El Enemigo que cría el Sistema

El Enemigo del Sistema

La normalidad, es ese patrón social al que nos enseñan a aspirar pertenecer. Pero por muy normales que seamos, en algún momento del camino, el peso asfixiante del deber, nos hace temer que nunca encajaremos en él. Y sin embargo la madurez, esa cacareada y falsa impresión del que cumple años, nos puede hacer recapacitar y aceptar que uno, simplemente es lo que es. En ese caso, a veces la resolución sólo afecta al más estricto ámbito privado, y la doble moral y nuestra falta de valor para enfrentarnos a la familia y a la sociedad, nos basta. Otras, tenemos la fortuna de ser demasiado raros como para poder plantearnos siquiera esa teatralidad, a la que llaman apariencias.

Pero de lo que no cabe duda, es que lo considerado normal, es un estereotipo que nadie cumple en su totalidad, pero que aglutina a la sociedad y sirve para señalar al otro. ¿Pero qué ocurre cuando esa estrategia de cohesión y control social, basada en valores inculcados, repetidos y tradiciones remotas, no gratifica como promete a aquellos que las cumplen? Pues que la sociedad a la que en teoría representa, no sólo no está en consonancia con la real, sino que la señala como decante, en profunda crisis; y finalmente augura, una segura y futura desaparición. Pues siembra a su futuro enemigo.

En ese contexto nos hallamos. Muchos hablan de Globalización, del Imperio de los Mercados, de la implantación de un Nuevo Orden, del fin del Estado del Bienestar y de conspiraciones orquestadas por oscuros grupos de poder que implican a la élite monetaria o a los alienígenas. No pretendo buscar un autor intelectual, con este artículo. La crisis y sus instigadores buscan predar la riqueza en todas sus formas y transformar en sirvientes a la humanidad, y sólo los beneficiados y los inconscientes pueden negarlo. Yo prefiero hacer hincapié en las señales que la ambición desdeña, y cuyo efecto terminará por parir un mundo que no han planeado. Y no interpreten mis palabras como optimistas, no lo soy, ni sé lo que ocurrirá. Sólo el tiempo tiene las respuestas, y yo no creo poder ser testigo de ellas. El modelo actual se desmorona y el proceso puede durar décadas o un siglo, pero el colapso, al menos así lo creo, es inevitable.

La sociedad actual es muy compleja. La excesiva cantidad de factores a tener en cuenta hacen fallar al mejor analista. Pero cuando la complejidad nos confunde, lo mejor es tomar el modelo más simple que de su misma naturaleza conozcamos, e intentar analizar en él, los resultados que obtendríamos al aplicarle las mismas condiciones. Así que contentémonos con un hombre solo.

A él o a ella le han inculcado que en su progresiva inclusión a la sociedad, su normalidad tendrá premio. Y esta persona como el resto del Mundo ha crecido mirándose en el espejo del consumismo americano: Estudia para tener un buen trabajo, cásate, ten hijos, compra una casa y un coche, sal de vacaciones… y ese largo etcétera para el que no habrá lugar. No sólo porque el planeta no puede sustentar este ritmo feroz, sino porque, ¿quién puede emular ese comportamiento con los sueldos medios y el coste de vida que nos están imponiendo? Sólo unos pocos. La mayoría podrá sobrevivir, capeando necesidades; y unos muchos, ni eso. Las nuevas condiciones que han ideado van a excluir a mucha gente del sueño, antes tan siquiera, de haber podido participar en el sistema. Se calcula que por muy bien que vaya la crisis en España, 2 millones de personas y sus respectivas familias no podrán nunca volver a encontrar trabajo, en las décadas venideras. ¡Creo que son optimistas!

Es fácil manipular a una persona cuando no conoce otra vida, pero no habrá respeto sino odio, cuando no sólo la conoce por ti, sino que se la has prometido, y tú, que te la has reservado en exclusiva para ti, eres su impedimento para alcanzarla. Cuando una sociedad incumple los ideales sobre los que se sustenta, por más poder que se tenga, la estructura terminará cediendo. La razón es simple. La mentira de lo que prometes, te puede terminar llevando al poder. Pero a la larga, torna en enemigo, a aquel que te aupó a él, ya que sin darte cuenta, lo estás forzando a serlo. Y cabe recordar que el más peligroso de los contrincantes es aquel que nace en tu seno.

