el pasado septiembre del 2014 con la colaboración de la policía municipal y tras la continuada represión a la escuela por parte de las autoridades locales y estatales de Guerrero, sino por la forma de cerrar el caso, sin conclusiones y sin la aparición de los cuerpos. Pero también su pasado como gobernador del Estado de México estuvo lleno de controversia, sobre todo en el caso de los disturbios de Atenco en 2006, cuando un conflicto de vendedores de flores desencadenó enfrentamientos con las autoridades y su Comisión Nacional de Derechos Humanos documentó abusos de la fuerza policial, con detenciones ilegales, trato cruel, allanamientos de morada, violaciones de los derechos de menores, abuso sexual y 26 violaciones a mujeres, de una operación que ordenó el ahora galardonado con el collar de la Orden de Carlos III. También llama la atención el supuesto acoso y persecución que sufrió un maestro de un centro de atención de niños discapacitados de Ecatepec, tras vestirse de mujer y hacer gala de su activismo social y defensa de los derechos de los homosexuales, en 2007 siendo Enrique Peña Nieto Gobernador. Finalmente en 2010 tuvo que pedir asilo político y huir a San Diego, tras sufrir violaciones, maltrato policial y acoso continuo, según el propio profesor Agustín Estrada, tras ser recibido por Peña Nieto y advertirle que si no se moderaba en su actuación pública, sufriría las consecuencias.

Las supuestas palabras de Felipe VI se han vinculado con este reconocimiento, pero la veracidad de las mismas y cuándo pudieron ser hechas se desconoce, aunque evidentemente, el escándalo se ha acallado por la prensa tradicional.

La Cotidianeidad del Horror

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El Horror

El horror sólo requiere de un instante, ni tan siquiera hace falta su presencia física o sincronía temporal para que su aliento nos estremezca. Su noticia por boca de otro basta para hacernos comprender que no es la muerte, sino su sombra quien nos asusta. Porque mientras llegue nuestro turno, es la desaparición de los demás y su efecto en nuestras vidas, lo único que conoceremos de ella.

Su onda repercute en nosotros cuando afecta a un yo desconocido, pero su duración e intensidad no se apodera más que de meros momentos tragados por la cotidianeidad. Porque la propia vida, con su demandante fuerza, terminará tirando de nuestra atención hasta que volvamos a centrarnos en el yo. Todo comienza en nosotros y todo termina haciendo de nosotros la única prioridad. Al menos, como regla general que rara vez se antepone ante el otro. Hacerlo, implica que el sufrimiento ajeno ya lo hemos vivido en carnes propias. Entonces, la empatía se traducirá en una necesidad de ayudar, como aquella que necesitamos, como aquella que estamos dispuestos a ofrecer.

El abanico del drama se puede vestir de casualidad, accidente, enfermedad o naturaleza, pero su fría severidad, por muy elevada en números que se presente, no traspasará el estatus de estadística a menos que nos toque y nos permita la vida. Entonces, ese instante finito, tomará una dimensión atemporal, omnipresente y avasalladora. Dirigiendo a nuestra mente hacia un proceso de aceptación que nos hará probar los límites de la cordura, el dolor, la conmiseración y la derrota. Pero el tiempo, como dicen, casi todo lo cura, y su omnipresencia se irá mutando en decorado.

Sobrevivir a uno mismo, ante una enfermedad o un accidente, es un proceso más, que nos vacía y llena de flaqueza y comprensión, pero lograrlo como único superviviente ante un horror compartido nos deja un regusto culpable, casi como una mixtura imposible entre la envidia, el resquemor y la dicha, sobre todo si la limitación resultante supone un categórico antes y después en el horizonte del vivir. Las secuelas físicas pueden ser tan abrumadoras como las mentales, incluso más estremecedoras éstas últimas, puesto que la sombra de ese horror repentino nos perseguirá alargando su existencia más allá de los hechos y otorgando a su remembranza, la maldición de un bucle infinito del que ya nunca podremos escapar, pero sí aprender a vivir con él.

Mas así como hay horrores instantáneos que marcan nuestro devenir y cuyo peso se eterniza en nuestra cabeza, existen aquellos otros cuyo inicio imperceptible se digiere cuando el horror está ya asentado como rutina. Cuando el laberinto del día a día se convierte en un círculo vicioso que no podemos soportar, pero muchos menos huir de él, porque carecemos de las llaves de salida.