La normalidad se ha vuelto un imposible para una gran parte de la población, y su constatación crea un drama cuyas consecuencias tardarán en manifestarse. La perplejidad o indignación de ahora, terminará causando una fractura irreparable en gran parte de la generación venidera. Ellos no crecerán confiando en una recompensa futura, aunque sea falsa, como hicimos nosotros. Hecho que nos convierte en pobre amenaza, porque no lo vimos llegar y no preparamos una respuesta. Por contra, ellos habrán mamado de la injusticia, la necesidad y la exclusión; y su identidad negará la validez del sistema. La inquietud de muchos estará dirigida desde el comienzo, a buscar caminos que transformen su realidad. Y entonces el conflicto, será inevitable.

Dicen algunas voces que la élite que está forzando los cambios sociales y económicos, lo ha previsto todo, y que para evitar una fuerte disidencia futura, ha planeado disminuir la población mundial, mediante guerras o epidemias. Todo es posible. Pero no creo que esa posibilidad realmente esté contemplada, porque desencadenar algo no significa tener luego la habilidad de controlar un desarrollo en el que tú también puedes perecer, y ellos nunca van a arriesgar su propia vida.

El poder establecido prefiere tenerlo todo bajo su control y no arriesgará su propia suerte. Ahí se encuentra su flaqueza. Porque por mucho poder y prepotencia que acumulen, la realidad y las multitudes son imprevisibles. Y las desigualdades que hoy cimentan, serán la imprevisible causa final que determine su fin. Esperemos que el resultado permita a la postre, un mundo más justo. Aunque quizá, ninguno de nosotros lo pueda disfrutar.

China abandona y reconoce la Independencia del Tíbet

Xi Jinping

Xi Jinping, presidente de la República Popular China, acaba de anunciar que su país reconoce el derecho a la independencia y a la autodeterminación del Tíbet, y ha comenzado a retirar los más de 600.000 soldados que se estima que tenía desplazados en la región que invadió en 1950 para anexionarla con su autoproclamado Ejército Popular de Liberación. Se calcula que a resultas de la ocupación y de la posterior represión, murieron entonces un millón de tibetanos, cifra que algunos aumentan hasta nuestros días en un millón más, como resultado de una permanente represión que desde entonces ha impedido el paso a cualquier turista u observador internacional a la zona.

Durante la Revolución Cultural China que comenzó en 1966 miles de templos budistas fueron destruidos, y se produjo el asesinato indiscriminado de monjes, a pesar de las resoluciones adoptadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas en los años 59, 61 y 65 que instaban a China a respetar los Derechos Humanos y reconocían el derecho de autodeterminación del pueblo tibetano. Las Oleadas de protesta y la represión subsiguiente, de las últimas décadas y en especial en los años 1988, 2008 por los juegos Olímpico de Pekín y la última de marzo de 2010, con una dramática y nueva forma de protesta que implicó la quema a lo bonzo de los disidentes para pedir el cese del maltrato a su cultura y religión, no consiguieron cambiar el drama, hasta hoy.

Se da la circunstancia irónica de que en el Tíbet hay alrededor de 8 millones de chinos, frente a los 6 millones de población autóctona. Y se calcula que el número de exiliados puede rondar los 200.000, con India, como la sede principal del gobierno en el exilio con 10.000, Nepal con 20.000, y un número de 10.000 por igual en Norteamérica, Canadá o Europa.

Tenzin Gyatso, actual Dalai Lama que se exilió del país en 1959 y que fue el líder del gobierno en el exilio, hasta que en marzo de 2011 renunció a todo cargo político para quedar como líder espiritual y religioso, afirmó que el Nobel de la Paz recibido en 1989 y la Medalla de oro del Congreso de los Estados Unidos del 2007, no son más que anécdotas necesarias, porque lo importante es que la justicia del mundo y del espíritu han prevalecido.

El cambio de postura chino se ha conseguido tras una alianza sin precedentes de toda la comunidad internacional, en la que se amenazaba con un total cierre de fronteras comercial, tanto para las exportaciones como las importaciones chinas. No importando las pérdidas que pudieran ocasionarse a nivel económico, y sí, valorando que la libertad, la justicia y la ética debían primar, en un mundo realmente civilizado.

Estados Unidos sólo hará Invasiones Humanitarias

Obama

Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, acaba de anunciar que gracias a un acuerdo en el Congreso americano entre los dos principales partidos, Demócrata y Republicano, a partir de ahora las Invasiones de otros países, para defender la libertad, la democracia y los intereses americanos en el exterior, USA dejará de enviar contingentes armados. En su lugar jura solemnemente, ante Dios y los norteamericanos, que enviarán ingenieros, arquitectos, médicos, profesores y atención humanitaria. Porque, según sus palabras, es mejor invertir en cariño y afecto, que en el odio que causa la guerra y la destrucción, aplicada hasta ahora.

Para justificar esta decisión imprevista, puso el ejemplo de la invasión de Irak de marzo de 2003, llevada a cabo durante el mandato de G.W. Bush, por ser dijo, una de las más conocidas y recientes. En ella, hasta finales de 2011 que hubo una retirada formal, dijo: “Pareció que nuestro país, con la excusa de las supuestas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, sólo buscaba controlar y disponer de la gran reserva de petróleo que se encuentra allí, a la par que incitar a que nuestra poderosa industria armamentística hiciera negocio. Cuando todo el mundo sabe que Estados Unidos representa y representará en el mundo el gobierno de la ética y la justicia universal.”

Y luego prosiguió: “Por ello, cuando después de destruirlo todo y autoproclamarnos los reconstructores de aquel país maltrecho, empezaron a saltar escándalos, como el del interventor estadounidense Robert J. Stein Jr. que se hizo desviar y se fotografió con 57.8 millones de dólares. O la imagen de que 125.000 millones de dólares destinados a contratistas americanos y funcionarios locales para la reconstrucción, diera la imagen de saqueo porque las únicas obras y grúas estaban en la Embajada Estadounidense, no debe repetirse.”

Y terminó con estas palabras: “En Irak hemos propagado una imagen desafortunada e irreal de lo que el pueblo americano y su gente representa. Y eso no debe volver a ocurrir. Por ello ha sido una ardua y difícil decisión, pero necesaria. Ahora los países que necesariamente sean invadidos por nosotros, cuando nos retiremos de allí, nos querrán y siempre nos estarán agradecidos. Porque en lugar de destrucción les daremos infraestructuras, sanidad y educación.”

El aplauso estremecedor y la emoción, entre los cientos de medios de todo el mundo desplazados, ha marcado la actualidad de este día a nivel mundial. Hoy comienza, sin duda, una nueva era.

TV un sueño dirigido

TVdream

La Televisión se ha convertido, no ya sólo en parte de nuestra vida, sino en la realidad común que amalgama y certifica nuestra pertenencia a una comunidad; tal que si habláramos de un ente aparte, superior y tangible. Desarrollando funciones que un Dios, un rey o un mito, ejercía en las culturas que nos precedieron, pero adornado con la inmediatez, la universalidad y la multiplicidad de contenidos; todo en uno.

Algunos inventos han revolucionado culturas y creado esplendor y muerte, a partes desiguales y a tempos contrapuestos. El ejemplo más manido siempre ha sido la Rueda, y qué duda cabe que en nuestra era, si exceptuamos Internet, el que más ha transformado la sociedad moderna es el de la tele. Su magnitud y omnipresencia lleva aparejadas las mayores adulaciones, los réditos más fructíferos en cuestión monetaria y propagandística, las críticas más mordaces y las excusas más peregrinas, cuando de escurrir el bulto y señalar a otros culpables, tratan aquellos que la acusan de provocar la inmigración ilegal o de corromper a la juventud.

Jorge Luis Borges, el lúcido escritor, afirmó que todos los inventos buscan ser extensiones del cuerpo, salvo el libro que es una extensión de la memoria y la imaginación. La TV aúna el sentido de la vista y del oído, se hace un hueco en nuestra memoria y no sólo incita a nuestra imaginación, sino que la guía hasta hacernos creer que su realidad es la nuestra. Y esa cualidad, de la que poca conciencia tenemos, es la más peligrosa, y la que me temo que más usa el poder, para desapercibidamente tenernos controlados.

El ser humano sólo tiene una vida. Cada decisión marca un camino y descarta posibilidades de lo que ya nunca seremos. Lo que pudo haber sido y no fue, es como una sombra que una vez reconocida, nos acompañará siempre; a veces con dulzura, las más con desasosiego. La tradición oral, con sus mitos y leyendas, daba forma simbólica no sólo a las raíces y valores culturales, sino a los sueños que como hombres y mujeres podíamos alcanzar, aspirar y temer. Los libros, luego, resguardaron esas historias del olvido, y su función exponencial permitió que la imaginación del lector jugara a motu proprio a ser partícipe, testigo o incluso protagonista, de todas esas vidas que nunca viviría.

Esa magia insustancial tomó cuerpo en el cine, y desde entonces proyectarse y vivir otras vidas nunca fue más fácil. No sólo no hacía falta un esfuerzo intelectual, sino que la imaginación, al menos mientras duraba la película, quedaba aparcada.

La televisión aprovechó la nueva senda descubierta, no sólo con telefilmes y series, sino con extractos de la realidad misma. La distancia se esfumó y su inmediatez hizo que nuestra vida se viviera con hechos inconexos y alejados de nuestra realidad corporal. Si sale en la tele, nadie duda. Lo que olvidamos, porque todo no se puede mostrar, es que hay una selección previa, que no es gratuita y que detrás hay intereses, ideologías y una empresa. La pública, utilizada por los políticos para promover su ideología y propaganda. La privada cuyo fin último, más allá de la verdad, como el de cualquier empresa, es el puro y mercantil beneficio.