Una desgracia muestra su cénit y a pesar de su demoledor terremoto, es su proceso de aceptación lo que enfrentamos, sabiendo que hacerlo es su única salida. Sin embargo cuando no es el instante sino el proceso la pesadilla, su punto álgido se oculta en cada uno de los días por llegar, atenazándonos con una congoja que termina por explotar y que siempre nos hace temer más, presas de que la salida se puede soñar, pero no se vislumbra.

La cotidianeidad del horror toma entonces la forma de una adicción, de un despedido que se torna en incapacidad creciente para sustentar una vida y a sus seres queridos, en la encerrona de un conflicto armado o en la decrepitud de la salud y una enfermedad degenerativa que no tiene visos de curación.

Todo mal es ajeno, hasta que nos apresa, y toda ayuda es opcional hasta que su necesidad se hace perentoria. Una tragedia o un accidente llama inmediatamente la atención sobre sus víctimas, y la respuesta de empatía y ayuda será inmediata, más allá de que cubra y solvente o no, las consecuencias que desencadena el incidente; al menos su irrupción alerta a todos aquellos que nos son cercanos. Pero no ocurre lo mismo con aquellos dramas y horrores que se instalan poco a poco en una vida. Su asfixia y desconsuelo se intensifican porque su vivencia es íntima, y su anonimato, aunque no lo sea, se diluye en la brumosa pesadilla de sus días. La inercia de la cotidianeidad borra su urgencia, porque nuestros semejantes están ocupados en su propia rutina, y la indefensión resultante nos deja a merced de la desdicha.

La individualidad y el desapego hacia el prójimo que caracteriza a nuestra civilización, nos hace inmunes a los dramas y horrores que nos llegan por los medios de comunicación y que acontecen en los lejanos rincones del planeta. Como mucho una pequeña donación, articulada en mensualidades, un sms o la compra de un producto, nos sosiega, pero muchas otras que acontecen a nuestro alrededor parecen invisibles. Porque su generalidad no nos llama a desgranar los casos individuales y cercanos que no son productos de un instante, sino de los cotidianos procesos de la vida, y que se van ahondando sin que el fulgor de un drama nos los haga presentes.

El horror se percibe como un fogonazo de desdicha fortuita, sobre el que es mejor no pensar a menos que nos afecte, pero se nos olvida que su tacto puede llegar de forma inadvertida y que en el fondo, de una forma o de otra todos lo probaremos. La vejez y la cada vez más elevada esperanza de vida, siempre que superemos las décadas y la salud lo permita, nos conducirá a ese horror aséptico que la vida moderna ha ideado para que los ancianos no sean un estorbo, y terminaremos entonces en una residencia de la tercera edad. Claro que, ¿quién comprende el alcance del horror o la vejez sin vivirlo?, aparentemente nadie, y probablemente todos, algún día.

Y si la Indignación Provocara el Don de la Longevidad…

Longevidad

Antonia Sánchez Pérez, la mujer de más edad de España y que acaba de superar el siglo y medio de existencia, ha confirmado la sospecha que varios estudios científicos venían observando en los hombres y mujeres más longevos del planeta. A pesar de que los hábitos alimenticios, la genética y los avances en la salud, parecían ser la causa de que se contabilizaran, no ya como anécdota sino como una proporción importante de población, los casos de ancianos que superaban la barrera de los 150 años a lo largo y ancho de muchos países y culturas, y ante la alarma de los gobiernos porque las pensiones y las jubilaciones terminaban triplicando su tiempo de percepción, con el desembolso subsiguiente, y ante su iniciativa de averiguar las razones; las conclusiones de los científicos parecen ser claras. La indignación de muchos trabajadores por los recortes sociales y laborales vividos en la década del 2010 y que posteriormente llevó a aumentar la edad de jubilación a los 75 años, ha tenido un efecto sorprendente en la cabeza y determinación de un gran número de pensionistas, una vez que llegaban al ansiado retiro.

Como clarificaba Antonia Sánchez Pérez, ante la visita de los medios para felicitarla por su 151 cumpleaños, su secreto para vivir tantos años no respondía a más razón que la cabezonería y a la indignación de haber sufrido tantos recortes y precariedad durante su vida laboral, de forma que se había jurado durar tanto como pudiera, aunque no fuera más que por joder al sistema. El secreto, compartía con los reporteros desplazados a su casa, era recordar el desahucio vivido, los expedientes de regulación de empleo soportados a lo largo de los años y sobre todo la subida creciente de años cotizados que el gobierno había implantado para percibir la pensión, lo que le daba fuerzas para seguir viviendo y cuya recordatorio se refrescaba cada mañana. “Sé que mi pensión es mísera y que casi no alcanza para vivir, —afirmaba— pero yo resisto con las pequeñas subidas de cada año, porque el mero hecho de vivir se ha convertido en la única rebeldía que me queda, y pienso ejercerla durante muchos años.”