Pero es su papel de contenedor de nuestras proyecciones, lo que más debería preocuparnos. Porque esa utilidad y no otra, es la que termina aniquilando nuestra iniciativa y convirtiéndonos en meros entes pasivos. Esa inercia, incluso aunque seamos conscientes de ella, con su porosa y continua asimilación nos acostumbra a que aquellos que salen por la caja lista, sean los que actúen por nosotros, ya que nosotros por no ser famosos, no podemos hacerlo.

Una ama de casa enganchada a las telenovelas, a la prensa Rosa y que adora Los Puentes de Madison, no hace más que subsanar su vida gris al proyectarse en aquello que nunca le pasó y que tanto le hubiera gustado vivir en primera persona. Seguro que conocen casos, y lo peor es que al apiadarse de gente tan fácil de ser manipulada, nos olvidamos que no estamos inmunes y que el mismo mecanismo se puede aplicar a todos y cada uno de nosotros. Da igual que sea Juego de Tronos, Star Wars o una tertulia del corazón, o de política, y que nuestra identificación sea con aquellos personajes más contestatarios.

Porque por muchas que sean, las opciones serán limitadas; y para adaptarse al canal tenderán al estereotipo. El personaje público que nos gusta, es una proyección de nuestro yo, que sin darnos cuenta, cede su parte activa y poco a poco asume un papel pasivo. Como ese principio democrático en el que el pueblo cede su soberanía a los políticos, con el resultado social y económico que ahora estamos descubriendo.

No digo que todos los programas y canales sean malos, ni niego que existan buenos profesionales. Sino que el efecto prolongado y general del medio televisivo propicia la pasividad, y esa funcionalidad le encanta al poder establecido. Es bueno tener conciencia y priorizar la realidad propia por encima de la de los medios, porque esta última tiene una única dirección en la que los ciudadanos no pueden participar, al contrario que Internet, de ahí que al poder le disguste tanto este invento al que no puede controlar. Disfrútenla como gusten, pero no se dejen llevar a la pasividad y crean todo lo que les dicen. Sin tele también se puede vivir, aunque dudo que pocos lo hayan intentado, para ganar perspectiva y orientar el tiempo ganado hacia otros intereses.

Parafraseando a Jorge Luis Borges en otra de sus citas: La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido, me atrevería a decir que la Televisión es un sueño dirigido por una imaginación ajena, así que si lo desean disfrútenla, pero sin dejar de ser conscientes de todo lo que implica y que, a fin de cuentas, sólo ustedes son los que crean su realidad y los únicos dueños de sus vidas.

 

El Iceberg de la Corrupción

Iceberg

Los brotes negros de la corrupción aparecen por doquier, como si más que excepciones a la norma, fuera una moda globalizada y de nueva instauración. Cuanto más hincapié hace en ellos el foco mediático, más y mayores escándalos, parecen surgir. La Gürtel, y los casos Nóos, ERES, Emarsa, Dívar, Bárcenas, Pujol, y ese largo etcétera que seguirá engrosando los medios de comunicación, deben ser sólo una minúscula parte.

Un estudio publicado por la Universidad de Las Palmas en 2013, cifraba en 40.000 millones de euros al año el coste estimado en España. No atendía a cifras oficiales, sino a un método propio para intentar calcular el coste social y analizar su impacto sobre los ciudadanos y su calidad de vida. Con similar cautela debe tomarse el IPC (Índice de Percepción de la Corrupción) que como cada año publicaba la Organización de Transparencia Internacional. El cálculo se hace en 177 países, con encuestas y consulta a expertos. Es decir, su valor real, no se corresponde necesariamente con la realidad, de ahí el nombre que la ONG le da al estudio: Índice de percepción. Una forma sutil de confirmar que el verdadero calado de la corrupción es imposible de hallar. No mientras no exista una Ley de Transparencia real y profunda y que permita el acceso de cualquier ciudadano, a todas las actuaciones y cuentas de lo público.

Poco importa que la posición de España sea la 40ª, o una menor, porque para el ciudadano de a pie, el sentir es que el proceder ha sido generalizado, y que ha abarcado no sólo los últimos años, sino gran parte de las últimas décadas democráticas. La intuición le dice que las briznas que aparecen, son nada comparadas con lo que nunca se sabrá. Quizá se equivoque, pero la lógica lo avala. El poder siempre es el lugar más opaco para acceder e investigar, y su situación le permite borrar las pruebas e indicios del supuesto delito cometido. Aunque esperemos, que por su carácter burocrático, muchas más implicaciones y documentos salgan a la luz.

Hace muchas décadas, Umberto Eco, en su famoso libro de semiótica, sobre la cultura popular y los medios de comunicación, Apocalípticos e Integrados, ya nos dividía a todos en alguno de los grupos del título, y yo supongo que pertenezco a los apocalípticos. Porque creo firmemente que la corrupción que se airea en los medios de comunicación, es sólo la punta del Iceberg.

La regeneración democrática, que conllevaría la necesaria transparencia en los procesos públicos de contratas, concursos, concesiones y presupuestos de la administración, no es una cuestión política o ideológica, sino una necesidad del sistema para que éste pueda mantenerse en pie. El daño está hecho, en lo que atañe al pasado, pero desde el presente hay que cimentar las bases de un futuro diferente. Claro que la clase política actual, parece no estar por la labor de llegar al modelo finés; lo que inconscientemente los delata. Se saben culpables, y no quieren pagar, sino impedir que sus provechos sean descubiertos y mucho menos juzgados.

Finlandia está considerado el país más transparente del mundo, según el informe de Transparencia Internacional, pero más allá de la subjetividad de cada estudio, los hechos lo demuestran. Pasemos a recordar algunos de los datos de su modelo. Cualquier compra realizada por la administración debe atenerse a precios de mercado e incluir a 3 proveedores distintos, eligiéndose el más económico. Los ingresos y los impuestos de cada funcionario público, desde el presidente, pasando por un juez, hasta el más nimio oficinista, son de acceso público. La jubilación es igual con independencia del puesto, y lo único que varía el cómputo final, son los años cotizados. Cualquier toma de decisión de un funcionario, no importa su posición jerárquica, es de acceso público, salvo las concernientes a la seguridad. O la multa por violar cualquier norma, siempre es proporcional a los ingresos del infractor.

Finlandia puede ser un buen ejemplo a seguir, pero no el único. Pero lo que está claro es que las reformas necesarias para adecuar el sistema democrático a su nombre, son muchas, pero la última palabra siempre recae en los electores. Porque los gobernantes serán lo que nosotros les permitamos ser, y llevarán a cabo las reformas que el pueblo les exija. En último término, nuestra pasividad o nuestra movilización, hará el resto.

La alarma social e indignación actual, puede ser el acicate que necesitamos para crear conciencia y avanzar. Porque de lo contrario el Iceberg, seguirá creciendo y alimentándose a costa de la sanidad, la cultura y el empleo; no de los que ya se han perdido, sino de aquel estado del bienestar que hemos perdido, y que tal vez, si no actuamos pronto, nunca más resurgirá.

La UE apoya a los Agricultores frente a las Distribuidoras

Caricatura
Caricatura

La canciller alemana, Angela Merkel, acompañada de Dacian Cioloș, comisario europeo de Agricultura han anunciado medidas urgentes y de apoyo para la supervivencia del sector agrícola en la Unión Europea. Tras el veto ruso a las exportaciones europeas y el subsiguiente perjuicio para el sector agrario de más de 5.200 millones, han reconocido que los 125 millones de ayudas para toda la Unión, son escasos y, aunque han prometido cuadruplicar ese rubro, han anunciado que regularán por ley que los agricultores obtengan un precio justo en origen.

La iniciativa contempla que el productor no tenga que aceptar el bajo precio que las grandes distribuidoras les imponen actualmente, sino que tenga asegurado, al menos, un tercio del precio final que pagan los consumidores. La UPA (Unión de Pequeños Agricultores) se ha apresurado a alabar la medida, y a afirmar por medio de Agustín Rodríguez, secretario general en Andalucía de esta asociación agrícola, que aunque todavía no tienen detalles específico del funcionamiento de la nueva directiva europea, su entrada en vigor hará que el sector pueda plantearse un futuro, negro hasta ahora.

Hace sólo una semana la UPA escenificó en Granada con una popular venta de patatas, ante un gran supermercado, la alarmante situación creada por el problema ruso. Afirmando que las grandes distribuidoras habían aprovechado el conflicto político, para bajar aún más los precios en origen. En la actualidad se paga a los productores agrícolas 8 céntimos por kilo de patata, cuando su producción cuesta 14 céntimos. Por lo que la cosecha se está quedando en el campo, al igual que la de otros productos como melocotones, nectarinas o ciruelas.

Esta es una vieja demanda de los agricultores que ven como el consumidor paga un precio muy superior por un producto que sólo enriquece a los distribuidores y a las grandes superficies que lo comercializan; e irónicamente empobrece y arruina a los que trabajan el campo. Las distribuidoras compran los productos agrícolas entre 5 y 10 céntimos de euro, y los venden entre 50 céntimos y 1 euro, a las grandes superficies que obtienen otro tanto, en su venta final al consumidor.