La indignación, han concluido estudios independientes de muchos países y organizaciones científicas, parece que ha sido el germen de esta longevidad sorprendente que se caracteriza por aparecer en personas de clase humilde y que al parecer desencadena la producción de una enzima recién descubierta y que ya las grandes farmacéuticas están intentando aislar, no sólo porque aumenta la esperanza de vida, sino porque también neutraliza y congela el deterioro celular, haciendo que todos estos nuevos centenarios seres humanos no envejezcan y presenten un aspecto que no parece haber cambiado desde que se jubilaron.

Algunos gobiernos ya se plantean, mejorar las condiciones laborales y sociales, para ver si al desaparecer las causas, la mortalidad vuelve a sus niveles normales, lo que al parecer está avalado por todos los estudios existentes. Curiosa forma, si así ocurre, de terminar con una precariedad laboral que duró casi un siglo.

El Vil Hechizo del Dinero

Maldito Dinero

El dinero, como toda posesión que se precie de ser disfrutada, conlleva unos riesgos. Nadie que entre y se asiente en su reino, vuelve a ser quien fue. Su hechizo transfigura y muta a todo aquel que lo atesora, con la sutileza vil de una insidia penetrante, silenciosa y dominante que termina imponiendo su punto de vista y aleja la comprensión de aquellos que de él carecen.

Las forzadas penalidades de los desposeídos indignan a una mayoría de adinerados, salvaguardados en la irrefutable presunción de que los pobres en el fondo desdeñan el esfuerzo y buscan a conciencia que les garanticen, al menos, la sopa boba. Calzarse unos zapatos ajenos enseña, sólo si la experiencia es impuesta y real. La mera elucubración no acierta a transmitir ni a profundizar, porque la carencia de los espejos vitales que una experiencia pasada, similar y vivida nos aportaría, nos niega la identificación y por consiguiente su entendimiento. Y sin embargo, ni aunque eso ocurra, el trayecto que va de la empatía teórica a la práctica, se distorsiona una vez que el acomodo monetario se ha asentado como rutina. Como si una celosa y posesiva voz se adueñara de los afortunados y los convenciera, que los demás sólo los buscan por su dinero.

Recuerdo bien a una señora norteamericana, dueña de una propiedad en la exclusiva área de Great Falls, Virginia, ufana de poseer cientos de hectáreas de terreno, una extensa cuadra de caballos y una casa que recordaba a las construcciones sureñas con una escalera de entrada con techo de más de 15 metros; cómo hablaba de los pobres. Afirmaba que los países latinoamericanos y sureños, a los que por supuesto no había viajado, carecían de la cultura del trabajo que su país representaba y que en el fondo la pobreza respondía a que la gente se acostumbraba a trabajar lo mínimo y a las ayudas del Estado, frente al sueño americano que era la prueba tangible, que ella representaba, de que el esfuerzo y la dedicación se traducía siempre en riqueza y bienestar.

Idéntico fundamento, aunque con términos adaptados, se sigue escuchando hoy en boca de dirigentes políticos liberales, empresarios, banqueros y miembros de las organizaciones financieras cuando justifican los recortes por la necesidad de ser competitivos y claman al imperativo liberalizador como única vía de salida y solución al repentino empobrecimiento de la clase media de todo el mundo globalizado. No es baladí que a las voces críticas que claman por políticas que frenen la desigualdad, las tachen de autoritarias, populistas y antidemocráticas, porque cualquier cambio del equilibrio establecido es una amenaza para su posición y sus ingresos. Y es que como cualquier avaro acaudalado, lo que más les quita el sueño es que les toquen su preciado tesoro.

Pero cualquiera que haya vivido en un país menos desarrollado, sabe que los pobres tienen menos derechos laborales y emplean más empeño y horas, para finalmente poder sobrevivir, que cualquier trabajador medio del primer mundo. Conocí a muchos en México o Marruecos, que en su único día libre a la semana, con algo de suerte o iniciativa montaban un negocio extra, para así acumular un recurso adicional para cuando tocara comprar ropa a los niños, celebrar una fiesta, o simplemente para poder prestar dinero a un amigo o familiar que no tenía la suerte de estar trabajando.