Hay que recordar que se cumple un año desde que el gobierno español aprobara la Ley de Funcionamiento de la Cadena Alimentaria, que buscaba paliar el problema y que no ha servido para su fin. Además los agricultores comunitarios tienen que hacer frente a las exportaciones de terceros países, como Marruecos, con precios de producción más bajos.

La medida por lo tanto, reconoce y subsanará, un sector que no para de tener pérdidas y que ve cómo el beneficio de su trabajo se lo llevan otros. Una buena noticia más que demuestra el buen rumbo de la Unión Europea. Sí, sin duda Europa está cambiando.

La ONU suprime el derecho a Veto

Ban Ki-moon

El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, acaba de anunciar un acuerdo dentro del Consejo de Seguridad del organismo internacional, por el cual los cinco miembros permanentes que mantenían su derecho a veto, (Rusia, Francia, China, Reino Unido y los Estados Unidos) han renunciado a ese privilegio; al menos en las resoluciones que traten temas como el genocidio, los crímenes de guerra, los crímenes contra la Humanidad, la defensa de los Derechos Humanos y la asistencia humanitaria.

La ONU considerada como una asociación de gobierno global y conformada prácticamente por todos los Estados del planeta, se fundó en octubre de 1945 con el fin de conseguir la cooperación mundial y promover la paz en el mundo. Su mayor logro fue la proclamación en 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En su Carta de fundación recoge su intención de promover un Derecho internacional que difundiera y sentara las bases sociales, económicas y humanitarias que consolidaran los Derechos Humanos y la paz, así como su potestad para arbitrar conflictos internacionales y la creación de la Corte Internacional de Justicia

Pero a pesar de sus buenas intenciones, el control y el derecho a veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, ha impedido que su funcionamiento sea el deseado. Sin ir más lejos, en el reciente conflicto palestino/israelí, no se pudo sacar adelante ninguna resolución para detener la masacre de civiles palestinos, por el veto estadounidense. Situación que se ha repetido hasta en 250 ocasiones, desde su creación (pero deben ser muchas más, porque muchas resoluciones fueron votadas en secreto y a puerta cerrada), primando los intereses de los países con gran poder, y permitiendo la impune infracción de los Derechos Humanos, negando la asistencia humanitaria o promoviendo el estallido de guerras. Veto, curiosamente procedente, de alguno de esos cinco países, que son quienes mayor industria armamentística poseen.

El acuerdo sin precedentes, marca un nuevo comienzo para la humanidad y consigue un sueño que han reclamado muchos personajes públicos y organizaciones tan prestigiosas como Amnistía Internacional. El logro, aún no se sabe a ciencia cierta cómo se ha conseguido, ni cómo han aceptado perder su privilegio los países dominadores del panorama mundial. Voces oficiosas y de poca credibilidad, han empezado a hacer circular por Internet el rumor de que se debe a un próximo anuncio de vida extraterrestre, y que en última instancia han sido alienígenas quienes han forzado a adoptar este cambio radical en la política global. Razón, aparentemente absurda, pero la única que, en mi opinión, puede explicar tan grata y revolucionaria noticia.

El Orquestado robo de la Infancia

Tirachina

Robar no es un acto agradable. Aunque a algunos les llegue a picar el gusto. Su origen nace de una carencia. No importa si real o imaginada, porque una vez que nuestra mente, que construye el mundo, la crea; ya será real. Pero más allá de nuestra percepción subjetiva, hay situaciones objetivas que pueden orillarnos a su práctica. Incluso me atrevería a decir que, moralmente, es nuestro deber si el hambre y la necesidad acosan a nuestros seres queridos. Cuestión diferente es que la sociedad tenga derecho a juzgarnos y a castigarnos por ello.

Nunca se oyó de un rico, asaltando una pescadería para llevarse lo recaudado y una merluza. Si acaso, chistes sobre esa paradoja absurda, podrían crearse; pero no más. La realidad nunca miente, y en su resultado subyace el puzle que contiene todas las respuestas. Hallarlas no siempre es fácil. Pero su dificultad no tiene parangón, si lo que intentamos es que todo el mundo asuma y actúe en función de la verdad del resultado. Aunque en este caso, poca gente creo que discuta que la razón principal de un robo, depende del bienestar económico. Cada uno de los resultados, por supuesto, nos da un tipo de ladrón bien diferente. Entre la ambición, el placer y la necesidad, deben existir cientos de grados. No tengo el gusto, salvo uno honesto y retirado, de conocer político alguno; así que les hablaré de otro caso.