La solidaridad de la pobreza es la primera y delicada limpieza que el embrujo del dinero poco a poco, va dictando. Las mejores relaciones de afecto o familia se empañan por el vil metal en la lucha de su posesión o reparto, pero es en la petición de un préstamo cuando descubrimos el tenue e inadvertido cambio moral que ha ido sufriendo aquel al que conocíamos y que bajo el influjo de su fortuna termina anteponiendo a ésta, en contra de lo que solía, frente a la gente a la que en teoría quiere.

Nada es absoluto y siempre habrá excepciones que incumplan la regla, pero la tendencia de aquellos que tienen una situación económica desahogada es mirar por encima del hombro al otro. El propio disfrute no se pone en duda y además se filtra la sospecha de que el empobrecido algo de culpa tendrá en ello. Aunque más allá de su base, lo que llama la atención es cómo ante una petición de ayuda monetaria el agraciado indefectiblemente siempre siente el susurro del dinero, musitándole que van a engañarlo y que elija su posesión antes de otorgar la ayuda a alguien, cuyos apuros él/ella mismo se los ha buscado.

La crisis ha generado y generará situaciones incómodas, no es agradable tener que pedir, ni sentir la encrucijada de conceder o no un préstamo económico. Yo que nunca me he encontrado entre los desahogados trabajadores, jamás negué un préstamo a las personas queridas, quizá porque la crisis de tobogán que es mi vida, nunca me ha dejado instalarme en una confortable riqueza; sino más bien como tendencia, en lo contrario. Y sin embargo he contemplado cómo amigos, que su solidez económica les permitía comprar varias propiedades, me exigían una suma exigua con indignación, sin plantearse que quizá mi tardanza en devolver lo debido era obligada. Incluso he atestiguado cómo, un hermano, cuya suerte le ha hecho acumular más dinero del que quizá pueda gastar nunca, niega la ayuda a una hermana empobrecida y con hijos, apoyado en la frialdad de que quizá nunca pueda devolverle lo prestado. Olvidando que el querer y el amor no tienen precio, y que es más valioso dar amor, que una suma que en nada le merma su fortuna.

El dinero acentúa el egoísmo y en su inoculado hechizo muta la percepción de aquellos que anteponen a la amistad, el cariño o el afecto, una porción de su seguridad, aunque ésta sea un tercio de lo que ganan en un mes, como si la pérdida de esa cantidad fuera más importante que la necesidad de un ser querido.

La crisis desnuda a los pobres, pero también a los que en comparación y materialmente son mucho más ricos, curiosamente sin que ellos lo noten, mostrándonos a todos el hilo profundo que hilvana las razones mismas de la desigualdad, la injusticia y la deshumanización que vivimos. Porque a fin de cuentas el Sistema no puede ser más que la muestra de las actitudes de todos los que en él vivimos, y claro, así nos va.

Y si Nuestra Comida Hablase…

Alimentos Parlantes

El rumor comenzó en la franquicia de una famosa cadena de comida rápida en Nápoles, con el supuesto video que grabó un cliente que estaba a punto de devorar su hamburguesa y en el que justo antes de dar el primer bocado, se oye una voz en perfecto italiano que le advierte de lo que va a ingerir con las palabras: “Mi carne no sólo lleva trazas de caballo, sino una dosis alta de medicamentos y antibióticos, por no hablar de los vegetales o la salsa hecha con mantequilla que contiene hasta petróleo… ¡Pero claro, tú sabrás lo que comes!”

El video pronto se hizo viral, ante las protestas de la multinacional de la restauración hamburguesera y las hipótesis de qué intereses habían creado esa campaña de desprestigio, pero fue el segundo el que comenzó a crear dudas. Su condición de directo televisivo en un programa de cocina y con un chef francés de prestigio, aumentó si cabe la credulidad de la opinión pública en lo imposible y la indignación, cuando en la presentación de un plato de atún y arroz, el pez que estaba de cuerpo presente pareció mover la boca a la vez que avisaba, esta vez en un perfecto y claro francés, que su contenido en mercurio, unido al arsénico del arroz y al cadmio de las verduras haría del plato resultante una grave y silenciosa amenaza para la salud. La emisión se cortó inmediatamente y la cadena privada no tardó en sacar un mensaje de disculpa y repulsa por haber sido objeto de un montaje, a la vez que prometía una investigación que depurara la responsabilidad de aquellos que habían cometido tal infamia. Pero lo único que se pudo sacar en claro fue que, a pesar de las reticencias primeras y tras un análisis de los alimentos que iban a ser cocinados, los niveles denunciados en los alimentos y los productos tóxicos que contenían coincidían con la afirmación de aquella imposible voz.

Los desmentidos científicos y programas especiales que se originaron en todo el mundo, calificando esos sucesos como imposibles y farsas, no detuvieron la avalancha de casos, muchas veces con grabaciones, en las que repartidos por medio mundo y en decenas de idiomas se oía a verduras, lácteos, carnes y pescados hablar en mercados, grandes superficies y restaurantes, no sólo de los productos químicos y metales peligrosos que contenían, sino también de cómo, por ejemplo el aluminio que en los procesos de coloración de dulces se usa, se va acumulando en el cuerpo y en el cerebro por años y que es causa y motivo final de la aparición del alzhéimer, el párkinson o la esclerosis múltiple.

La rebelión de los alimentos, cómo ha sido denominado el fenómeno, no para de crecer y de crear alarma a la par que peticiones ciudadanas para que se dejen de usar para riegos las aguas residuales, se controlen los vertidos químicos al mar y se promueva los cultivos orgánicos, así como la supresión de medicamentos y antibióticos en la carne que se destina al consumo. No ha importado que las organizaciones mundiales de salud y los gobiernos no paren de calificar de ridículas y sin base científica las advertencias de la comida que comemos, el público no importa que lo crea o no, lo importante es que la conciencia se ha despertado y la mayoría de los consumidores piden un cambio. Esperemos que por nuestra salud, así sea.

Y si los Heteros se Aficionaran al Cruising…

Cruising Hetero

El sexo heterosexual, siempre apegado a ritos y mojigaterías, al liberarse con la moda del sexo al aire libre, sin mediar palabra y sin más compromiso que la actitud de si te he visto no me acuerdo, se ha revelado como la fuerza pacificadora que ha ayudado a demoler, con sus nuevas y desprejuiciadas prácticas, muchos de los tabúes, intolerancias y tensiones que tanto caracterizaban la vida cotidiana de nuestra moderna sociedad.

Hay muchas teorías de cómo comenzó el proceso, aunque sin duda la cura del Sida parece el punto en común y el cuándo que une a todas ellas. Sea como fuere, sin duda la moda del Cruising que tanto se criticó en la comunidad Gay, ahora que se ha implantado entre los heterosexuales de todo el mundo en cuestión de dos lustros, ha transformado para bien nuestra sociedad. El machismo y la prostitución han disminuido a cuotas ínfimas, y el buen humor y la falta de estrés parecen haber transformado a la mayoría en ciudadanos más comprensivos, tolerantes y solidarios. Pero sobre todo las actitudes autoritarias han dado paso a una empatía hacia aquellos a los que hasta hace poco, la diferencia y los prejuicios, alejaba. Y es que sin duda se ha demostrado que pecar, une más y genera mejores personas, que la castidad.

Lo más paradójico ha sido cómo el papel de la mujer, con su desinhibición frente al sexo, en contra de lo imaginado, no ha hecho más que hacerle ganar respeto e igualdad frente al hombre; quizá porque el desfogue de tantos años de represión y contención moral ha descubierto al hombre y a la mujer idénticos, en su instinto y en la alegría de desembarazarse de tantas trabas y tradiciones sociales que por siglos habían estigmatizado y reglado un hecho tan natural y delicioso como la satisfacción del deseo sexual.

Los parques, los servicios de las grandes superficies, las playas y hasta los parkings de ciudades y pueblos se han llenado de miradas libidinosas y gestos cómplices de hombres y mujeres adultos, mezclando a heterosexuales y homosexuales que sin reparar unos en otros, más allá de la pareja temporal elegida para la descarga sexual, se regocijan en un pasatiempo cargado de pragmatismo, placer y ausencia por primera vez de cargas morales. Un paso insignificante en apariencia, pero que milagrosamente ha supuesto una pequeña revolución que ha ido desembocando en comportamientos más tolerantes, abandono de radicalismos religiosos e ideológicos y un auge de la solidaridad, la cooperación y un nuevo sentido de comunidad que ya no hace distingos entre sus miembros. Como si por aceptar la naturalidad del sexo y nuestros instintos, superada ya cualquier etiqueta de pecado y moral, el ser humano hubiera conseguido al fin iniciar un camino de evolución conjunto y armonioso.