Hace más de una década trabajé de voluntario en una casa de acogida de niños de la calle. Cada tarde, de lunes a viernes, los acompañaba en sus actividades. Asistía a sus talleres y luego jugábamos, al fútbol, al baloncesto o a lo que se encartase; para terminar cenando con ellos, antes de partir para mi casa. Habría entorno a ochenta, de ambos sexos y entre los cinco y los diecisiete años; y siempre con caras nuevas, pues la mayoría no dudaba en escaparse cuando habían recuperado fuerzas y sueño. Con todos podía interactuar en el patio, pero para los talleres estaba asignado a un grupo de chicos duros, de doce para arriba, que me recibieron con frialdad, me llamaban gachupín y en general me tanteaban faltándome al respeto, antes de aproximarse.

Recuerdo un punto de inflexión, cuando uno de los míos buscó pelea. Era uno de los mayores, no me ganaba en altura, pero sí en cuerpo, y en el patio terminamos enzarzados en un pulso de cuerpos, por ver quién dominaba al otro. Si hubo un ganador, fue el hecho de ganarme su respeto. Si alguien nuevo me buscaba las cosquillas, salían varios valedores a defenderme.

En los años y en las diferentes etapas que he vivido en México DF en aquella Colonia Guerrero, barrio bravo y campo de acción de los chavos de la calle y donde se encontraba la casa de acogida, siempre me sentí seguro. Cierto que hasta hace un año, aún me encontré con alguno de aquellos muchachos supervivientes, con alegría y alborozo por ambas partes. Pero aunque no los conociera de esa experiencia, nunca me apretujó la prisa como para no compartir una plática con uno de ellos. No tanto una moneda, pero a veces si la casa, para aliviar el hambre, ofrecer una ducha, una cobija o una muda nueva.

El robo de una infancia es una aberración que desde el primer mundo, sólo se entiende como culpa de unos padres desnaturalizados. Pero la coyuntura social y económica es la causa y la generadora de tan dramáticas situaciones. Cuando por tu origen social y económico no puedes aspirar a un trabajo que cubra las necesidades de tu familia, y la única y tradicional salida era que los niños salieran a buscar cualquier tipo de ingreso; si el hambre y las cuentas de ropa, colegio, luz, teléfono y demás necesidades te acucian, no sientes que tengas más margen de actuación. Si a ello le sumas, una tradición católica y una pareja joven sin más formación que la que ha vivido en sus casas, los hijos serán una obligación, y su número, finalmente una carga.

La asfixia constante de no llegar a fin de mes y el machismo, hace que el hombre se refugie en la bebida y comiencen los malos tratos. Él hace lo que puede, quizá en condiciones laborales que Europa prohibió hace un siglo, y cada día es un reclamo; y como cabeza de familia y jefe, termina trasladando esas exigencias a sus hijos. El abandono de la escuela y la suma de golpizas, cada vez que la vuelta al hogar se hace con las manos vacías; hace el resto.

La cadena de pisoteos simplemente se repite. Pero que los niños sean los más indefensos, no debe impedirnos ver que también lo son sus padres y todo un amplio sector de la población, y la única causa es la desigualdad económica y social, permitida, alentada y base de este sistema global de mercado. En México hay, según datos propios, más de 53 millones de pobres, casi la mitad de la población; cuyo caso puede extrapolarse al planeta entero. Y la última reforma laboral mexicana, aduciendo necesidades de competitividad y atendiendo a las recomendaciones de instituciones internacionales como el Banco Mundial o el FMI, rebajó el salario mínimo a unos 3 euros al día.

Robar está penado en todo sistema político y cultura. Pero cuando es el propio sistema quien degrada y fuerza a gran parte de sus ciudadanos a subsistir de cualquier forma, éticamente no debería equiparar el robo por necesidad con aquel que surge de la ambición desmedida. Porque los poderosos que roban, si son descubiertos, en la mayoría de las ocasiones se libran, amparados en la maraña burocrática y jerárquica de la que forman parte. Y en última instancia, ellos con sus leyes y apoyados en el poder económico son los que amparan la desigualdad, crean la pobreza y no ponen las bases para, algún día, erradicar la raíz del problema.

Es curioso, pero cuando pienso en todos esos chavos de la calle que conocí, sé que a cambio de la atención, el afecto y la comprensión que pude darles, ellos me dieron mucho más. Porque cuando eres un paria y compartes lo único que tienes, como un cigarro, una comida e incluso unas monedas, una vez que me vi perdido y robado; aprendes que lo que diste no puede equipararse a su generosidad y fidelidad. Porque una buena acción siempre será superada, si en el trueque te regalan una invaluable lección de vida.