Carmena Afirma tener Copia de la Documentación Destruida en Madrid

Manuela Carmena

Manuela Carmena Castrillo, candidata de Ahora Madrid para la alcaldía de la Capital de España y probable futura alcaldesa, ha denunciado la destrucción masiva de documentos que se está produciendo en muchas ciudades del país, pero advierte de que al menos en el caso del Ayuntamiento madrileño, ha recibido una copia digital de la cuantiosa documentación que ha sido eliminada de los registros públicos, para más adelante advertir que no le temblará el pulso ni la determinación para, una vez llegada al poder, ordenar y dirigir todas las acciones legales y averiguaciones pertinentes que pudieran delimitar la posible existencia de delito.

Cuando quedan menos de dos semanas para que se consume el traspaso de poderes en los miles de ayuntamientos de toda España, ha causado indignación y preocupación en gran parte de la Opinión Pública, que se tenga constancia de la aparente premura en muchas ciudades, de la eliminación de documentos, lo que está contemplado como delito, y que podría estar encaminado a cubrir y ocultar para siempre muchísimos más casos de corrupción de los ya conocidos. Al menos han salido a la prensa situaciones similares en Oviedo, Madrid, Valladolid, Mallorca y Valencia, y no sería extraño que en las próximas semanas, muchas otras actuaciones similares y de dudosa intención se pudieran conocer.

Manuela Carmena ha informado que este pasado fin de semana, un anónimo envío, le hizo llegar a su poder un disco duro con información detallada y pormenorizada de todos aquellos archivos que el equipo de gobierno saliente de Ana Botella en el ayuntamiento ha ido desapareciendo en los últimos días. Aunque debido a la cantidad de información, afirma que aún no puede dar ni datos, ni indicios claros de su contenido, sí ha asegurado que un grupo de expertos ya está trabajando en su contenido y que las primeras impresiones indican que el contenido es burocrático y fidedigno, así como que junto a la copia digital venía una carta señalando los apartados y secciones en los que tendrían que centrar su búsqueda, terminando con la aseveración de que se encontrarán sorpresas desagradables e indicios claros de delito.

El nerviosismo en la sede del PP madrileño era obvio nada más conocerse la noticia, y a pesar de la insistencia de los medios de comunicación el silencio y la negación de que esta supuesta filtración pueda señalar a un mal manejo del gobierno capitalino, era la única respuesta, además de insistir en que la destrucción de documentos es un proceso regular y totalmente habitual. Sin duda el contenido del disco duro, dará mucho que hablar.

Sin Paladín frente al Sistema

Paladín

La estratagema que mejor salvaguarda al corrupto del castigo por sus actividades, es la de conseguir implicar, en su estructura de beneficios mutuos, al mayor número de agentes sociales, tendiendo siempre a que la importancia y jerarquía de los captados cada vez sea mayor y más relevante. Si lo consigue, su seguridad y su impunidad no sólo estarán garantizadas, sino que cualquier ataque o intento de desprestigio, será repelido y desarmado por el propio sistema.

El cine negro y las historias sobre la mafia han popularizado el conocimiento de esa pragmática estructura delictiva, dónde para bien de la justificación social y de la necesidad del espectador por un final feliz, en la mayor parte de ellas el mal fracasa. Casi siempre porque a pesar de que muchos estén implicados, siempre hay algún incorruptible héroe que no se deja sobornar y que antepone la ley y sus principios morales, como metáfora de que la sociedad a pesar de sus errores, lucha por el bien común y que éste siempre acaba ganando.

Sin duda ese aprendizaje de los mecanismos estructurales que usa el crimen organizado es útil a la hora de analizar el mundo actual, sobre todo porque la pedagogía de los medios ha hecho comprensible para la ciudadanía el funcionamiento de ese comportamiento organizado y delictivo. Su objeto de negocio cuanto más elevado sea, no sólo implicará más beneficio, sino más gente implicada, y a tenor de la crisis y de los resultados globales que arroja el mundo con una creciente brecha entre ricos y pobres, corrupción indiscriminada, pérdida de derechos laborales y la implementación de políticas que sólo benefician a las élites financieras y multinacionales, no es aventurado ni paranoico afirmar que el sistema se ha extrapolado a los gobiernos y dirigentes económicos y políticos que rigen el rumbo de la globalización; como si una mafia legalizada se hubiera apoderado de nuestra civilización.