Los Libros Cerrados

LibroCerrado

Los años y la sociedad nos han hecho a todos demócratas, al menos en el pregonar y en el decir que más allá de nuestra ideología, respetamos al otro. Por arte del mágico lenguaje y de la corrección política, ya no hay racistas, explotadores, homófobos, machistas, ni autoritarios. Entre penumbras, sólo queda ese reducto difuso e indeterminado, y de heterogénea procedencia y condición, que forman los terroristas para unos, y los antisistema para otros. ¡Temed pues, que entre ellos os incluyan! Porque el enemigo más útil, como nos enseñó la Inquisición, siempre ha sido aquel que por su vaga indefinición, habilita la inclusión de cualquiera que se nos oponga.

Y sin embargo, la historia nos muestra, que si bien cambian las circunstancias, no lo hace así el hombre. Y yo confío más en ella, que en las ideas que nos inculcan. Porque aunque se tilden de democráticos, los hechos dibujan con precisión que aún existen autoritarios y fanáticos, para los que la expresión social de lo que debe ser un hombre no es más que un libro cerrado.

Ellos han existido siempre y lo seguirán haciendo, porque en el fondo todos somos amamantados con esas premisas. Aprender implica una forma rotunda e unívoca de entender las cosas. Y confrontar otras maneras, de entrada provoca nuestro rechazo. Porque si llevamos toda la vida comiendo con cubiertos, no sólo nos desagradará hacerlo con las manos, sino que además no comprenderemos que alguien pueda hacerlo de otro modo. Y ello no involucra simplemente a la costumbre, sino a los afectos.

Los valores de la cultura en la que uno nace, están prendidos a los recuerdos, los amores, las personas, la felicidad y el dolor que cada uno ha vivido. Y esas raíces emotivas y reales son las que nutren la entelequia de la patria o la religión, que tanto ha gustado en manipular el poder para sus fines de conquista, guerra, pervivencia y dominio. El sentimiento de pertenencia nos da seguridad. Pero también nos torna en irracionales peleles, cuando esos sentimientos son apelados por aquellos que tienen el poder y usan los medios de comunicación de masas para sus fines.

La democracia supuestamente es el gobierno de todos y para todos y en teoría garantiza la libertad de cada uno, pero la práctica nos enseña lo contrario. Si quieren, como mucho, se ha convertido en que una mayoría regle e imponga cómo deben de vivir, comportarse y hasta pensar (al menos lo intentan) aquellas miríadas de minorías, que no han llegado a ser mayoría. Cuando el espíritu de la ley debería ser el respeto al diferente. Porque, ¿qué le importa al otro lo que el vecino haga con su vida? Si con ello no le hace mal a nadie, no debería sentir que tiene derecho, ni tan siquiera a intentarlo.

Temas como el aborto o la imposición de la religión católica como asignatura muestran la verdadera pasta de la que están hechos esos “demócratas”. Su rancia tradición nada tiene que ver con el sentido democrático. Hablan de patria y se enorgullecen de un pasado imperial, lleno de masacres, esclavos, colonialismo, clasismo y aplastamiento de culturas diferentes. Exterminándolas, en el caso de los aborígenes americanos, en Los Estados Unidos, o borrando su legado e imponiendo por la fuerza el propio, como en el caso de España. Sí, el mundo era diferente entonces, pero apelar a esa grandeza demuestra que ellos no quieren dejar de serlo.

Conocer y vivir en otros países nos enseña que la sociedad no tiene una única forma de expresión, y aunque no llegues a comprender o a aceptar la ajena, siempre encontrarás expresiones culturales que te sorprendan e incluso te gusten más que las propias.

El fanático sólo utiliza un alegórico libro cerrado. A veces fue la Biblia o El Corán, como si en un mero libro pudiera encerrarse la única guía y todas las respuestas al poliédrico universo, del que formamos minúscula parte. Ahora y entonces, su cerrazón se niega a cuestionar lo aprendido. Como él entiende y ha aprendido, debe ser y no de otra forma. Si tiene poder intentará imponer sus reglas a otros, y con ellas los juzgará. Tal que si hubiera adquirido una prebenda divina. Las religiones mayoritarias siempre han utilizado esa bandera, y la sangre y la guerra que han provocado siguen manando. Pero una cosa es la fe y el ámbito privado, y otra muy diferente el público; sobre todo si se es un político, y te ufanas en llamarte demócrata.

No hagas a otros aquello que no te gustaría que te hicieran a ti…, es una máxima de Confucio. Nada nuevo existe, y cualquier novedad sólo puede proceder del olvido. Así que seguramente, otros sabios ya la predicaron. Y no te quepa duda, de que futuros seres humanos reclamarán a sus gobernantes la misma sentencia, porque muchos, de entre ellos, seguirán intentando imponer su obtuso y maldito, libro cerrado.