Quizá, como tantas otras veces a lo largo de la historia, simplemente la crudeza de la crisis ha hecho caer el velo y forzado a que la población contemple las verdaderas formas y maneras que se ocultaban tras las grandilocuentes eslóganes que hablaban de democracia, derechos y libertad. Quizá esa maquinaria retorcida y corrupta que prima los intereses de unos pocos sacrificando los de la mayoría, no se originara como creemos en las organizaciones delictivas, sino que éstas lo copiaran de esa misma sociedad en la que surgieron, simplemente adaptando la técnica y cambiando los términos de beneficiado y víctima. Tal vez, pero esa cuestión carece hoy de importancia, porque la urgencia debería centrarse en las medidas que deberíamos tomar para cambiar un mundo probadamente injusto.

Cuanto mayor y más diseminada esté la estructura corrupta en el tejido social, más difícil será luchar contra ella, pero si ésta es el Sistema mismo, como parece el caso, ¿hay posibilidad alguna de cambiarlo? Difícil se antoja, pero seamos optimistas y pensemos que todo es posible en la vida. Si en la ficción cinematográfica y literaria termina apareciendo un adalid, aunque ésta sea más una proyección ideal que pragmática, ¿no sería posible que una figura parecida terminara emergiendo en nuestro globalizado sistema para guiar y alumbrar la verdad, así como para inspirar soluciones y aglutinar voluntades?

No dudo de que muchos puedan tener el temple, la cabeza, la voluntad y hasta la oratoria necesaria para denunciar las injusticias y guiar a los pueblos engañados, pero la voz de una hormiga nunca alcanzará el eco necesario, y menos convencer a una mayoría suficiente. Porque las voces discrepantes jamás tendrán la cobertura de los medios para poder hacerse importantes, ya que su control se pliega al poder establecido y forma parte de su propia maquinaria. Sólo aquellos que ya tienen la categoría de famosos, divos o estrellas, podrían alzar la voz y desencadenar movimientos multitudinarios en respuesta. Pero las estrellas del deporte, la canción o el cine, que tienen millones de seguidores en todo el mundo y que con una palabra suya podrían hacer más que los millones de anónimos concienciados, están comprados por el propio engranaje de sus egos, sus sueldos multimillonarios y su escasa conciencia de que el Sistema no es tan justo y tan generoso a los esfuerzos de los demás, como lo es con los suyos. En cierto modo, y sin saberlo, ellos también son como esos esbirros de película, bien pagados, ufanos y soberbios de su brillo social. Más preocupados de no perder su jerarquía que de, en verdad, ayudar al prójimo.

La vida y el cine a veces se unen, pero la moralina de final feliz que campea como norma, responde más a lo que queremos ver y creer que al comportamiento global y real de nuestra civilización, misma que sabe utilizar nuestra imaginería para desviar la atención de sus injusticias. Aquellos que no tenemos más que voto sin voz, necesitamos un héroe que se erija en portavoz de los don nadie, uno de esos monstruos perfectos que se bañan en multitudes y que millones de seguidores adoran en cada rincón del planeta. Pero lo necesitamos desembarazado de su ego y sus privilegios, y con una conciencia moral idéntica a la que caracterizaba a los héroes que en el cine negro luchaban contra la mafia que impregnaba a las más altas esferas. Tal vez su aparición le suponga perder su condición, quizá deba pagar con olvido y descrédito su osadía, puede que incluso deba ofrecer su vida en misteriosas circunstancias. Posiblemente su ejemplo marque una esperanza y millones la sigan. Acaso no sirva de nada.

Lo más probable es que no llegue a aparecer alguien así, los dioses del Olimpo mediático se contentan con apadrinar niños y aparecer en campañas de Ong´s, y quizá si dieran el paso que sueño, su influencia y repercusión no podrían hacer nada por cambiar el Sistema social injusto en el que nos hemos transformado. Tal vez simplemente me dejo ensimismar por la ilusión de que el ideal literario del paladín, algún día tome forma como en mi novela: “El Chamán y los Monstruos Perfectos”, quizá sólo quizá, no haya forma de cambiar el Sistema. Si esa es la verdad, tal vez debamos aceptar que ya nos han ganado. Pero yo prefiero seguir soñando.